miércoles, 22 de mayo de 2013

El guión de Christopher McQuarrie Darren y La superproducción

Que opina? Jack el caza gigantes, morralla multimillonaria - 14/03/2013 5:23:17

" Una de las grandes modas que ha surgido en Hollywood en los últimos es la de poner al día cuentos tradicionales para niños. Hace apenas un par de semanas llegaba a España "Hansel y Gretel: Cazadores de brujas" ("Hansel & Gretel: Witch Hunters", Tommy Wirkola, 2013) y si nos remontamos un poco en el tiempo encontraremos otros títulos como "Blancanieves y la leyenda del cazador" ("Snow White and the Huntsman", Rupert Sanders, 2012), "Blancanieves Mirror, Mirror" (Tarsem Singh, 2012) o "Caperucita roja ¿A quién tienes miedo?" ("Red Riding Hood", Catherine Hardwicke, 2011). Estoy convencido de que, aunque sus raíces se encuentran en una novela de Lewis Carroll ,y su adaptación posterior por parte de Walt Disney-, la gran culpable de ello fue "Alicia en el país de las maravillas" ("Alice in Wonderland", Tim Burton, 2010) y el billón americano de dólares que logró recaudar.
Personalmente, me hubiera gustado que el camino a seguir fuera el iniciado por la notable "Freeway" (id., Matthew Bright, 1996), donde la acción pasaba a la actualidad con todas sus consecuencias, pero sin por ello alterar las líneas maestras de la historia de Caperucita roja. Por desgracia, no dejó de ser un simple oasis que ni siquiera logró mantener el nivel en una segunda entrega también dirigida y escrita por Matthew Bright apenas tres años después. Se mantenía la idea , aquí el cuento actualizado era "Hansel y Gretel"-, pero el resultado rozaba lo catastrófico, poniendo así fin a cualquier posible continuidad. El problema con la moda actual es que la línea imaginaria entre el sano entretenimiento más o menos descerebrado y la posibilidad de ser un simple sacacuartos es bastante fina, siendo bastante más habitual lo segundo, que es precisamente lo que sucede en el caso de "Jack el caza gigantes" ("Jack The Giant Slayer", Bryan Singer, 2013).
No hay que remontarse mucho para encontrar la última producción destacada que tomaba prestada la premisa de "Las habichuelas mágicas", ya que era la base no reconocida de la divertida "El gato con botas" ("Puss in Boots", Chris Miller, 2011), aunque hay varias adaptaciones más a lo largo de la historia del cine. Bryan Singer lo tenía relativamente sencillo para superarlas a todas ninguna de ellas es especialmente memorable pero ha preferido apostar por rodar una aventura impersonal en la que no hay rastro alguno del talento del director que nos maravilló con "Sospechosos habituales" ("The Usual Suspects", 1995) y no tuvo problemas en confirmar su capacidad para la puesta en escena con "X-Men" (id., 2000) y su primera secuela.
El primer gran fallo de Singer fue rodar un insustancial reboot de las aventuras de Superman, pero las cosas fueron a peor con su desacertado trabajo en "Valkiria" ("Valkyrie", 2008), donde mostraba una alarmante incapacidad para insuflar vida alguna al relato que nos estaba contando. Sin embargo, Singer ha tocado fondo en "Jack el caza gigantes", ya que opta por una puesta en escena completamente impersonal, dejando la sensación de que su único objetivo es rodar en piloto automático un éxito fácil que relanzase su deteriorada carrera. El único momento que merece ser destacado es en el que vemos cómo los dos protagonistas reciben una reprimenda, pero se debe exclusivamente a una acertada utilización del montaje paralelo para incidir en las similitudes entre dos personajes condenados a iniciar el típico y ya cansino romance entre princesa y plebeyo.
La insípida historia de amor rara vez consigue provocar empatía alguna con el espectador, pero esto no es más que una de las múltiples deficiencias del guión de Christopher McQuarrie, Darren Lemke y Dan Studney. Cada vez estamos más habituados a los libretos de grandes blockbusters en los que las cosas pasan entre sí, sin explicación satisfactoria alguna que cohesione el conjunto, pero es que aquí no hay pudor alguno en estirar tanto los límites de la ingenuidad que todo se viene abajo con rapidez. Hay varios apuntes el gigante que no está de acuerdo con los métodos de su líder o el conspirador que quiere hacerse con el control del mundo que llevan a pensar que su subtexto político va a ofrecer algún tipo de redención a la calamidad que estamos viendo, pero éstos acaban revelándose como meras ocurrencias que no llevan a ninguna parte.
Los hechos se suceden sin ton ni son mientras vemos cómo Singer malgasta era difícil dejar de verlo en mi mente quemando billetes por la mera diversión de hacerlo los casi 200 millones de dólares que ha costado "Jack el caza gigantes". El diseño de las criaturas del título aún tienen un pase ,hay una diferenciación entre ellos bastante aceptable y no se notan los trucajes visuales- por ridícula que sea la segunda cabeza mongoloide del gigante más duro de todos. El problema es que el resto es una sucesión de desaciertos el visualmente anticuado prólogo en la que el derroche en efectos visuales ni siquiera se traduce en belleza paisajística alguna o en una utilización reseñable del 3D, ya que esta cansina tecnología ni siquiera es perceptible durante como mínimo el 99% del metraje.
Mi última esperanza estaba en un reparto que contaba con la presencia de varios intérpretes a los que respeto o incluso admiro ya he reconocido varias veces mi debilidad por Stanley Tucci, pero la descripción de sus personajes en el guión es un cáncer tan avanzado que nada pueden hacer para reconducir la situación. De hecho, Ian McShane da bastante pena como rey honrado y comprometido, Ewan McGregor roza lo caricaturesco cuando se supone que está dando vida a un lozano y valiente caballero y Tucci apenas tiene un par de breves momentos en los que lucir su talento, siendo totalmente intrascendente como regla general. La cosa va a peor con los auténticos protagonistas, pues Nicholas Hoult jamás consigue trascender el corte de pelo propio de un paleto pueblerino que luce ,tampoco ayuda el nulo carisma que demuestra-, mientras que la poco conocida Eleanor Tomlinson no va más allá de ser una cara bonita que tiene el capricho de vivir una aventura que se les va a todos de las manos.
Nunca me ha gustado calificar como morralla a una película, pero "Jack el caza gigantes" hace demasiados honores lamentable guión, inexistente trabajo de dirección, olvidables interpretaciones, discretos efectos visuales, etc. como para no ceder a la tentación de otorgarle ese dudoso honor a esta superproducción con la que ojalá Warner pierda mucho dinero. No es resquemor en otro tiempo simplemente habría procedido a olvidar su mera existencia, pero es que muchos ejecutivos eso es lo único que entienden y sólo así llegará el día en el que tengan que replantearse el dejar de hacer blockbusters tan aburridos y sin alma como éste.
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Es Noticia, Oz, un mundo de fantasía, vulgar truco de trilero - 10/03/2013 13:12:16

" Aunque sólo lleve aquí una semana, los debates internos que se han ido generando entre los redactores de este vuestro espacio de cine durante estos últimos siete días me han dejado en no pocas ocasiones patidifuso por su profusión, elocuencia y variedad argumentativa. En uno de ellos, establecido a dos bandas entre Pablo y Mikel, el primero comentaba que "cada vez estoy más en contra de hacer crítica convencional con las grandes producciones destinadas a los niños". Como quiera que fue un diálogo que se estableció a altas horas de la madrugada del viernes y que yo acababa de llegar del cine después de ver este "Oz, un mundo de fantasía" ("Oz, the great and powerful", Sam Raimi, 2013) con un tremendo dolor de cabeza más acerca de esto, en breves momentos, no añadí nada al respecto, reservándome para esta crítica que aquí arranca el abundar sobre una afirmación para la que la cinta de Sam Raimi viene como anillo al dedo.
De un tiempo a esta parte he decidido someter mi natural curiosidad cinematográfica a un duro experimento y, a no ser que sea estrictamente necesario, intento acudir al cine a ver tal o cual producción sabiendo lo mínimo acerca de ella y con la expectación inalterada en uno u otro sentido. En este estado que podríamos definir como "cuasi virginal" he ido observando como la ausencia de toda la información que uno puede encontrar disponible a un clic de una parte, y la de una disposición previa, ya sea negativa o positiva, por la otra, ayudan sobremanera a que el visionado de una película sea algo mucho más cercano por supuesto, salvando las distancias a cómo acudíamos al cine a ver el superestreno del mes cuando éramos pequeños.
Así las cosas, ¿qué sabía de "Oz"?. Pues poco más que el hecho de que venía dirigida por Raimi, que era una suerte de precuela de la magistral "El mago de Oz" ("The wizard of Oz", Victor Fleming, 1939), que venía protagonizada por James nuncadeberíahaberpresentadolosOscar Franco y mi adorada Rachel Weisz y que, horror, era una cinta de "los productores de Alicia". Aun sabiendo esto, y detestando como detesto la absurda e infumable adaptación que Tim Burton y Disney perpetraban hace tres años, decidí no hacerme ninguna idea preconcebida y acometer esta superproducción sin prejuicio alguno.
Desafortunadamente, y aunque lo intenté con ganas y durante la primera hora de metraje confié una y otra vez en que Raimi sería capaz de arreglar el cenagal en el que se iba hundiendo a cada minuto de proyección, me fue imposible evitar terminar profiriendo sonoros bufidos y ahogados bostezos que eran compartidos no ya por la pareja que me acompañaba a verla que salió de la sala tanto o más cabreada que un servidor si no por la parte más cercana a mi butaca de la sesión en la que me encontraba; finalizando, como decía más arriba, con un horrible dolor de cabeza también compartido provocado en buena parte por un 3D "incómodo" que se desenfocaba en no pocas ocasiones a la que la cámara hacía un barrido rápido por los coloristas escenarios virtuales creados para la ocasión.
Retomemos ahora el comentario de mi compañero Pablo y arrojemos algo de luz sobre mi opinión acerca de él. Si por crítica convencional entendemos aquella que maneja los valores habituales en los que solemos fijarnos a la hora de sopesar si una cinta "es buena o no", ya se sabe, dirección, interpretaciones, banda sonora, diseño de producción, fotografía, montaje… entonces tengo que admitir que voy a ser tremendamente convencional en lo que resta de discurso para con esta entrada.
Resulta tremendamente sencillo etiquetar a una producción Disney como infantil y pretender así que no pueda medirse por el mismo rasero que, por ejemplo, la última cinta de Terence Malick. Está claro que un porcentaje altísimo del público que irá a ver la primera nada tiene que ver con el que acudiría a ver la segunda. Pero habrá un sesgo que sí lo haga, y es precisamente para estos para los que entiendo que escribimos estas líneas, para unos lectores que suponemos tienen cierta formación cinematográfica. Y me parece que no recurrir a discretizar lo que funciona o no de cierto tipo de producciones por el mero hecho de pertenecer a un género concreto o ir orientada a un grupo muy específico de público sería limitar de forma drástica la labor del crítico y, por ende, lo que podríamos ofreceros.
No creo que por el mero hecho de ser una cinta de fantasía, la valoración de "Oz" deba quedar exenta de acercarse a lo irregular de la dirección de un Raimi que, conforme pasan los años, va acusando más y más su mal acomodo a las superproducciones, obcecado como sigue en adaptar aquellos tics que ya mostraba en "Posesión infernal" ("Evil dead", 1981) a una cinta con necesidades completamente opuestas la escena del camino del bosque oscuro es claro ejemplo de lo mucho que sobra aquí.
Dudo que vuestra opinión hacia nuestro trabajo fuera la misma si, llegado el caso, no pudiéramos sacar a relucir lo inane de la partitura de un Danny Elfman que se limita a repetir los mismos patrones orquestales que ya le hemos oído incontables veces, no encontrando aquí ese motivo con el que sí ha logrado otras veces insuflar vida propia a títulos como "Eduardo Manostijeras" ("Edward Scissorhands", Tim Burton, 1990) o "Big fish" (id, Tim Burton, 2003). O que, porque son argumentos que una cinta de este género no necesita valorar, nos viéramos obligados a evitar apuntar las pobres interpretaciones de la práctica totalidad del reparto, empezando por un James Franco con cara de alucinado al que le viene grande, muy grande, el papel de Oz quién sabe lo que Robert Downey Jr, originalmente elegido para este papel, habría hecho con el personaje y terminando con una Rachel Weisz que está completamente fuera de lugar.
Si algo dejó bien demostrado la trilogía de "El señor de los anillos", es que la fantasía es un género tan legítimo como cualquier otro y que, aún rodeada de todo el esplendor técnico y todo el despliegue de efectos visuales que se quiera, se puede contar una historia del mismo calado humano que cualquier drama "serio" sin que por ello la hondura y validez del mensaje que se pretende transmitir quede diluido lo más mínimo, siendo susceptible por tanto de una crítica que pondere con parámetros habituales su validez.
Las pretensiones de "Oz, un mundo de fantasía" no van, lamentablemente, en la misma dirección que las cintas de Jackson, y este circo de cinco pistas no pasa de ser un grandilocuente decorado incapaz de ocultar que su base sólo queda articulada por unos endebles mimbres. Unos cimientos que no servirían ni para poner en pie esa feria ambulante que abre un metraje que carece de momentos memorables, que discurre entre la incómoda barrera que separa el homenaje sentido y consciente de la burda copia y que plantea, ahora más que nunca, la imperiosa necesidad de que los grandes estudios decidan de una vez abandonar todas aquellas políticas empresariales que han terminado convirtiendo el sesgo más llamativo de este arte en la recurrencia de ciertas fórmulas "infalibles" destinadas a sacar dinero.
Resulta dolorosamente obvio el hecho de que por mucho que patalee desde este pequeño rincón de la blogosfera nada cambiará mientras este tipo de cine siga consiguiendo taquillajes millonarios, más, a este respecto, quisiera terminar apostillando mis serias dudas acerca de que, aunque ya se haya dicho por ahí que el guión de la secuela ya está en marcha, "Oz" consiga recaudar los 650 millones de dólares que la "harían rentable". ¿Me equivocaré?
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"Oz, un mundo de fantasía", la magia que necesitamos
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Que opina usted? Oz, un mundo de fantasía, la magia que necesitamos - 07/03/2013 9:31:37

" El escepticismo es la postura más razonable antes de acometer el visionado de una gran superproducción de Hollywood. Hay casos en los que podremos encontrar grandes películas como "Skyfall" (id., Sam Mendes, 2012), pero lo más habitual es que no pasen de ser meros pasatiempos más o menos conseguidos o directamente mediocridades indignas de nuestra atención. El problema adicional es que son más comunes los casos en los que estos blockbusters de calidad discutible dan beneficios que los que obligan a sus productores a replantearse la situación, por lo que parece difícil que esto vaya a ir a mejor en el futuro. El último gran ejemplo que hiciera tambalearse a la compañía que había detrás fue "John Carter" (id., Andrew Stanton, 2012), y ahora existe cierto miedo en Disney sobre la posibilidad de que pase lo mismo con "Oz, un mundo de fantasía" ("Oz: The Great and Powerful", Sam Raimi, 2013).
El gran problema para Disney es que han gastado la friolera de 325 millones de dólares entre costes de producción e inversión publicitaria y, por regla general, se entiende que se ha recuperado lo invertido cuando una película logra recaudar el doble de lo que ha costado. "Oz, un mundo de fantasía" tendría entonces que convertirse en una de las 63 películas más taquilleras de todos los tiempos todo ello sin contar los ajustes inflacionarios para no considerarse una fracaso o, como mínimo, una decepción. La gran diferencia entre "Oz, un mundo de fantasía" y "John Carter" es que la película de Sam Raimi cuenta a su favor para conseguirlo el ser un estupendo entretenimiento para toda la familia que cuenta con el cariño añadido de muchos espectadores hacia "El mago de Oz" ("The Wizard of Oz", Victor Fleming, 1939) y no un, siendo generoso, fallido intento de crear un universo propio como sucedía con la cinta de Andrew Stanton.
Me gustaría aclarar antes de nada que nunca he tenido una especial debilidad hacia "El mago de Oz". De hecho, ni siquiera me gustaba siendo niño y fue en un visionado ya como adulto cuando conseguí ver casi todas las virtudes que muchos adjudican a este clásico inmortal de la historia del cine. "Oz, un mundo de fantasía" intenta jugar con las mismas cartas en su función de precuela de la película de Victor Fleming, tanto en contenido un mensaje esperanzador pese a los obstáculos que surjan por el camino como en forma mucha atención al acabado visual, en especial a la viveza de algunos colores, algo llevado más al extremo en la cinta de Sam Raimi. Otra asunto distinto es que todo no esté igual de equilibrado ,un poco menos de metraje le hubiera venido muy bien a la cinta que ahora ocupa- y que "Oz, un mundo de fantasía" no consigue replicar la magia cinematográfica de "El mago de Oz", aunque eso no quiere decir que esté exenta de ella.
El ingenuo optimismo es cada vez más escaso en una época dominada por el cinismo o la desesperanza ante la crisis económica global que está afectando con especial fuerza a los españoles. "Oz, un mundo de fantasía" es una respuesta a esa necesidad de volver a creer en que todo se arreglará si colaboramos juntos en esa dirección. La experiencia vital antes de llegar a Oz del encantador sinvergüenza interpretado con soltura por James Franco sirve para recordarnos que el individualismo sólo te permitirá llegar hasta cierto punto, siendo imposible llegar a conocer la auténtica felicidad. Quizá por ello y por el simple lucimiento visual Raimi opta por remarcar la importancia del grupo dentro de Oz mediante una clara tendencia a la utilización de planos abiertos, sólo cerrando realmente el encuadre para escenas íntimas claves en la evolución interior del protagonista y del propio espectador.
"Oz, un mundo de fantasía" hace gala de un tremendo despliegue de medios visuales muy efectivos en general, aunque haya algunos detalles, en especial al poco de llegar a Oz, que delaten su artificiosidad para sumergir al espectador en la trama. Raimi acierta de pleno al apostar por el blanco y negro y una imagen con un aspect ratio de 4:3 propio del cine mudo y que fue cayendo en desuso con la llegada del color para contarnos las peripecias iniciales del protagonista como un mago mujeriego de poca monta. Ya aquí se nos recuerda la utilización del 3D algo intrascendente cuando la acción tiene lugar en Oz como una tecnología exógena a esa época al aparecer en los márgenes negros de la imagen. Este detalle puede desconcertar a los espectadores que sólo estén habituados al cine moderno, pero su presencia va mucho más allá de ser un mero capricho de Raimi, ya que es el punto de apoyo de la naturaleza de "Oz, un mundo de fantasía" como homenaje al propio cine. Y lo mejor de todo es que lo consigue sin tener que decírselo de forma directa al espectador, sino incidiendo en los deseos de su protagonista y mostrando la capacidad de fascinación del séptimo arte pese a sus innegables raíces de "simple" ficción.
Uno de mis grandes miedos ante "Oz, un mundo de fantasía" es que cayera en la más baja forma del infantilismo a través de Finley el mono sirviente parlante y con alas y de otros elementos en los que la ingenuidad de su propuesta afectase al resultado final, pero lo cierto es que no hay nada realmente insoportable. Es cierto que la bondad de la bruja buena y sus seguidores puede resultar frustrante y que hay situaciones en las que Finley no deja de ser un secundario cómico pero de humor blanco no, blanquísimo bastante prescindible, pero no son más que pequeños bajones del guión de Mitchell Kapner y David Lindsay-Abaire a partir de la novela de L. Frank Baum que abría la extensa serie ambientada en el mundo de Oz. Eran otros tiempos y por aquel entonces lo habitual era remarcar al máximo la diferencia entre el bien y el mal, dejando un espacio casi inexistente para esos grises que tanto valoramos en la actualidad. Esto se traduce en pequeñas decepciones como que una, eso sí, radiante Michelle Williams no pueda desplegar todo su talento interpretativo, pero es un sacrificio en aras de un objetivo mayor: Hacer sentir bien al espectador sin caer en lo ofensivo hacia su inteligencia.
Puede que "Oz, un mundo de fantasía" diste mucho de ser una película perfecta, pero sí es un entretenimiento muy recomendable en los tiempos que corren. Con el pesimismo cada vez más presente en nuestra sociedad, estamos ante una agradable experiencia cinematográfica que ofrece un mensaje de esperanza a todos aquellos que estén pasando por un mal momento. Un sentido homenaje a la magia del cine, un espectáculo de primer nivel en lo visual y, sobre todo, una película en la que merece la pena emplear nuestro tiempo. No será un ejemplo del cine que realmente queremos, pero sí del que necesitamos en la actualidad.
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Información: Transformers, menos de lo que tus ojos ven - 15/12/2012 22:44:10

" El cubo es también una fuente de poder y guerra. El enfrentamiento entre Decepticons y Autobots salpicará las vidas del joven Sam Witwicky (Shia LaBeouf) y su pretendida Mikaela Barnes (Megan Fox) además del ejército, liderado por un valeroso coronel (Josh Duhamel).
En cierto sentido la adaptación de estos juguetes, que fueron añejo y anticuado serial animado en los ochenta y lujosa saga multiplataforma durante los noventa, tiene todo el sentido para que Michael Bay realice su película más personal, dado que es una historia de coches preciosos que se convierten en armas de destrucción masiva.
Podría ser una película erótica. El guión de Alex Kurtzman y Roberto Orci, con toques de John Rogers, esfuerza sus referencias hacia "Regreso al futuro" (Back to the future, 1985), pero estamos muy lejos del ansiado tesoro de la fama Amblin dado que en esta rutinaria superproducción todo el ruido que haga referencia a estructuras narrativas coherentes está más o menos fuera de toda lógica.
Me hubiera gustado que Michael Bay hiciera algo más que ensordecer y planificar con dudoso gusto y rigor compositivo. De hecho, lo que hace es violentar los patrones de montaje adecuado. Me voy a explicar: emplea las panorámicas, los planos de grúa pero nunca permite a los espectadores juzgar la magnitud de lo que sucede, que en el fondo es una vaga actualización de conceptos del anime que ya la saga de juguetes adaptaba para el gusto occidental.
La película supuso la revelación de una estrella cuya trayectoria interrumpida es también un epítome de los tiempos en los que se periclitan los eslóganes de la prensa de Hollywood mayoritaria y no se mantiene una sana distancia respecto a los publicistas y las recaudaciones de taquilla. Ni Fox o LaBeouf son esas dos emergencias venidas de Hollywood, si dos actores en cuestión, la primera con un recorrido mayor que el segundo.
Aquí ella ejerce de objeto sexual, con la diferencia de que disfruta de los coches. Es, en pocas palabras, la fantasía bakala definitiva para que él, un chico patoso pero graciosillo, encuentre en un encanto realmente ignoto a mis ojos heterosexuales, aunque sensibles, una pareja a la altura de no sé sabe qué baile (¿el de robots?).
Desafortunadamente este aburrido mazacote de verano dura unos 152 minutos y si Bay no quiere planificar la acción con un montaje más sereno y un rigor compositivo para que los efectos "narren y nos hagan presentes" en vez de lucir (vemos tornillos golpearse, todo el tiempo, sin mayor criterio) pues lo que sucede es que cualquier espectador sensible a la grandeza de los mejores directores de superproducciones añoran a James Cameron o Steven Spielberg.
Muchos coches de lujo, muchos soldados y una sensación de que ni siquiera la estupidez se cubre de insólita belleza. Un entretenimiento de la más baja estofa. Aunque mi compañero Caviaro discrepa.
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Interesante, El origen de los guardianes, los otros vengadores - 05/12/2012 4:43:40

" Dreamworks fue la hermana gamberra del cine animado de Hollywood durante muchos años, llegando a tal punto que mucha gente perdió todo interés en que algún día realmente pudiera convertirse en un rival serio para Pixar. El enorme éxito de la franquicia Shrek contaminó al resto de sus largometrajes, saliendo de vez en cuando producciones más estimulantes como la simpática "Kung fu panda" (Mark Osborne y John Stevenson, 2008), pero las cosas no empezaron a cambiar hasta la llegada de la estupenda "Cómo entrenar a tu dragón" (How To Train Your Dragon, Dean Deblois y Chris Sanders, 2010). No es que "Megamind" (Tom McGrath, 2010) o "El gato con botas" (Puss in boots, Chris Miller, 2011) fueran grandes maravillas, pero sí que se vislumbraban esos aires de cambio que "El origen de los guardianes" (Rise of the Guardians, Peter Ramsey, 2012) no sólo confirman, ya que los lleva a otro nivel al ser la primera película animada que realmente asimila las convenciones de un blockbuster de cine en acción real.
Estoy convencido de que habrá no poca gente que habrá reaccionado con escepticismo ante mi última afirmación, acordándose de títulos como "Los increíbles" (The Incredibles, Brad Bird, 2004) y su utilización de varios aspectos típicos de un blockbuster superheroico, pero no podría estar más en desacuerdo en calificarla como tal. Y es que la estupenda cinta de Brad Bird tenía un mayor interés en la trama familiar que en realmente explorar sus posibilidades como gran entretenimiento de masas. Cierto que también funcionaba como tal, pero no era más que una consecuencia de enfrentar a los protagonistas con un villano, algo presente en casi toda producción animada, siendo también uno de los aspectos más criticados por los pocos detractores de "Los increíbles.
Eso no sucede en "El origen de los guardianes", donde el pasado de Jack Escarcha es perfectamente equiparable a la amnesia de Lobezno, pero sin estirarla demasiado para que los más pequeños de la casa puedan disfrutar más de este aparente intento de rehacer "Los vengadores" (The Avengers Joss Whedon, 2012) con personajes propios del imaginario colectivo infantil. Este punto, que seguramente ahuyente a no pocos espectadores adultos, es una de las grandes claves para atrapar a nuestro niño interior, ese que uno aún ha de mantener con vida para poder disfrutar realmente de "El origen de los guardianes". No confundáis esto con que estemos ante una historia únicamente interesante para los más pequeños de la casa , aunque yo he de reconocer que con 10 años hubiera sido el mayor fan sobre el planeta de la película-, pues no faltan los detalles lúgubres y desesperanzadores en el guión de David Lindsay-Abaire. No son grandes traumas o grandes reflexiones vitales, pero sí las que uno podría esperar en una superproducción de las buenas.
Ir señalando paso a paso los nexos en común con el blockbuster tradicional sería una tarea cansina tanto para mí como para el lector, pero creo que es vox pópuli que su premisa gira alrededor de un grupo de protectores de la infancia formado por Santa Claus, El Hada de los Dientes, El Conejo de Pascua y El Hombre de Arena que tienen que luchar contra El Hombre del Saco cuando éste rompe el orden establecido, teniendo que pedir ayuda a Jack Escarcha para ello. En condiciones normales, cada uno de ellos hubiera tenido su propia película introductoria para que en su reunión no fuese necesario caer en esas introducciones cansinas que acaban lastrando a no pocas producciones de este calado, pero aquí se decide, con mucho acierto, que todo el mundo está lo suficientemente familiarizado con estas criaturas mitológicas como para no perder más de la mitad de metraje presentándolos, pues utilizan a Escarcha como representante del espectador , rebelde, curioso e indeciso ante la propuesta que recibe-, para conocerlos a todos. Además, no falta una acertadísima capa de humor para recalcar el componente más ligero del relato , el running gag que atañe a uno de los yetis de Santa Claus-.
Esta agilidad inicial resulta clave también para que los espectadores con un relación más superficial con unos personajes ajenos a su cultura , no falta un simpático apunte sobre esto- no se pierdan por camino o, peor aún, empiecen a aburrirse. Aquí lo importante no es tanto que "El origen de los guardianes" sea una representación ideal de sus protagonistas, sino las posibilidades de estos para ofrecernos un grandísimo entretenimiento. Ésta es la gran virtud de la película, ya que todos los implicados parecen conscientes de ello, incluyendo varios tópicos efectivos como las dudas del héroe, los progresos del villano con su plan y, siendo aquí vital la naturaleza fantástica de sus protagonistas, la posibilidad de saltarse lo que uno normalmente entendería como lógico , ¿Por qué los guardianes ganan o pierden poder según los niños crean o no en ellos pero eso parece no afectar a Jack Escarcha?- . Esto último es especialmente palpable en la resolución de la historia, donde el uso de deux ex machinas o, si prefería llamarlo así, exceso de casualidades tampoco se aparta de -lo habitual en casos así , ¿Alguien se acuerda de la bomba hiperinestable de la última de Batman recibiendo varios golpes como si nada o las grúas del reboot de las aventuras de Spider-Man?. Aquí sucede algo parecido, pero su componente fantástico y un poco de manga ancha por parte del espectador es suficiente para que nunca sea molesto.
Las irregularidades llegan en el apartado técnico. No tengo ninguna pega que poner a la supervisión de Peter Ramsey de la animación llevada a cabo, ya que está perfectamente ejecutada, no podría ser más fluida, juega muy bien con el contraste entre lo positivo y lo negativo, tiene personalidad propia , uno no se acuerda de otras cintas animadas ante el derroche de creatividad del que hace gala- y resulta llamativa a la vista sin que esto sea una forma de compensar un guión para olvidar, pero la película presenta un grave problema en este apartado que bien podría explicar su tibia reacción en Estados Unidos: La falta de atractivo del diseño de los protagonistas. Esto ya era evidente en los avances que se lanzaron, pero ninguno de los personajes principales resulta especialmente memorable en este apartado, siendo quizá lo más grave su villano, muy plano y superficial, mientras que El Hada de los Dientes o El Conejo de Pascua están a nada de destacar por su fealdad, sobre todo en el caso de la primera. Sí que funciona el contraste de estilo entre Jack Escarcha y su look de personaje de videojuego con el resto de los guardianes, pero en su caso el problema es caer en lo anodino en sus rasgos. Este punto puede resultar insignificante para muchos, pero es una pena que haya un contraste tan marcado entre la calidad de su animación y la , relativa- vulgaridad visual de sus protagonistas.
En definitiva, "El origen de los guardianes" es un estupendo entretenimiento que hará las delicias de los más pequeños de la casa, pero que también funciona a las mil maravillas como cruce entre producción infantil y los rasgos narrativos propios de un blockbuster para que los ya mayores también pasen un buen rato. No faltan ciertos problemas, principalmente en su resolución, pero el componente mágico de la propuesta hace todo mucho más perdonable, en especial cuando uno ha disfrutado como un enano hasta entonces. Lástima, eso sí, que no se trabajasen algo más el diseño de los personajes, ya que están muy lejos de ser tan atractivos como el excelente trabajo de animación reinante.
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Interesante, Prometheus y las imposiciones de cambios en Hollywood - 17/10/2012 1:32:18

" Es obvio que cuando quieres hacer una gran superproducción en Hollywood tienes que estar dispuesto a aceptar que la productora en cuestión imponga una serie de cambios en lo que esperabas que acabase siendo tu película. A veces no es más que una mera forma de reducir el presupuesto que sería necesario o adecuar algún personaje a un actor concreto que el estudio ve ideal para la futura carrera comercial de la cinta en cuestión, pero también hay casos mucho más sangrantes como el de "Prometheus" (Ridley Scott, 2012). Estamos ante el que seguramente sea el estreno más polémico de este pasado verano, habiendo quedado demostrado que desata amores y odios en una proporción similar, pero lo que acabamos viendo tiene mucho más que ver con los deseos de Fox que con la intención inicial de Ridley Scott.
En una reciente entrevista, Jon Spaiths nos ha desvelado la realidad acerca de esas lagunas de guión que tanto han dado que hablar desde el estreno de "Prometheus". Lo cierto es que Spaiths no tenía ningún tipo de experiencia como guionista cuando Ridley Scott decidió que era el indicado para escribir lo que estaba pensado que fuera una simple precuela de la excelente "Alien, el octavo pasajero" (Alien, Ridley Scott, 1979), una forma de cerrar el círculo con una película más y quedar tan amigos con Fox. Sin embargo, en la productora pensaron a última hora que "Prometheus" era la ocasión ideal para crear una nueva franquicia que les proporcionase pingües beneficios, algo que daban por sentado que no iban a volver a encontrar con ninguna nueva aventura de la teniente Ripley. ¿Su decisión? Contratar a Damon Lindelof para introducir una serie de cambios en el guión de Spaiths.
Hay que estar bastante ciego para no reconocer que todos los fallos que se mencionan en el divertido vídeo (y alguno más que se dejan) son completamente ciertos, pero el problema es que la gran mayoría de ellos fueron por las modificaciones a modo de mercenario del propio Lindelof. ¿Cuál fue la máxima que recibió antes de ponerse a meter mano en el libreto de Spaiths? Alejar la película todo lo posible del universo Alien, sin importar demasiado si para ello había que hacer algunos cambios incongruentes o introducir situaciones tirando demasiado hacia lo absurdo, pues el rodaje tenía que empezar lo antes posible.
Para que os hagáis una idea (llegan los spoilers de "Prometheus"), la sala repleta de urnas misteriosas que desprenden un líquido negruzco que ha generado mucho debate era en realidad una estancia repleta de huevos de Alien. Además, de uno de ellos tenía que salir uno de los míticos facehuggers que era el que iba a infectar al personaje interpretado por Logan Marshall-Green, el cual moría poco después (su cabeza explotaba) cuando estaba a punto de copular con Noomi Rapace. La infección de ella venía motivada por el hecho de que David (Michael Fassbender) era un personaje mucho más oscuro y maligno, trabajando mucho más en su interés por la cultura de los ingenieros y volviéndose finalmente contra Rapace cuando ella intentaba detenerlo. ¿Cómo? La ataba y está jugueteando un rato con un facehugger antes de lanzarlo contra ella, la cual queda infectada en el proceso.
El problema es que en la versión final no hay explicación alguna que justifique que David decida infectar/envenenar por las buenas a Marshall-Green con la polémica sustancia negruzca. Sin embargo, la cosa va a más en lo referente a la secuencia de Rapace intentando deshacerse de la criatura que habitaba en su interior, la cual no quedaba atrapada en la millonaria maquina médica, sino que era expulsada al exterior, mientras que ella se quedaba dentro, inconsciente y con la máquina curándola durante ocho largas horas. El Alien se dedicaba en ese rato a atacar cruelmente al resto de la tripulación. Sin embargo, eso no cuadraba con las exigencias de Fox, así que Rapace se recupera milagrosamente de su operación y el Alien pasa a ser un extraño pulpo que se queda allí atrapado. Sin comentarios.
Es obvio que se trabajó mucho en la apariencia que debería tener el Alien en una precuela, para lo cual se diseñaron hasta ocho versiones diferentes para mostrar en "Prometheus" los orígenes del mismo y sus diversas fases evolutivas. Todo eso acabó en la basura cuando Fox decidió romper con la famosa franquicia, dejando, eso sí, una breve aparición al final de la película de lo que se conoce como Proto-Alien. Esta criatura, fruto de una extraña combinación genética, es el claro punto de unión con "Alien, el octavo pasajero", pero también una muestra de cobardía por parte de la productora al no decidirse a abandonar de forma definitiva la conexión de "Prometheus" con la misma.
Que los cambios hayan resultado apasionantes o sean la fuente de lo que ha acabado convirtiendo a la película en un bodrio es algo aparte, pero si algo me quedó claro cuando se hizo público que Ridley Scott había declinado el ofrecimiento de hacer un montaje del director (algo muy habitual en él), es que "Prometheus" no es la película que realmente quería hacer (quizá por eso quiso hacerla más personal intentando incluir una conexión directa con "Blade Runner" finalmente descartada), habiéndose centrado en resolver la papeleta lo mejor que ha podido. Habrá que ver si acaba dirigiendo la secuela ya confirmada, pero no las tengo todas conmigo cuando ya en su momento se mostró reticente a ponerse al frente de la primera entrega.
No es que "Prometheus" sea el único caso en el que ha sucedido algo así, ya que también recuerdo unas declaraciones de Kevin Smith en la que decía que el productor de la película sobre Superman que él iba a escribir le exigió incluir una araña robótica gigante en la misma. ¿Los motivos? Le gustaba tanto la idea que no dudó en reaprovecharla para la olvidable "Wild Wild West" (Barry Sonnenfeld, 1999). Y es que sé que es un tanto ingenuo pedir libertad total cuando estás al frente de una producción que cuesta más de 100 millones de dólares, pero en Hollywood deberían hacerse mirar lo de incluir cambios en los guiones por motivos puramente comerciales. O como mínimo dar más tiempo para conseguir insertarlos en la trama de una forma congruente con la misma. Tampoco es pedir tanto, ¿verdad?
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