jueves, 28 de agosto de 2014

Todos están muertos, el realismo mágico y 5 películas que nunca debieron ganar la Palma de Oro

Información: Todos están muertos, el realismo mágico - 30/05/2014 8:25:39

" Dentro de la Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga pudo verse Todos están muertos, la ópera prima de la valenciana Beatriz Sanchís. Un nombre que no aparecía por sorpresa y es que sus dos cortometrajes anteriores La clase (2008) y Mi otra mitad (2010) tuvieron un gran reconocimiento en festivales internacionales que, junto a la participación de Elena Anaya como protagonista, había cierta expectación.
La película se alzó con los premios a la Mejor Actriz (ex-aequo con Natalia Tena), Mejor Banda Sonora y Premio del Jurado, aunque no recibió críticas demasiado entusiastas, todos coincidían en que el debut en el largo de Beatriz Sanchís es muy digno. Y estamos de acuerdo: una declaración de intenciones y de estilo dentro de una propuesta algo rara pero curiosa por su puesta en escena y revisión de la fábula con un toque realismo mágico costumbrista.
El realismo mágico costumbrista
Todos están muertos se centra en la vida de Lupe, una gran estrella de rock en los 80 pero que ahora calza bata y zapatillas, dejando atrás la fama, los conciertos y el éxito. No se atreve a salir de casa y es su madre, Paquita, una mexicana supersticiosa quien se ocupa de ella y de su nieto adolescente. El problema es que a Paquita se le acaba el tiempo y no quiere marcharse sin antes recuperar a su hija arreglando los problemas del pasado.
No es fácil hablar de el debut de Beatriz Sanchís sin desvelar un poquito lo que tiene dentro, algo que restaría ese toque tan especial que tiene la cinta, sobre todo, porque no es lo que parece con sólo leer la sinopsis. Y es que Todos están muertos es un drama con toques de comedia y mucho del realismo mágico de la literatura latinoamericana que bien sabía introducir elementos irreales y paranormales con la realidad y mundano.
Todos están muertos nos habla de una mujer que debe vencer los errores del pasado para poder seguir adelante. Una trama que peca de no ser nada especial, aunque es la forma en la que está ejecutada, la que consigue ese aire enigmático y a la vez tan natural y costumbrista. Desde la banda sonora cargada de temas ochenteros, pasando por diferentes recursos estilísticos en más de una ocasión vemos a la protagonista tras un cristal reforzando su agorafobia, hasta los momentos cómicos los primeros encuentros de la protagonista con su pasado o la última sesión espiritual de la madre con la chamana.
Familia y chamanas
Al final, Todos están muertos es una película sobre la familia y lo importante de saldar cuentas pendientes. Por eso, mientras que el personaje de Lupe se deja descifrar con facilidad es el más complejo y el que más matices tiene, en parte, por el buen hacer de una siempre impecable Elena Anaya, echamos de menos conocer más acerca de la figura de la madre a la que da vida Angélica Aragón, tan experta en mitología mexicana, la chamana a la que recurre para saldar cuentas con el pasado y el personaje interpretado por Patrick Criado, que termina notándose mucho que es una excusa para detonar la situación.
Mientras que el ya citado Patrick Criado, así como los otros actores jóvenes del reparto como Nahuel Pérez o Macarena García se come la pantalla con tan sólo dos escenas, al actor elegido para dar vida a Pancho, el hijo de la protagonista Christian Bernal, se le nota la inexperiencia y dado que es él quien pone la voz en off a la historia, puede llegar a sacar al espectador de ella en más de una ocasión.
A pesar de lo previsible de su premisa y la falta de profundidad en algunos de sus personajes, lo cierto es que la ejecución que hace Beatriz Sanchís de Todos están muertos termina siendo atrayente e interesante, pero sobre todo, curiosa por su forma de fábula con todo el espíritu de los ochenta y el realismo mágico de la literatura latinoamericana. Un buen debut para una directora que ha sabido asentar las bases de su propio estilo. La seguiremos de cerca.
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Festival de Cine

Noticia, 5 películas que nunca debieron ganar la Palma de Oro - 24/05/2014 6:54:52

" Estamos a punto de conocer qué película será la flamante ganadora de la Palma de Oro 2014 del Festival de Cine de Cannes. Una edición caracterizada por los grandes autores pero que ha estado llena de grandes decepciones, polémicas y grandes sorpresas que siempre suelen aparecer en las secciones paralelas. Los rumores hablan de posibles premios para Still the Water de Naomi Kawase y la sorprendente Mommy de Xavier Dolan. Pero los rumores son los rumores, y la decisión del Jurado es otro cantar.
Mientras esperamos a conocer el Palmarés, hacemos un repaso a 5 películas que nunca debieron ganar la Palma de Oro y dejamos constancia de que cada Jurado es un mundo y que al final, es tan subjetivo como la opinión personal de cualquiera. ¿De verdad todas las películas premiadas se lo merecían?
La Misión, 1986
La segunda película del británico Roland Joffé, La Misión (The Mission), le valió su segunda nominación al Oscar como director y un galardón no menos preciado como es la Palma de Oro en 1986. Protagonizada por Robert de Niro, Jeremy Irons y Ray McAnally, la película trataba sobre un misionero peruano del siglo XVIII y consiguió una gran fama internacional.
El Jurado presidido por Syndey Pollack, decidió premiar la cinta de Joffé, cuyo mayor atractivo era su impecable factura y estamos seguros por su magistral banda sonora a cargo de Ennio Morricone. Por lo demás, la película no terminaba de ser un melodrama religioso muy bien dirigido y es que si tenemos en cuenta que competía contra Bajo el peso de la ley (Down by law de Jim Jarmusch) o Jo, qué noche (After Hours, Martin Scorsese), entre otras, la Palma de Oro a La Misión nos suena muy de risa.
Eternity and a Day, 1998
El griego Theo Angelopoulos presentaba en 1998, Enternity and a Day, un título más que apropiado para esta historia sobre un poeta terminal al que dio vida Bruno Ganz. A Martin Scoresese, presidente del jurado aquel año, le pareció la película más premiable gracias a su excelente estilo narrativo y a ese ritmo pausado tan característico del griego que casaba a la perfección con la historia de los últimos días del personaje.
Eso sí, se habló de que era la opción fácil, para evitar polémicas. Y es que una vez más, entre las películas que optaban por la Palma de Oro, se encontraba una de las películas más controvertidas de la época: la fascinante Celebración (Festen, 1998) de Thomas Vinterberg.
La habitación del hijo, 2001
En un año abarrotado de obras maestras en la Sección Oficial del Festival de Cannes como fue el 2001, el jurado de ese año decidió premiar la emotiva La habitación del hijo (La stanza del figlio) de Nanni Moretti, sobre el duelo de una familia ante la repentina muerte de uno de sus jóvenes miembros.
Un emotivo y sensible retrato sobre la pérdidad, pero quizás demasiado. Se habló mucho de esta Palma de Oro, porque había tres otros títulos muy potentes que fueron favoritas de la prensa y obtuvieron un gran reconocimiento de público y crítica tras su estreno comercial: Mulholland Drive de David Lynch, La Pianista (The Piano Player) de Michael Haneke o la bosnia En tierra de nadie (No Mans Land) de Danis Tanovic, que meses después conseguiría el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa.
Fahrenheit 9/11, 2004
Justo dos años después de que su controvertida Bowling for Columbine se alzara con el Premio del 55ª Aniversario del Festival, Michael Moore volvía con otro bombazo en forma de documental: Fahrenheit 9/11. El documental diseccionaba los motivos del atentado del 11-S, la gestión Bush y las invasiones de Irak y Afghanistan sin dejar títere con cabeza.
Provocador, polémico y sí, algo manipulador, fueron las claves para que el Jurado de ese año premiara a Moore y dejará fuera cintas ahora de culto como 2046 de Wong Kar-wai o Oldboy de Park Chan-wook.
El viento que agita la cebada, 2006
El actor irlandés Cillian Murphy acababa de convertirse, como aquel que dice, en el actor de moda. Si había dejado a todos boquiabiertos el año anterior con Desayuno en Plutón (Breakfast on Pluto, Neil Jordan, 2005), ahora volvía a la carga con El viento que agita la cebada (The Wind that Shakes the Barely) de Ken Loach, uno de los directores europeos más reconocidos internacionalmente. La película, sobre la guerra de la independecia de Irlanda, terminó alzándose con el premio gordo de Cannes.
Quizá sea una de las películas menores del director británico y su reconocimiento fue bastante sonado teniendo en cuenta sus contrincantes eran títulos como El labertino del fauno de Guillermo del Toro, Volver de Pedro Almodóvar o Babel de Alejandro González Iñarritu.
Es imposible adivinar la decisión del Jurado que muy pocas veces coincide con la opinión popular y las favoritas de la prensa el caso más sonado que he vivido fue en San Sebastián en 2009, cuando El secreto de sus ojos, favorita indiscutible no ganó ningún premio. Existen muchos factores para la toma de decisión desde los gustos individuales de cada miembro hasta el inevitable favoritismo y amiguismo. Las cartas están echadas y en pocas horas conoceremos si la Palma de Oro 2014 es digna o no de ese título.
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