Es Noticia, Neill Blomkamp y Simon Kinberg producirán la espectacular The Leviathan - 24/03/2015 10:00:51
" Ojo a esto, sobre todo si te apasiona el género fantástico. En los últimos días ha dado mucho que hablar The Leviathan, un espectacular cortometraje basado en Moby Dick y Dune. La pieza tenía el objetivo de conseguir financiación para trasladar la historia a la gran pantalla. El proyecto ha sido un éxito y contará con dos excelentes padrinos: Neill Blomkamp y Simon Kinberg producirán la película.El primero es el director de District 9 (2009), Elysium (2013), Chappie (2014) y una futura secuela de Alien; el segundo es guionista y productor de numerosos títulos de ciencia-ficción, como las tres últimas entregas de la saga X-Men, las próximas de Star Wars o el reboot de Cuatro Fantásticos (Fantastic Four, 2015). Sin duda, dos nombres con los que cualquiera querría contar si pretende levantar un ambicioso proyecto de este género. A continuación podéis ver el corto original, dirigido por Ruairi Robinson a partir de un guion escrito por Jim Uhls:
Robinson fue nominado al Oscar por el corto de animación Fifty Percent Grey (2001) y debutó en el largometraje con Los últimos días en Marte (The Last Days on Mars, 2013). Teniendo en cuenta que Blomkamp y Kinberg están colaborando con 20th Century Fox se rumorea que el estudio se quedará con The Leviathan aunque de momento no hay nada oficial ni una fecha aproximada de estreno. En cualquier caso, es una buena noticia que un proyecto así se haga realidad, ¿no os parece?
Vía | Deadline
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Es Noticia, Critica de la pelicula Nightcrawler - 12/02/2015 9:02:04
" Oído en la serie Aquí no hay quien viva, allá por 2004, en pleno apogeo de la popular sitcom de Antena 3: el personaje de Belén le dice a su compañera de piso y sin embargo no-amiga, "Alicia, tú crees que escrúpulos es un archipiélago griego…". Pues el protagonista de este filme parece que también piensa que esa rara palabra, escrúpulo, es cualquier cosa menos lo que el DRAE define, de forma harto ampulosa, como "Duda o recelo que punza la conciencia sobre si algo es o no cierto, si es bueno o malo, si obliga o no obliga; lo que trae inquieto y desasosegado el ánimo." (el académico redactor de la cosa se debió quedar a gusto, el tío…).El personaje central de Nightcrawler es el típico sujeto que nada tiene que perder porque, literalmente, nada tiene: se dedica al robo de malla metálica a pequeña escala, un robaperas sin oficio ni beneficio. Pero su intuición y su absoluta falta de prejuicios le lleva a detectar que hay una veta por explotar en los periodistas freelance que se dedican a filmar las pequeñas o grandes atrocidades de la vida cotidiana: los accidentes de tráfico, los asaltos domésticos… cualquier cosa que incite al morbo de la concurrencia nocturna, ávida de una acción que lleva al "reality show" a una nueva (y tan aberrante) dimensión.Sus primeros escarceos de chiquilicuatre, algún golpe de suerte y su total falta de algo que pudiera ser una conciencia le llevan a colocarse en una posición privilegiada para un canal de noticias especializado en este tipo de bazofias, con lo que su retorcida cabecita comenzará a urdir un plan para llegar muy, muy alto, con sensuales regalías tangenciales…Dan Gilroy hace con este su primer largometraje como director. Antes se dedicaba a escribir guiones para otros; uno de los más recientes fue El legado de Bourne, la secuela de la trilogía del espía sin memoria, ya sin Matt Damon pero con Jeremy Renner. Gilroy tiene buena mano: sabe poner en escena con soltura, sin el habitual acartonamiento de los novatos, y confiere a su historia una gradación en la abyección que conviene al relato, al fin y al cabo una actualización "ad nauseam" del típico pícaro que pica muy alto, pasando de ser un Guzmán de Alfarache a un Luis Bárcenas (esto lo entenderán mejor en España; en otras geografías me temo que no tanto…).Jake Gyllenhaal hace odioso a su personaje, que es precisamente de lo que se trata. Rene Russo, ya en la cincuentena, resulta creíble en su papel, una mujer acostumbrada a mandar a la que un pelagatos pone entre la espada y la pared. El descubrimiento es Riz Ahmed, un joven actor secundario británico aunque de obvio origen paquistaní, que compone el personaje más realista, más desvalido también, un pobre infeliz zarandeado por un jefe cabrón y abocado a ser sacrificado en el ara de la actualidad.Película sobre la aberración en la que se han convertido algunas televisiones, en las que lo único que importa es la audiencia, cueste lo que cueste, resulta ser una radiografía de tintes sombríos sobre el mundo que hemos construido: si lo que nos apetece al llegar por la noche a casa, mientras cenamos, es ver cómo los lesionados en accidentes de tráfico aparecen despanzurrados en pantalla, mala cosa: ¿a que va a ser verdad que estamos al final de la civilización?Ver artículo...
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Es Noticia, Big Eyes, Tim Burton y la pérdida de la identidad - 26/12/2014 10:51:38
" Hay muchos tópicos que están basados en medias verdades o directamente en mentiras que se han hecho populares y todo el mundo ha acabado asimilando como ciertas, pero también hay casos en los que simplemente es un fiel reflejo de la realidad. Eso es exactamente lo que sucede en el caso de Tim Burton, un director alabado de forma casi universal en su momento y que hace ya tiempo que pasa por una grave etapa de estancamiento artístico que ha hecho que a muchos cinéfilos cada vez nos interesen menos sus películas.También está bastante extendida la idea de que El planeta de los simios (Planet of the Apes, 2001) marca un antes y un después en su filmografía, algo defendible sólo hasta cierto punto, ya que justo después nos regaló la notable Big Fish (2003). Sin embargo, su obra fue perdiendo interés de forma irrefutable a partir de entonces y ha llegado un punto en el que el hecho de que estrene una nueva película es casi intrascendente. No creo que eso cambie gracias a Big Eyes (2014), pero sí que hay ciertos detalles en este aceptable biopic que invitan a ser moderadamente optimistas.
Big Eyes y la voz del autor
Eran muchas las formas en las que Burton podía abordar el caso real de Margaret y Walter Keane, pero ha preferido decantarse por la progresiva alienación de ella por parte de su marido con la excusa del éxito económico que le reportaba renunciar a la autoría de sus cuadros. Estéis o no familiarizados con lo que sucedió, no esperéis grandes sorpresas en lo estrictamente argumental, ya que el guión de Scott Alexander y Larry Karaszewski renuncia a cualquier tipo de riesgo para plegarse a la aproximación más correcta, obvia y previsible posible. Cualquiera diría que ellos también escribieron el guión de la excelente Ed Wood (1994)...
Es innegable que temáticamente hay varios puntos de contacto con lo que uno podría esperar de una cinta de Burton y que hay momentos concretos en los que deja verse su mano -la escena del supermercado-, pero el director de Batman (1989) prefiere que su presencia pase lo más desapercibida posible. Esto se traduce en una puesta en escena tan funcional como impersonal, algo que nunca habría esperado de una película de Tim Burton, pero que podría estar motivado por su deseo de equipararse con la propia protagonista, canibalizada hasta tal punto por el éxito de sus cuadros que ha perdido su propia voz por mucho que busque tener un pequeño espacio con otras obras con un estilo radicalmente diferente a sus ojos grandes.
Es ahí donde encontramos lo más interesante de Big Eyes, ya que crea la duda en el espectador de si realmente puede suponer un punto y aparte en su carrera -algo en lo que también puede tener mucho que ver su reciente ruptura con Helena Bonham Carter- o si no es más que una curiosa coincidencia. Está claro que el hecho de haber anunciado que en breve se pondrá manos a la obra con la tardía secuela de Bitelchús (Beetlejuice, 1988) no es una buena señal para los que queremos lo primero, pero es que podría haber saturado su trabajo de puesta en escena con tanta facilidad que me cuesta creer que no lo haya hecho por simple pereza o desgana.
El engatusador y la mujer sin confianza
Dejando de lado el pequeño gran detalle de la edad, Amy Adams y Christoph Waltz son sobre el papel elecciones impecables para dar vida a una mujer joven e inocente con talento y a un eficaz engatusador que está dispuesto a hacer lo que sea para triunfar. Lo cierto es que no tengo nada en contra de sus actuaciones, si acaso que el guión de Alexander y Karaszewski no termina de definir lo suficiente al personaje de él, quien llegado un punto se limita a ser un manipulador repelente -algo que ya intuíamos previamente, pero que Waltz utiliza a su favor, lo cual acaba afectando negativamente a su actuación.
Por suerte, Adams ajusta en todo momento su actuación al tono que necesita Big Eyes en cada escena y casi por sí sola se basta para añadir consistencia y una dosis extra de interés a lo que sucede en pantalla. Tanto como mujer inocente que va cayendo progresivamente en el infierno de la pérdida de identidad y la sumisión a su marido, basándose entonces en gran medida en lo que puede transmitir con su rostro, mirada y, en general, todo tipo de lenguaje no verbal, como cuando va resurgiendo y recuperando el control de su vida, ya que su expresión cambia y Adams consigue transmitir esa confianza creciente de una mujer que nunca debió dejarse anular, pero sus dudas, bien ilustradas en la película, en un momento clave acabaron por ser su propia tumba.
Sí es cierto que el resto de personajes jamás adquieren una entidad satisfactoria -aunque haya casos como la anecdótica presencia de Jason Schwartzman que logran con creces el objetivo buscado-, pero es que Big Eyes tampoco tiene demasiado interés en que sean otra cosa como elementos necesarios para la evolución de la historia y/o de la relación entre sus dos protagonistas, por lo que por ahí uno tampoco puede quejarse más allá de que su función sea demasiado obvia.
En definitiva, Big Eyes es una cinta apreciable con la que Burton ha hecho una pausa relativa en lo formal, ya sea como primera piedra de prueba para dar un giro a su carrera o porque sencillamente ha perdido su toque y ya ni disimula intentando exagerar los rasgos habituales de su obra. Con todo, es más entretenida que la nueva visita al museo de Ben Stiller, más consistente ,aunque no tengo claro si mejor- que la primera película de terror producida -y no dirigida- por Álex de la Iglesia y ni os digo lo bien parada que sale si la comparación es con el deficiente segundo largometraje realizado por Angelina Jolie. Suficiente para recomendarla, aunque sea con reservas.
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La noticia Big Eyes, Tim Burton y la pérdida de la identidad fue publicada originalmente en Blog de cine por Mikel Zorrilla .
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