miércoles, 27 de agosto de 2014

El sueño de Ellis, érase una vez en América y Walter Hill: Traición sin límite

Interesante, El sueño de Ellis, érase una vez en América - 03/07/2014 3:05:01

" "El sueño de Ellis" ("The Immigrant", James Gray, 2013) es la quinta película de James Gray, director que se prodiga menos de lo que muchos quisiéramos, y al igual que sus anteriores films no es una película para todos los públicos, y mucho menos para los que reniegan de un cine aislado en lo formal, y que rememora con milimétrica pasión un tipo de cine que se hacía hace cuarenta años, y también cien. El propio director considera la presente como su mejor película, y aunque personalmente no es mi preferida de él, no seré yo quien le lleve la contraria. El paso del tiempo ya hará su trabajo.
El germen del film hay que buscarlo en la imperiosa necesidad que el director tuvo cuando, viendo una ópera con su mujer, cayó en la cuenta de que ya no se hacían películas con personajes femeninos protagonistas y fuertes, en la onda a los films que protagonizaban Barbara Stanwyck o Greer Garson, por lo que su mujer le animó a escribir una. Así nació "El sueño de Ellis" que su director escribió específicamente para Joaquin Phoenix, su actor fetiche, y Marion Cotillard. Un film a contracorriente, como el resto de su breve obra, y que lamentablemente está pasando desapercibida por el gran público.
Reproduciendo una época
El film da comienzo con la llegada a New York por parte de Ewa (Cotillard) y su hermana tuberculosa, que huyen de los destrozos y el horror que dejó en Europa la primera gran contienda bélica. La isla de Ellis, pasaje antes de legar a la tierra de las oportunidades, es el sueño de todo emigrante en pleno 1921. La Estatua de la Libertad se alza como promesa de un mundo mejor en medio de una niebla que todo lo rodea, presagio de lo que sufrirá Ewa en su llegada al Nuevo Mundo. Un drama que no carga las tintas, en la tradición del gran drama clásico, con una apuesta por el tenebrismo y lejos de la simpleza.
Con una labor en diseño de producción que quita el aliento obra y gracia de Happy Massee, en el que probablemente sea su mejor trabajo "El sueño de Ellis" narra una historia en un lugar y tiempos concretos, que bien podría suceder paralelamente a lo narrado en "El padrino" ("The Godafther", Francis Ford Coppola, 1972) o "Érase una vez en América" ("Once Upon a Time In America", Sergio Leone, 1983), films de los que bebe, o con los que se hermana, a la hora de reproducir una época, en un milagroso matrimonio que alia crónica (Coppola) y fábula (Leone) al que sólo se le puede reprochar algo de su academicismo.
Gray tuvo muy claro desde el principio a Marion Cotillard como la actriz perfecta para el personaje de Ewa, siendo el primer papel protagonista de la actriz francés en una película de habla inglesa. Gray la mima con la cámara toda la película, un trabajo de dedicación y admiración absoluta hacia Cotillard, que borda su personaje con una sensibilidad fuera de lo común. El peculiar rostro de la actriz, que Gray compara con Maria Falconetti en "La pasión de Juana de Arco" ("La passion de Jeanne dArc", Carl Theodore Dreyer, 1928) comparación de lo más acertada refleja el dolor, entrega y sacrificio de una mujer en una época muy difícil.
La oscuridad del mundo
Época que transmite con total contundencia uno de los deportes más practicados por el ser humano desde que usa el cerebro: los más débiles y necesitados siempre serán utilizados por gente sin escrúpulos, peligrosa e ignorante. Pero no es "El sueño de Ellis" una película reivindicativa o política, sino un drama sobre almas perdidas en un mundo duro sin piedad, reflejo de una vida aún más mísera. Joaquin Phoenix, Marion Cotillard y Jeremy Renner conforman un triángulo de nuevo en el cine de su director tan fascinante como arriesgado. Almas que aman, necesitan y compadecen.
Llama la atención como Gray narra con emoción contenida, como si tratase de marcar cierta distancia con la historia hasta que hace acto de presencia el personaje de Jeremy Renner, un mago que insufla pasión y alegría al relato, y a partir del último encuentro entre el actor y Phoenix sacar toda la artillería dramática. Atención al impresionante trabajo de Darius Khondji, que va oscureciendo cada vez más el relato, acorde con el drama, creando secuencias de una iluminación que recuerda a Caravaggio.
Una exquisita puesta en escena que culmina con uno de los planos más conseguidos del cine reciente, en clara armonía con el cine mudo, el cual también evoca. Despedida y encuentro a través de una ventana y un espejo como muchos que aparecen a lo largo del metraje. La promesa de una nueva vida, el regreso a los infiernos como redención, y Gray que lo plasma todo como si de una pintura se tratase. Para ser observada y disfrutada detenidamente, sin prisas, el principal enemigo de cine actual.
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La noticia El sueño de Ellis, érase una vez en América fue publicada originalmente en Blogdecine por Alberto Abuín.
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Interesante, Walter Hill: Traición sin límite - 26/03/2013 4:10:00

" Tras la loa musical que supuso "Cruce de caminos" ("Crossroads", 1986), un proyecto tan atípico como personal, Walter Hill se asocia con los temibles Mario Kassar y Andrew G. Vajna, que a finales de los ochenta y principios de los noventa se hicieron cargo de la Carolco concretamente hasta 1995 con la última película salida de la productora, el enorme fiasco, en todos los aspectos "La isla de las cabezas cortadas" ("Cutthroad Island", Renny Harlin, 1995), para la cual Hill realiza tres thrillers de acción, siendo "Traición sin límite" ("Extreme Prejudice", 1987) el primero de ellos, y también el mejor. Es muy probable que estemos hablando del film más bestia de Walter Hill, aquel en el que da rienda suelta a todas sus inquietudes poniendo en imágenes la muy concisa historia de John Milius y Fred Rexer, que ya habían coincidido en la delirante, por la propuesta, "Amanecer rojo" ("Red Dawn", 1984) de la que hace poco hicieron un remake.
El libreto de Milius y Rexer fue convertido en guión definitivo por Harry Kleiner y Deric Washburn, cuyo currículum es sencillamente espectacular. El segundo por escribir los libretos de películas como "El cazador" ("The Deer Hunter", Michael Cimino, 1978) o "Naves misteriosas" ("Silent Running", Douglas Trumbull, 1972), y con el primero hay que remontarse a directores como Otto Preminger o Samuel Fuller, en películas como "¿Ángel o diablo?" ("Fallen Angel", 1945) o "La casa de bambú" ("The House of Bamboo", 1955), y también "Bullit" (id, Peter Yates, 1968) entre otras. El guión es una milimétrica maravilla hiperviolenta, lleno de matices y con una labor ejemplar de síntesis directo al grano es una de las máximas de Hill que debió volver loco al director cuando lo leyó. Otro de esos libretos ajenos que Hill hace suyo con su peculiar puesta en escena, esta vez más rabiosa que nunca.
(From here to the end, Spoilers) El inicio de "Traición sin límite" espectacular título español para el mucho mejor "Extreme Prejudice", sacado de "Apocalypse Now" (id, Francis Ford Coppola, 1979), no por casualidad escrita por Milius muestra uno por uno al equipo de mercenarios que operará en la frontera de México haciendo pasar un golpe organizado por el gobierno en una de esas operaciones ultrasecretas, por un típico atraco a un banco. Allí Cash Bailey Powers Boothe en su segunda colaboración con Hill tras "La presa" ("Southern Comfort", 1981) uno de los grandes capos de la droga del lugar y que posee ciertos documentos bajo llave que incriminan en actos no demasiado legales al gobierno estadounidense. Dicho inicio, que bebe de "Los profesionales" ("The Professionals", Richard Brooks, 1966), enseña uno a uno a los supertipos que convertirán el lugar en un infierno, todos ellos comandados por el Mayor Paul Hackett el muy de moda aquellos años, tanto en el cine como en la televisión, Michael Ironside, quien tiene planes muy secretos.
Hill recurrió a Nick Nolte para el papel de Jack Benteen, un marshal que se verá metido en medio de toda una guerra privada, quien adelgazó un montón para el personaje, el cual está inspirado en un marshall real. Y "Traición sin límite" es un claro ejemplo, entre otros muchos, de lo excelente actor que es Nolte, sobre todo si comparamos su interpretación con la de "Límite: 48 horas" ("48 hrs.", 1982) en la que daba vida a un personaje de similares cacrterísticas. La composición de Nolte es puro minimalismo, muy acorde con el cine de Hill, un hierático marshall tras cuya pétrea mirada que acojona como pocas se puede deducir el sentimiento de un hombre que ha comprendido que el mundo es un lugar apestoso dónde morar, un mundo en el que para sobrevivir has de enfrentarte con tu mejor amigo en una lucha a muerte. Nolte hace una de esas interpretaciones físicas gestos, la manera de andar, de mirar, de moverse, lo es todo que además de dibujar y describir a la perfección el personaje llenan la pantalla, lo cual sumado a la capacidad de Hill para captar lo esencial con la imagen, eleva el trabajo del actor a lo más alto.
Que el género del western navega todo el rato por "Traición sin límite" es algo que salta a la vista, ya no sólo porque productores, director y sobre todo guionistas, lo han declarado así, sino porque se ve en todas y cada una de sus secuencias, algunas de ellas verdaderas y magistrales set pieces del cine de acción. Llaman la atención absolutamente todas, desde la inicial, en la que el personaje central queda definido, hasta el excelente atraco, que parece una versión mayúsucla del visto en "La huída" ("The Getaway", Sam Peckinpah, 1972), y cómo no, el clímax final, todo un homenaje a otro mítico título de tío Sam, "Grupo salvaje" ("The Wild Bunch", 1969). Una pura orgía de violencia, en la que la contundencia de los disparos nos conmociona de forma brutal, casi podemos sentirlos gracias a esa viscelaridad y energía que imprime un Hill totalmente desbocado a lo que mejor sabe hacer, pero controlando en todo momento lo que hace. Dichas secuencias siguen impactando a día de hoy por su sentido de la violencia, sin remilgos ni conservantes.
La actriz cubana Maria Conchita Alonso, más de moda en aquellos años que ahora, da vida a uno de los personajes femeninos con más protagonismo en el cine de Walter Hill, de hecho es de las pocas películas de su director en las que el protagonista se queda con la chica en un aparente final feliz, que de feliz no tiene nada. Sin embargo, y aquí es donde se halla uno de los puntos más interesantes del film, se queda con la chica porque se la ha ganado, como si de una propiedad se tratase, a tiro limpio. Otro apunte machista en el mundo de hombres de Hill. Al igual que en "Calles de fuego", bueno y malo lucharán por la mujer de sus vidas; el amor que esta vez triunfará pasando por encima de algunas de las muertes más violentas jamás vistas en una pantalla.
Así es "Traición sin límite", violenta, vibrante, y de un atroz romanticismo, el de la soledad del hombre violento que retrotae al western, al que Hill le escribe la carta de amor más sangrienta que existe.
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"El luchador"
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"The Warrios, los amos de la noche"
"Forajidos de leyenda"
"La presa"
"Límite: 48 horas"
"Calles de fuego"
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