viernes, 9 de mayo de 2014

Walter Hill: Invicto, el regreso a los orígenes (I) y Burton: El planeta de los simios, ni rastro de personalidad

Noticia, Walter Hill: Invicto, el regreso a los orígenes (I) - 21/03/2014 3:30:54

" Tras el estrepitoso fracaso que fue "Supernova" (id, Walter Hill, 1999) el director más físico y violento del cine actual optó por volver a sus orígenes en sus dos siguientes trabajos, separados nada menos que por once años en los cuales se dedicó, entre otras cosas, a poner su grano de arena en una obra maestra de la televisión no terminada. Operación arriesgada, por no decir suicida, y más en un negocio en el que vales lo que tu última película y el consumidor actual está acostumbrado a una narración casi epiléptica que traiciona en muchas ocasiones el tan ignorado montaje.
A principios de la década pasada cuando Peter Jackson iba a decir mucho con su ansiada y esperada trilogía del anillo, una película como "Invicto" ("Undisputed", 2001) es casi un caso de anacronismo cinematográfico dentro del panorama comercial en aquellos años. Pero Hill es un director que filma y piensa desde las entrañas y poco debió importarle. Con todo "Invicto" contiene a un Hill capaz de lo mejor y lo peor.
Lo peor es sin duda su apariencia de película carcelaria a la que se le añaden unas gotas de boxeo, simplificándolo todo hasta la mínima expresión. El cine de Walter Hill retrata un mundo sobre todo de hombres, y aunque evidentemente su acción, que la sitúa en una cárcel donde sólo hay presos masculinos, el único personaje femenino de la función desaparece a mitad de metraje, aceptando que en gran parte del mundo en el que se mueve laboralmente no hay espacio para las mujeres.

Universo reconocido
"Invicto" narra la historia de un enfrentamiento entre el actual campeón de los pesos pesados de boxeo personaje a cargo de un bruto Ving Rhames que ha sido encarcelado por una acusación de violación, y Monroe Hutchen Wesley Snipes, que también es productor del film, que cumple cadena perpetua por asesinato, y jamás ha sido vencido en los combates que se celebran en la cárcel. Ya sabemos quién la dará un merecido a quién, lo que importa son los detalles y el camino.
Con guión del propio Hill y su socio David Giler escritor y productor de películas de la más diversa índole, el director de "El último hombre" ("Last Man Standing", 1996) vuelve a hacer gala de una gran capacidad de síntesis, y en esta ocasión va más directo al grano que otras. La presentación de personajes es a través de rótulos que nos explican parte de su pasado delictivo. El poder en el lugar es mostrado a través de los puños en el caso de los presos, y por las influencias en los demás.
La galería de personajes que circulan por "Invicto" entra de lleno en el universo de Walter Hill, la mayoría personajes solitarios que se valen por sí mismos y su vida está controlada por la violencia. Sin embargo el dibujo de los dos personajes centrales no pasa de esquemático. Marcus es muy tranquilo y paciente, y Iceman (Rhames) es nervio puro, impaciente y siempre a punto de explotar. Varias secuencias intercalan sus personalidades al respecto.
Walter Hill, Ving Rhames y Wesley Snipes en un momento del rodaje de "Invicto"
Contundencia
En el plantel de secundarios encontramos a gente como Michel Rooker, que hace de presidiario sin mayor emoción, casi anecdótico, lo mismo que Wes Studi. Presencias casi fugaces que no poseen si quiera la importancia del veterano Peter Falk, que da vida a un miembro de la mafia y que dicta una muy interesante filosofía sobre las elecciones de la gente cuando les hacen propuestas. Es tal vez el personaje mejor tratado, el único que aporta datos y reflexiones de interés sobre el deporte del boxeo.
La puesta en escena de Hill es sin demasiados artificios, filmando los combates con contundencia, una de sus bazas, realizando un curioso experimento con los flashbacks. Estos son mostrados en blanco y negro, con la cámara inclinada, un poco de videoclip ochentero; a la hora de mostrar el combate final, la repetición del desenlace es mostrada como si se tratara de un flashback, como si fuera un sueño. Un combate fuera de la liga de boxeo, que nunca se celebró y nadie vio. Un secreto sólo al alcance de los renegados de la sociedad.
Una película para pasar el rato que no obtuvo mucho éxito pero provocó nada menos que dos secuelas en las que afortunadamente Walter Hill ya no tuvo nada que ver. Años después se reuniría con una veterana estrella del cine de acción ochentero en otra especie de revival.
Especial Walter Hill en Blogdecine:
"El luchador"
"Driver"
"The Warrios, los amos de la noche"
"Forajidos de leyenda"
"La presa"
"Límite: 48 horas"
"Calles de fuego"
"El gran despilfarro"
"Cruce de caminos"
"Traición sin límite"
"Danko: Calor rojo"
"Johnny el guapo"
"48 horas más"
"El tiempo de los intrusos"
"Gerónimo", el regreso al western (I)
"Wild Bill", el regreso al western (II)
"El último hombre", el regreso al western (III)
"Supernova", la película maldita
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La noticia Walter Hill: Invicto, el regreso a los orígenes (I) fue publicada originalmente en Blogdecine por Alberto Abuín.

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Noticia, Tim Burton: El planeta de los simios, ni rastro de personalidad - 11/08/2013 1:07:45

" "El planeta de los simios" fue un filme que tuvo un enorme impacto sobre mi cuando era niño (…). Me pareció un folklórico cuento de hadas. Por eso pensé que se podía explorar lo que se planteaba desde una perspectiva diferente. Es una clase de historia que permite ser replanteada y revisada para una nueva generación de espectadores que ya conocen el original, de manera que encuentren en ella aspectos que la película clásica omitía.
Tim Burton
Llenas de buena voluntad y de una actitud claramente renovadora con respecto a la cinta original de Franklin J.Schaffner estrenada en 1968, las anteriores palabras de Tim Burton no hacen sino poner en evidencia, a raíz de los pésimos resultados artísticos cosechados por la cinta que hoy nos ocupa, la imposibilidad de mejorar una obra maestra indiscutible del cine de ciencia-ficción de todos los tiempos por no decir del séptimo arte en general, un filme atemporal a la par que sólo comprensible a través de la figura de su director y de la época en la que se rodó que, a título personal, nunca ha sido y nunca será susceptible de admitir nuevas miradas.
Como maniobra comercial al uso de las muchas que vemos al cabo de cualquier año, "El planeta de los simios" ("Planet of the Apes", 2001) se explica sin ningún tipo de problemas, algo que no se puede afirmar en ningún momento acerca de la decisión de un cineasta tan distante de los mecanismos del Hollywood comercial como es Tim Burton, cuya visión de cómo hacer películas y de lo que éstas necesitan está a años luz de coincidir con la que gastan las majors norteamericanas, algo que la presente reinvención no hablaremos de remake ya que no lo es puso en evidencia de forma dolorosa para aquellos que, hace doce años, acudimos a los cines con ganas de encontrarnos con un extremo alarde de originalidad que, lamentablemente, nunca llegó.
Como quiera que ya dedicaré tiempo y ganas a hablar del filme de Schaffner en el ciclo de ciencia-ficción, baste decir que tanto éste como el que dirige Burton parten de la base que supone la novela original publicada en 1963 por Pierre Boulle. Reimaginada cinco años después bajo la personalidad del director de "Patton" (id, 1970) y del legendario Rod Serling, con las páginas del literato francés encontramos muchos puntos en común en el fascinante filme que, al igual que el libro, parte de la idea de un mundo en el que el orden natural se ha invertido, siendo los monos los que controlan a los humanos. Pero si el libreto de Serling y Michael Wilson se aparta en no pocos momentos del relato original, en el tratamiento de William Broyles Jr., Lawrence Konner y Mark Rosenthal poco o nada hay de él más allá del sustrato básico.
Incapaz por su carácter de blockbuster de moverse por los sesudos derroteros que hacía tanto el manuscrito de Boulle como su predecesora, la cinta de Burton se establece en los constreñidos parámetros de un filme de ciencia-ficción de alto presupuesto que pretende reventar taquilla por el mero hecho de contar con un director de renombre y una trama poco compleja que no exija demasiado de los potenciales espectadores. Y así, lo que aquí encontramos es una historia que sigue a un piloto espacial que, tras verse atrapado en una tormenta temporal, es transportado a un mundo futuro en el que los simios son dueños y señores de los destinos de unos humanos que son perseguidos y convertidos en esclavos y animales de compañía.
Manejándose con extrema torpeza por las inamovibles estructuras del cine comercial, Burton es incapaz de orquestar una cinta medianamente entretenida que, al menos en el terreno visual pueda superar lo inane del devenir de una historia que, carente de originalidad toda la que podía albergar ya se había gastado treinta y tres años antes, dedica sus vanos esfuerzos a atraer la atención de la platea con la resultona pátina visual del filme, coronada de forma indiscutible con un maquillaje soberbio por parte de Rick Baker que resulta lo único positivo del completo desaguisado que es la cinta en cualquier nivel que quiera analizarse.
Nada hay que encontrar pues en la dirección de un Burton que fue el último de una extensa lista de directores en ser considerado para la tarea por las manos de los ejecutivos de la Fox pasaron nombres como los de James Cameron, Chris Columbus, Sam Raimi, Robert Rodríguez, Joel Schumacher, Peter Jackson o Michael Bay, y del personal estilo del director no queda ni rastro dada su notoria y declarada indisposición ante los trabajos de encargo: ni las escenas de acción, rodadas con desgana, ni las de exposición, planteadas con mayor apatía, son capaces de captar la atención del respetable, y la sensación última que transmite la realización de Burton es la de haber desaprovechado sobremanera una cinta que, bien controlada, podría haberse insertado a la perfección en su trayectoria.
Haciéndose eco de los sinsabores de la dirección, el trabajo interpretativo es, salvo alguna que otra excepción, poco o nada relevante. Adheridos a la componente de nada de ésta última definición, encontramos a todos y cada uno de los actores que aparecen sin capas y capas de maquillaje y, como máxima expresión de la absoluta carencia de aciertos en el casting de la parte "humana" tenemos a un Mark Wahlberg que no está a la altura por mucho que Tim Burton lo defendiera en su momento a capa y espada, un actor cuyo discurrir por la cinta, en el rol de héroe a la fuerza que termina adoptando, no hace sino provocar gran añoranza de cara a el inigualable Charlton Heston de la anterior versión, no encontrando ni en la anodina Estella Warren ni en la anecdótica presencia de Kris Kristofferson ni el menor resquicio de interés por insuflar vida a unos personajes poco menos que inertes.
Harina de costal son varios de los rostros que se ocultan tras el maravilloso maquillaje simio de Baker. Y aquí dos son las presencias que sobresalen por encima de la correcta media que aportan gentes como Michael Clarke Duncan, David Warner o Paul Giamatti para el recuerdo queda la aparición de Charlton Heston, profiriendo en versión simio las mismas maldiciones que su Taylor exclamaba en ese mítico final del filme de Schaffner, las de Helena Bonham Carter y, sobre todo, la de la fiereza que encarna un inmenso Tim Roth, alumno aventajado de la "escuela de monos" que se montó bajo la dirección de un antiguo miembro del Circo del Sol para lograr que los artistas combinaran como lo hacen gesticulaciones humanas y simiescas.
No cabe tampoco buscar rasgos de brillantez en la anodina y funcional banda sonora de un apagado Danny Elfman, cuyo trabajo se acomoda en oscuras orquestaciones y un tema principal de ecos "salvajes" que, por muy bien que puedan llegar a ajustarse a las imágenes rodadas por Burton, palidecen en la comparación con la brutalidad que Jerry Goldsmith había arrancado a la orquesta en su significativa y rompedora partitura para la anterior versión, consiguiendo momentos de gran desasosiego todo el inicio en el desierto, el tema de la caza… que Elfman trata de emular sin lograrlo.
Afortunadamente para Burton, "El planeta de los simios" se saldó en la taquilla con unos espléndidos resultados comerciales que la llevaron a convertirse en la segunda cinta más taquillera de la trayectoria del cineasta de Burbank sólo por detrás de "Batman" (id, 1989). Un puesto que ambas terminarían perdiendo de mano de dos títulos posteriores pero que no sirvieron para aliviar la incómoda situación de un cineasta que con su siguiente filme declararía con autoridad incuestionable el tipo de cine en el que mejor desarrolla sus filias y obsesiones. Un tipo de cine respecto del cual la cinta que hoy nos ha ocupado está en el extremo opuesto del espectro.

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Farandula y Espectaculo del Peru y el Mundo Personajes

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