jueves, 23 de mayo de 2013

un mundo de fantasía, vulgar truco de trilero y Lo Imposible, violación emocional

Es Noticia, Oz, un mundo de fantasía, vulgar truco de trilero - 10/03/2013 13:12:16

" Aunque sólo lleve aquí una semana, los debates internos que se han ido generando entre los redactores de este vuestro espacio de cine durante estos últimos siete días me han dejado en no pocas ocasiones patidifuso por su profusión, elocuencia y variedad argumentativa. En uno de ellos, establecido a dos bandas entre Pablo y Mikel, el primero comentaba que "cada vez estoy más en contra de hacer crítica convencional con las grandes producciones destinadas a los niños". Como quiera que fue un diálogo que se estableció a altas horas de la madrugada del viernes y que yo acababa de llegar del cine después de ver este "Oz, un mundo de fantasía" ("Oz, the great and powerful", Sam Raimi, 2013) con un tremendo dolor de cabeza más acerca de esto, en breves momentos, no añadí nada al respecto, reservándome para esta crítica que aquí arranca el abundar sobre una afirmación para la que la cinta de Sam Raimi viene como anillo al dedo.
De un tiempo a esta parte he decidido someter mi natural curiosidad cinematográfica a un duro experimento y, a no ser que sea estrictamente necesario, intento acudir al cine a ver tal o cual producción sabiendo lo mínimo acerca de ella y con la expectación inalterada en uno u otro sentido. En este estado que podríamos definir como "cuasi virginal" he ido observando como la ausencia de toda la información que uno puede encontrar disponible a un clic de una parte, y la de una disposición previa, ya sea negativa o positiva, por la otra, ayudan sobremanera a que el visionado de una película sea algo mucho más cercano por supuesto, salvando las distancias a cómo acudíamos al cine a ver el superestreno del mes cuando éramos pequeños.
Así las cosas, ¿qué sabía de "Oz"?. Pues poco más que el hecho de que venía dirigida por Raimi, que era una suerte de precuela de la magistral "El mago de Oz" ("The wizard of Oz", Victor Fleming, 1939), que venía protagonizada por James nuncadeberíahaberpresentadolosOscar Franco y mi adorada Rachel Weisz y que, horror, era una cinta de "los productores de Alicia". Aun sabiendo esto, y detestando como detesto la absurda e infumable adaptación que Tim Burton y Disney perpetraban hace tres años, decidí no hacerme ninguna idea preconcebida y acometer esta superproducción sin prejuicio alguno.
Desafortunadamente, y aunque lo intenté con ganas y durante la primera hora de metraje confié una y otra vez en que Raimi sería capaz de arreglar el cenagal en el que se iba hundiendo a cada minuto de proyección, me fue imposible evitar terminar profiriendo sonoros bufidos y ahogados bostezos que eran compartidos no ya por la pareja que me acompañaba a verla que salió de la sala tanto o más cabreada que un servidor si no por la parte más cercana a mi butaca de la sesión en la que me encontraba; finalizando, como decía más arriba, con un horrible dolor de cabeza también compartido provocado en buena parte por un 3D "incómodo" que se desenfocaba en no pocas ocasiones a la que la cámara hacía un barrido rápido por los coloristas escenarios virtuales creados para la ocasión.
Retomemos ahora el comentario de mi compañero Pablo y arrojemos algo de luz sobre mi opinión acerca de él. Si por crítica convencional entendemos aquella que maneja los valores habituales en los que solemos fijarnos a la hora de sopesar si una cinta "es buena o no", ya se sabe, dirección, interpretaciones, banda sonora, diseño de producción, fotografía, montaje… entonces tengo que admitir que voy a ser tremendamente convencional en lo que resta de discurso para con esta entrada.
Resulta tremendamente sencillo etiquetar a una producción Disney como infantil y pretender así que no pueda medirse por el mismo rasero que, por ejemplo, la última cinta de Terence Malick. Está claro que un porcentaje altísimo del público que irá a ver la primera nada tiene que ver con el que acudiría a ver la segunda. Pero habrá un sesgo que sí lo haga, y es precisamente para estos para los que entiendo que escribimos estas líneas, para unos lectores que suponemos tienen cierta formación cinematográfica. Y me parece que no recurrir a discretizar lo que funciona o no de cierto tipo de producciones por el mero hecho de pertenecer a un género concreto o ir orientada a un grupo muy específico de público sería limitar de forma drástica la labor del crítico y, por ende, lo que podríamos ofreceros.
No creo que por el mero hecho de ser una cinta de fantasía, la valoración de "Oz" deba quedar exenta de acercarse a lo irregular de la dirección de un Raimi que, conforme pasan los años, va acusando más y más su mal acomodo a las superproducciones, obcecado como sigue en adaptar aquellos tics que ya mostraba en "Posesión infernal" ("Evil dead", 1981) a una cinta con necesidades completamente opuestas la escena del camino del bosque oscuro es claro ejemplo de lo mucho que sobra aquí.
Dudo que vuestra opinión hacia nuestro trabajo fuera la misma si, llegado el caso, no pudiéramos sacar a relucir lo inane de la partitura de un Danny Elfman que se limita a repetir los mismos patrones orquestales que ya le hemos oído incontables veces, no encontrando aquí ese motivo con el que sí ha logrado otras veces insuflar vida propia a títulos como "Eduardo Manostijeras" ("Edward Scissorhands", Tim Burton, 1990) o "Big fish" (id, Tim Burton, 2003). O que, porque son argumentos que una cinta de este género no necesita valorar, nos viéramos obligados a evitar apuntar las pobres interpretaciones de la práctica totalidad del reparto, empezando por un James Franco con cara de alucinado al que le viene grande, muy grande, el papel de Oz quién sabe lo que Robert Downey Jr, originalmente elegido para este papel, habría hecho con el personaje y terminando con una Rachel Weisz que está completamente fuera de lugar.
Si algo dejó bien demostrado la trilogía de "El señor de los anillos", es que la fantasía es un género tan legítimo como cualquier otro y que, aún rodeada de todo el esplendor técnico y todo el despliegue de efectos visuales que se quiera, se puede contar una historia del mismo calado humano que cualquier drama "serio" sin que por ello la hondura y validez del mensaje que se pretende transmitir quede diluido lo más mínimo, siendo susceptible por tanto de una crítica que pondere con parámetros habituales su validez.
Las pretensiones de "Oz, un mundo de fantasía" no van, lamentablemente, en la misma dirección que las cintas de Jackson, y este circo de cinco pistas no pasa de ser un grandilocuente decorado incapaz de ocultar que su base sólo queda articulada por unos endebles mimbres. Unos cimientos que no servirían ni para poner en pie esa feria ambulante que abre un metraje que carece de momentos memorables, que discurre entre la incómoda barrera que separa el homenaje sentido y consciente de la burda copia y que plantea, ahora más que nunca, la imperiosa necesidad de que los grandes estudios decidan de una vez abandonar todas aquellas políticas empresariales que han terminado convirtiendo el sesgo más llamativo de este arte en la recurrencia de ciertas fórmulas "infalibles" destinadas a sacar dinero.
Resulta dolorosamente obvio el hecho de que por mucho que patalee desde este pequeño rincón de la blogosfera nada cambiará mientras este tipo de cine siga consiguiendo taquillajes millonarios, más, a este respecto, quisiera terminar apostillando mis serias dudas acerca de que, aunque ya se haya dicho por ahí que el guión de la secuela ya está en marcha, "Oz" consiga recaudar los 650 millones de dólares que la "harían rentable". ¿Me equivocaré?
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"Oz, un mundo de fantasía", la magia que necesitamos
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Información: Lo Imposible, violación emocional - 11/10/2012 10:45:19

" El estreno de "Lo Imposible" (Juan Antonio Bayona, 2012) lleva mucho tiempo marcado como uno de los grandes eventos de nuestro cine de este año, y no es para menos, ya que estamos ante el segundo trabajo de Juan Antonio Bayona tras "El Orfanato" (2007), su exitosa ópera prima. Además, ha conseguido sacar adelante una ambiciosa superproducción (dentro de los cánones de nuestro cine) y que dos intérpretes tan conocidos internacionalmente como Ewan McGregor y Naomi Watts encabezasen el reparto. ¿Qué podía salir mal? Pues más de lo que muchos esperaban.
Manipulando con descaro al espectador
Uno de los grandes ejes del mundo del cine es la capacidad que tiene para conectar con las emociones del espectador (ojo, no me refiero sólo a sus virtudes para hacer llorar a la gente). Este es un punto que muchas veces se desprecia por ser imposible conseguir objetivarlo de forma alguna, algo que hace que pueda verse como una especie de debilidad en el criterio personal a la hora de elegir ya no sólo si una película te gusta o no, sino incluso el hecho de acudir a tópicos extendidos para determinar cuáles son tus favoritas. Sin embargo, tal y como ya apuntaba, considero que toda película que se precie ha de saber jugar con lo emocional, pero de una forma equilibrada y sostenida para que nos deje una sensación de naturalidad que sea la que nos haga reaccionar de una forma u otra hacia lo que vemos en pantalla. El problema llega con las cintas que se olvidan completamente de la sutilidad sutileza y nos atacan en todo momento para que se nos ponga la piel de gallina o lloremos a moco tendido durante prácticamente todo su metraje, y "Lo Imposible" cae de lleno en esa reprobable táctica.
Es inconcebible, y más en la época de saturación informativa en la que vivimos en la actualidad, pensar que haya alguien que vaya a ver "Lo Imposible" sin saber que aborda la tragedia sucedida por el tsunami que asoló el sudeste asiático en 2004. La primera molestia llega por empezar ya con los excesos dramáticos antes de que eso tiene lugar, algo que se hace a través de una de las constantes más molestas de toda la película: Los cansinos, excesivos y reiterados subrayados dramáticos a través de la banda sonora de Fernando Velázquez. He de reconocer que calificar negativamente sus composiciones sería un gran error, pero su utilización dentro de la película roza lo obsceno en su intento de ganarse la empatía emocional del espectador.
Eso sí, Bayona tampoco lo rehúye en lo referente a la puesta en escena, ya que realiza un trabajo tan impresionante como fríamente calculador, llegando a su máxima expresión en la escena en la que la familia se encuentra en el mismo lugar, pero lo desconocen, aunque, todo hay que reconocerlo, también ayuda lo suyo el guión de Sergio G. Sánchez, más centrado en incluir el mayor número de escenas dramáticas que en cuidar un poco más a los personajes. Las raras veces que consigue aunar ambas cosas (el hijo mayor buscando a familiares de otras personas por el hospital), el talento de Bayona consigue que el elemento manipulador pierda relevancia y, esta vez sí, emocionar al espectador. Por desgracia, no son más que pequeños chispazos en lo que es una violación directa de los sentimientos del espectador para intentar ser lo más emocional y lacrimógena posible, cayendo además en el error de querer recrearse en lo poético cuando tenía ante sí el momento con mayor potencial dramático (la operación a vida o muerte) de todo el relato.
La relativa redención de "Lo Imposible"
Sin embargo, sería muy injusto atacar "Lo Imposible" por sus fallos (o al menos para mí lo son) y no hablar de sus evidentes virtudes. Ya he apuntado que Bayona realiza un gran trabajo en lo técnico, algo en lo que consigue brillar como pocos cuando toca mostrar el tsunami, centralizando sus efectos en el personaje de Naomi Watts. Ahí lo lacrimógeno desaparece para dar paso a los devastadores efectos. Eso sí, todo vuelve a su manipuladora normalidad poco después, algo que apasionará a algunos, pero para mí excede con mucho el máximo permisible.
Pasando ya a lo positivo en todo momento, el trío protagonista raya a un grandísimo nivel. Eso era algo que uno ya podía esperar de Ewan McGregor (extraordinario el momento en el que se viene abajo al teléfono) y Naomi Watts (con un rol más pasivo, pero salvado a la perfección), siendo el joven Tom Holland la auténtica revelación de la película. No sé si recordaréis que cuando os hablaba de "Tan Fuerte, Tan Cerca" (Extremely Loud and Incredibly Close, Stephen Daldry, 2011) decía que incurría en muchos de los errores de los que aparecen en "Lo Imposible" (aunque en la que nos ocupa hay mucho más talento en el guión y la puesta en escena), pero si algo las distancia de forma insalvable es el niño protagonista. En la primera era un chaval repelente que caía mal al espectador, pero aquí Holland canaliza a la perfección la fortaleza y sufrimiento por la que va pasando según se desarrollan los acontecimientos.
Tom Holland es el que consigue que "Lo Imposible" sea una cinta rescatable más allá de situaciones puntuales y el evidente éxito comercial que va a ser. Además, su talento resalta más por el contraste por el poco interés que transmiten sus dos hermanos. Por lo demás, breves apariciones de otros rostros conocidos como una casi irreconocible Marta Etura y una muy envejecida Geraline Chaplin tan correctas en sus personajes como prescindibles son éstos dentro del relato. Personalmente, me gustaría destacar al otro padre de familia con el que se cruza Ewan McGregor, ya que es el que transmite una mayor humanidad y naturalidad a lo que se nos está contando. Sale muy poquito y estando casi siempre en un segundo plano, pero no quería dejar de comentarlo.
En definitiva, "Lo Imposible" es un ejemplo de cómo el exceso de manipulación emocional puede acabar convirtiéndose en un cáncer para una película que habría sido mucho mejor si no hubiese incidido tanto en eso. Y es que hay producciones que acaban siendo cansinas por sus sobreexplicaciones sobre lo que vemos en pantalla, algo que aquí sucede a la hora de intentar llegar en todo momento y sin descaro alguno a la fibra sensible del espectador. El buen trabajo del reparto y escenas aisladas muy bien resueltas consiguen salvar a la película del suspenso, pero nada más.
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Información: Críticas a la carta | Manhattan Sur de Michael Cimino - 09/10/2012 13:05:04

" Antes de empezar a hablar de "Manhattan Sur" ("Year of the Dragon, Michael Cimino, 1985) una advertencia sobre la edición de la misma en DVD en nuestro país: sencillamente lamentable. En cambio, la que podéis adquirir al otro lado del charco es simple y llanamente impecable, respetando el formato y adaptada a televisores 16:9 es realmente increíble que aún haya ediciones en DVD que no vengan adaptados para ese formato y con una muy buena calidad de imagen, no el estropicio de la edición española.
Michael Cimino es uno de los realizadores más interesantes del cine estadounidense, surgido a principios de los 70, cuando Clint Eastwood le dio la oportunidad para dirigir "Un botín de 500.000 dólares" ("Thunderbolt & Lightfoot", 1974), para cuatro años más tarde tocar la cima con el éxito obtenido a raíz de "El cazador" ("The Deer Hunter", 1978), ganadora de varios Oscars que supusieron toda una garantía para que Cimino se enfrentase al proyecto por el que siempre será recordado para bien o para mal. "La puerta del cielo" ("Heaven"s Gate", 1980) fue el mayor fracaso económico de la historia del cine, llevando a la bancarrota a la United Artist y condenando a su director al olvido durante cinco años. Hasta que un día Dino de Laurentiis productor extraño donde los hubiera, ya que lo mismo financiaba una superproducción como un film de lo más cutre contactó con Cimino para ofrecerle dirigir la adaptación de una novela policíaca de Robert Daley.
(Spoilers) Daley había trabajado con Sidney Lumet en la estimulante "El príncipe de la ciudad" ("Prince of the City", 1981) y volvería a trabajar con él en la menos acertada "La noche cae sobre Manhattan" ("Night Falls on Manhattan", 1996), relatos duros y amargos que abarcan a su manera el tema de la corrupción policial como contexto de historias más personales y específicas. En "Manhattan Sur" tenemos triadas chinas, policías corruptos, asesinos a sueldo, jefes pasotas, y un policía, Stanley White nombre heredado de uno de los verdaderos policías que trabajaron como consultores en la filmación de la película cansado de que todo esté controlado por la mafia y que la policía mire hacia otro lado en el barrio de Chinatown.
Para dicho personaje Cimino tuvo la espectacular idea de contratar a un actor que por aquel entonces se encontraba en la ascensión de su carrera y que hoy no necesita presentación de ningún tipo: Mickey Rourke. White es probablemente, a juicio de quien esto firma, la mejor interpretación de toda la carrera de Rourke, antes de ir de estrella chulesca y egocéntrica y echar su trabajo a perder actualmente parece recuperado, con una serie de matices que apartan a White de la típica imagen del policía protagonista de tantos films, y entrando por derecho propio en la galería de los más recordados a la altura de los más grandes. Así, sin más. Resulta muy gratificante observar, 27 años después, como la interpretación de Rourke no ha perdido ni un ápice de su fuerza, al contrario.
Stanley White, policía racista hasta la médula, vehemente en sus discursos impresionante el que le da a sus hombres en formación delante de él, enemigo de la desidia a la que los representantes de las leyes están acostumbrados por vagancia pura y dura, inconformista e incluso aprovechado. Y con todo eso, absolutamente arrollador en su carisma, el cual traspasa completamente la pantalla logrando llamar nuestra atención, casi obligándonos a que nos caiga bien inmenso el instante que llora delante de Tracy (Ariane). Pero el personaje de Rourke no cae bien sólo por su magistral interpretación, también por lo bien escrito que está, algo que hay que atribuir al propio Cimino y a Oliver Stone, coautor del guión, quien ya había escrito el film de Lumet mencionado, y al que le faltaban sólo un año para ser encumbrado por cierta película sobre Vietnam.
Su personaje se enfrenta directamente con el interpretado por John Lone, Joey Tie, algo así como la otra cara de la moneda de White, un hombre que hará lo que sea por salirse con la suya y luchar por aquello en lo que cree. Uno dentro de la ley, con reservas, y el otro completamente fuera de ella, antagonistas en un mundo en el que no es fácil vivir y sólo el más fuerte o influyente sale a flote. Cimino va encarando poco a poco y con un marcado crescendo dramático a los dos personajes hasta llegar a un clímax antológico, un duelo nocturno que parece salido de un western en el que dos personajes rabiosos gritan y corren el uno hacia el otro mientras descargan sus pistolas intentando matarse. Una poderosa secuencia que es la guinda perfecta a un trabajo de puesta en escena soberbio.
Michael Cimino en estado de gracia absoluto ayudado por el entonces muy prometedor director de fotografía Alex Thomson, con un sentido de la épica rara vez visto en el mal llamado cine moderno, cuidando hasta el último detalle de todo cuanto sale en pantalla. Cabe citar al respecto todas esas secuencias llenas de gente, ya sea en una comisaría, en las calles de Chinatwon o en Tailandia. Pero los planos de Cimino no resultan ampulosos, no cargan ni están sobrecargados, para ello hace mover a los actores por el set con una cámara que haría las delicias de Michael Mann, siempre pegada al cogote de los actores en determinados momentos. Todo está en su sitio, nada falta o sobra, la vida que respiran los personajes de "Mahattan Sur" huele a verdad por los cuatro costados, y sólo queda algo desdibujada en ese extraño epílogo que concluye con un plano congelado del rostro de White.
Violenta, salvaje, visceral, sin concesiones, "Manhattan Sur" emerge como uno de los mejores títulos de una década tan confusa artísticamente como los ochenta, y a veces me da la impresión de que no se ha tratado con justicia un título que para un servidor supone una de las cumbres del thriller. Una lección de narración cinematográfica en el sentido literal de la expresión, con una banda sonora de David Mansfield que se mueve entre lo lírico y lo épico. Como la película.
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Noticia, Carlos Larrañaga nos ha dejado - 31/08/2012 0:37:03

" Ayer, sin ir más lejos, hablaba de él y me levanto esta mañana con la noticia de su fallecimiento. El actor de cine, teatro y televisión Carlos Larrañaga nos dejó el 30 de agosto en Málga, a los 75 años de edad, tras sufrir una larga enfermedad coronaria, de la que los medios ya se habían hecho eco.
Larrañaga debutó a los cuatro años en "Alma de Dios" (1941), de Ignacio F. Iquino. Participó en la película "Pequeñeces" (1949), de Juan de Orduña, que le une a Aurora Bautista, cuya muerte hemos lamentado hace solo tres días.
Tuvo un papel en "Orgullo y pasión" (Stanley Kramer, 1957), superproducción de Hollywood rodada en España con Cary Grant, Sophia Loren y Frank Sinatra.
Más adelante, actuó, entre otras, en "Ha llegado un ángel" (Luis Lucia, 1961). Su última película fue "Los muertos no se tocan, nene" (2011), de José Luis García Sánchez.
Trabajó en varias ocasiones a las órdenes de José Luis Garci: "Las verdes praderas" (1979), "Tiovivo c. 1950" (2004), "Luz de domingo" (2007) ,por la que fue nominado a los Premios Goya, y "Sangre de mayo" (2008).
Una familia de actores: los padres de Carlos eran los intérpretes María Fernanda Ladrón de Guevara y Pedro Larrañaga. Su hermana por parte de madre es la famosa Amparo Rivelles. Estuvo casado con la también actriz María Luisa Merlo, con quien tuvo cuatro hijos: Luis Merlo y Amparo Larrañaga, también intérpretes, Juan Carlos Kako (de una relación anterior) y Pedro, casado con la actriz Maribel Verdú. Estuvo casado asimismo con las actrices Ana Diosdado y Ana Escribano.
La carrera de Carlos Larrañaga se desarrolló en el teatro durante las primeras décadas y en los últimos años se lo pudo ver principalmente en televisión.
Bernardo Bonezzi nos deja también
El músico Bernardo Bonezzi, que debutó a los trece años durante la "Movida" madrileña y se hizo famoso gracias a la canción "Groenlandia", ha sido encontrado muerto el mismo 30 de agosto en su piso madrileño cuando contaba cuarenta y ocho años de edad. Casualmente, guardaba un vínculo con nuestro anterior protagonista, ya que compuso la sintonía de la serie "Farmacia de guardia" (Antonio Mercero), que protagonizaba Larrañaga, junto con Concha Cuetos.
Bonezzi obtuvo el premio Goya a la mejor banda sonora por la película "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto" (1996), de Agustín Díaz Yanes. Era compositor de más de cuarenta bandas sonoras, entre ellas la de "Laberinto de pasiones" (1982), de Pedro Almodóvar, a través de quien entró en el cine. Fue nominado a los Goya en otras tres ocasiones, por "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (P. Almodóvar, 1989), "Todo por la pasta" (Enrique Urbizu, 1992) y "Sin noticias de Dios" (A. Díaz Yanes, 2002).
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Noticia, Blancanieves y la leyenda del cazador, la más bella de este reino - 09/06/2012 5:01:21

" Debo ser yo un hombre de la vieja escuela, porque sigo estando de acuerdo con Alvy Singer, el personaje de Woody Allen que en "Annie Hall" (id, 1977) nos enseñó que la que de verdad nos pone cachondos era la mamá de Blancanieves.
¡Y menuda idea han tenido los productores de blockbusters que deciden colocar, nada más y nada menos, que a Charlize Theron de reina y bruja! ¡Y uno cree que el espejito no le miente! ¡Y le dan las mejores escenas de esta película, que dirige Rupert Sanders, debutante! El argumento de este blockbuster ya lo conocéis ¿no? Bueno, pues el guión de Hossein Amini, Evan Dougherty y John Lee Hancock, tres guionistas, presentan una variación esencial.: ¿qué pasaría si el Cazador fuera un personaje de cuya honestidad se pudiera sacar un hombre apuesto, con barba y tragedia?
Es decir, Chris Hemsworth. Dos estrellas recién fogueadas en la superproducción contemporánea, Thor y Bella Swan están en esta producción que se propone declinar toda la épica de la bajona-y-el-ejército-de-la-oscuridad, y pienso en los Potteres y Anillos, con más de un guiño al diseño de producción de la maravillosa "El laberinto del Fauno" (2006)
En realidad estamos más cerca de "Excalibur" (id, 1981) de lo que pudiera parecer, con el persoanje de Finn (Sam Spruell) como parte de este renovado arco dramático en el que, básicamente, se añade un giro feminista al mito. De hecho, es lo más agradecido de todo el viaje, ver como esta Blancanieves no está necesitada de príncipes, que aquí está encarnado por un irrelevante Sam Claflin. Mis compañeros se han mostrado escépticos, tanto Zorrilla como Caviaro, yo, mira por donde, difiero.
De hecho, en la escena más interesante de la película, se revisita el mito en clave empática , ayuda a que Hemsworth ofrezca una interpretación bastante contenida , y uno empieza a pensar que está ante la Juana de Arco de Carl Theodor Dreyer. No os preocupéis.: es una película de acción moderna y los guionistas van un poco ebrios de épica mal entendida cuando ponen a esta renovada Blancanieves a dar el discurso de "Enrique IV" de Shakespeare (lo siento, pero a tanto no llega el mito, ni el talento implicado).
Debo decir que me gustan estos tiempos de heroínas que han dejado de necesitar ser rescatadas y van a liderar y que no dejo de estar seguro de que lo son, como tantas otras cosas debidas a cualquier industria, por su eficacia en las taquillas de todo el mundo. Pero esta Blancanieves, encarnada por una esforzada Kristen Stewart (esforzada en no parecer dormida, ni alejada), salva el reino y conoce a siete enanitos, maravillosos con su acentazo cockney (Nick Frost, Ian McShane entre el delightful cast inglés), para luchar junto a ellos mientras que la Reina traiciona y es realmente amenazadora.
¿Hay algo más amenazador que esa imagen de belleza eterna que propone una magnética Theron? No puedes tener mi corazón le dirá al final de este cuento iluminado con astucia por Greg Fraiser y con una memorable banda sonora de James Newton Howard (¡al fin otra!).
Y, oh, ah, no la veremos barriendo, como en el clásico de Disney, pero sí empuñando una espada y siendo sorprendida por un troll en el bosque.
A diferencia de la Alicia burtoniana, esta Blancanieves es amenazadora, entretenida y bastante aceptable, con atención en su narrativa y un refrescante amor por las espadas en vez de las escobas con las que limpiar alcobas.
Y que empuñen muchas más.
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Noticia, Tan fuerte, tan cerca, pornografía emocional - 14/03/2012 6:36:17

" El estúpido cambio en la normativa de los Oscar para permitir que 10 obras pudieran aspirar al galardón de mejor película trajo consigo alguna cosa buena y bastantes malas. En el apartado positivo destaca que al fin el cine de animación ha recibido alguna mención más en esa categoría, haciendo así que lo de "La bella y la bestia" deje de ser una absurda rareza. ¿Cuándo aprenderán que el cine de animación puede ser perfectamente mejor que el de con actores de carne y hueso? Imagino que los prejuicios de la Academia jamás desaparecerán. Y en lo negativo, el primer efecto negativo obvio es que está clara que cinco de las seleccionadas no tienen posibilidades reales de premio (¿Qué sentido tendría ganar el premio a mejor película y que su director ni siquiera hubiese nominado?), sin embargo lo que más nos interesa hoy es el hecho de que así se da más pie a la posibilidad de nominaciones absurdas en la máxima categoría de los, supuestamente, premios más prestigiosos de la industria del cine.

No voy a recurrir a fobias personales y arremeter contra Stephen Daldry (lo cierto es que sólo una de sus películas anteriores no me gusta) y la desmesurada acogida que han tenido sus películas en los Oscar, pero lo que sí parecía bastante claro es que "Tan fuerte, tan cerca" iba a ser la cinta que rompiese su 100% de efectividad en cuanto a conseguir una nominación para toda su filmografía. Por encima de lo que uno esperase, la película había recibido una acogida crítica entre fría y negativa, dándose por sentado que, al igual que "J. Edgar", no tenía posibilidades reales, seguramente por eso fue la candidata que más sorpresa causó cuando se leyeron en directa las nominadas. Posteriormente, y esta vez respetando las reglas de lo previsible, "The Artist" se llevó para casa el premio gordo, confirmando así la sensación generalizada de que la presencia de "Tan fuerte, tan cerca" no era más que un mero relleno sin razón de ser allí. ¿El motivo? "Tan fuerte, tan cerca" es, con diferencia, la peor de las diez candidatas.

El gran cáncer de "Tan fuerte, tan cerca" es su personaje protagonista, que no necesariamente la interpretación de Thomas Horn. ¿A qué me refiero? Veamos, ya comenté en mi crítica de "La invención de Hugo" que ambas propuestas tenían varios puntos en común, pero si Scorsese conseguía que el Hugo de Asa Butterfield cautivase al espectador, Daldry no logra evitar que Oskar sea visto por el espectador como un niñato repelente con el que el espectador no siente la más mínima empatía en su proceso de maduración interior íntimamente relacionado con la muerte de su padre. Uno podría agarrarse al clavo ardiendo de un mayor realismo en sus acciones, pero lo cierto es que resultan maniqueas, prediseñadas para buscar el llanto fácil del público poco exigente, porque si hay un tipo de espectador completamente vendido ante cualquier superproducción con tiros y explosiones, no es menos cierto que existe su homólogo en lo referente a las películas para llorar.

Lo curioso de todo es que la actuación de Horn está lejos de ser mala, y hasta en alguna ocasión consigue dar de una efímera capa de humanidad a las reacciones de Oskar, pero es insuficiente, ya le odiamos y un chispazo de verdad no va a compensarnos por todo lo demás. El que más cerca está de lograrlo es un Max Von Sydow capaz de emocionar al espectador únicamente a través de lo gestual. El problema es que tarda demasiado en aparecer en pantalla y es ya tarde para que pueda canalizar la simpatía del público hacia el protagonista. El resto del reparto está plagado de grandes nombres como Tom Hanks o Sandra Bullock, los cuales se limitan a estar correctos en personajes completamente unidimensionales y muy mal utilizados a lo largo de la trama. El primero para incidir más en el elemento sensiblero y ella para funcionar como sufridora en segundo plano. También sale por ahí Viola Davis, la cual casi gana el Oscar este año, pero es que le toca un personaje tan lamentable que poco importa que ofrezca una buena actuación.

El guión de Eric Roth según la novela homónima de Jonathan Safran Foe es otro de los grandes culpables del fracaso artístico. Por una parte, es cierto que no restriega de inicio por la cara la tragedia del 11 de Septiembre al espectador, pero eso es algo que va ganando peso paulatinamente hasta llegar a ser molesto. Ya he apuntado lo pésimamente logrado que está el protagonista, pero es que su aventura vital está plagada de etapas entre irrelevantes e incompensables que sólo ayudan a alargar la agonía de un espectador harto de lo que va viendo en pantalla. Y lo cierto es que Stephen Daldry no sólo no hace nada por matizar las deficiencias del libreto, sino que incide aún más en el elemento sentimentaloide de la historia, siendo la guinda del pastel de la pornografía emocional de la que casi parece alardear "Tan fuerte, tan cerca". Además, en la faceta técnica, sin ser mala, se queda muy lejos del nivel mostrado en "Las horas" (aún su mejor trabajo), con lo que tampoco podemos hablar de redención por ahí. Lo único que evita el desastre absoluto es el acertado score de Alexandre Desplat, todo un desperdicio que haya acabado en una cinta del nivel de ésta.

En definitiva, "Tan fuerte, tan cerca" es una mala película que se recrea en exceso, con poco tacto y escaso talento en los aspectos sentimentales de la historia, como gritando al espectador que tiene que emocionarse y llorar a moco tendido con la trágica historia que tiene en pantalla. Los actores y algún otro aspecto suelto (como la banda sonora de Alexandre Desplat) no son suficientes para levantar una cinta de esas que muchos conocemos como hechas para los Oscar, algo en lo que habría mucho problema si luego está todo bien hecho. No es el caso, Daldry ha patinado a lo grande.
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Consulte Información en Farandula La protagonista de la estupenda pelicula
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