miércoles, 13 de marzo de 2013

Hoy se acaba el mundo: cine apocalíptico y de Mary Harron

Que opina usted? Hoy se acaba el mundo: cine apocalíptico - 21/12/2012 0:43:29

" Creencias o falta de ellas aparte, cualquier ocasión es buena para hacer repaso a algún tipo de cine. El final del calendario maya, previsto para hoy, 21 de diciembre de 2012, es un motivo como cualquier otro para hacer balance de las películas apocalípticas y post-apocalípticas. Que haya habido errores de cálculo para llegar a esta fecha o interpretaciones libres y exageradas de la predicción, pues se dice que quizá no hablaba del final del mundo, no nos impide tomárnoslo como hito para detenernos y realizar un post especial.
Las artes en general y el cine en particular han tocado el apocalipsis en numerosas ocasiones y, aunque en lo que nos ocupa, muchas veces los resultados han sido películas de serie Z, de ínfimo presupuesto y poca aportación argumental, el caso es que el concepto en sí tiene su atractivo.
A mí, particularmente, me atrae más el post-apocalipsis, pero por supuesto, colocándome siempre en el papel de una de las supervivientes , gracias a la misma trampa con la que los amantes del cine de época siempre se creen que habrían estado entre la aristocracia que protagoniza estas películas y no entre los campesinos con una esperanza de vida de 30 años,. Eso de que haya muerto casi todo el mundo y que se pueda deambular por las calles, cotillearlo todo, entrar en cualquier parte y comportarse de formas ridículas sin que nadie te diga nada, para mí tiene cierto atractivo. Ya que en ocasiones disfruto la soledad, esas imágenes de ciudades en las que no hay ni un alma me fascinan. Y no es que os esté deseando a todos la muerte, es solo un pensamiento fugaz.
Apocalipsis con mensaje
Casi siempre que se elige narrar una historia sobre el final de nuestros días, no basta con plasmar la aventura provocada por los peligros y los desastres, sino que subyace la intención que transmitir un mensaje. Este podría venir en forma de advertencia sobre lo que estamos haciendo con el planeta, de la que surgirían las películas apocalípticas con un enfoque ecologista. Asimismo podría llegar a la manera de una crítica a la sociedad y a hacia la deshumanización causada por los avances tecnológicos, de la que nace una vertiente más cercana a la ciencia ficción. Podría ser también una amenaza sobre los comportamientos, que se plasmaría en un cine con un cariz más religioso. Tal vez el reflejo de un problema que asusta a los ciudadanos en un momento concreto, de lo que podríamos poner como ejemplo el apocalipsis nuclear…
Son muchas las posibilidades, pero en todos los casos apreciamos que el tema sirve muy bien de base para suscitar debates o para analizar de manera psicológica y profunda a sus protagonistas. Es lógico: poner a tus personajes ante una situación límite hace que demuestren lo que de verdad son. Plantear que los seres que habitan la historia están en las últimas elimina todo lo superfluo y saca a la luz lo verdaderamente importante. De la misma manera, ese final del mundo puede funcionar como alegoría de tantas otras destrucciones que comete la humanidad y de las que habría que ser conscientes.
NOTA: voy a mencionar muchas películas y a poner muchos ejemplos, pero no quiere decir eso que mi post pretenda ser exhaustivo. De hecho, voy a quedarme con el último medio siglo, sin ir más atrás en el tiempo. Si se os ocurren films que no estén entre los citados, me encantará leer sus títulos en los comentarios. Sin embargo, se tratará de otros, de ejemplos complementarios. No quiere decir que se me hayan olvidado, que los haya pasado por alto o que me falte esa información. El artículo, ni mucho menos pretende dar cabida a todos los títulos, ya que una lista completa me suena mucho menos interesante que un estudio sobre formas y porqués.
Catástrofes
Una gran parte del cine apocalíptico pertenece al género de catástrofes. En estos casos, el fin del mundo viene provocado por un desastre natural. Incluso esta vertiente que, de todas las que veremos, podría ser la más simple, ya que se contenta con escenas espectaculares de acción y cierto sentimentalismo ante las muertes y las despedidas; casi siempre conlleva también algún tipo de crítica social o económica, aunque sea ligera.
Ejemplos de estas películas tenemos bastantes y no poco conocidos por vosotros: "2012" (2009) y "El día de mañana" ("The Day After Tomorrow", 2004), ambas de Roland Emmerich, o "Armageddon" (Michael Bay, 1998). En las dos de Emmerich se cumple lo que os decía más arriba: el género me fascina tanto que se convierten en placeres culpables míos, aunque sepa que su calidad no está a la altura de lo que yo las disfruto.
Ciencia ficción
Es normal que la ficción científica tenga un lugar importante en lo que se refiere a mundos que se extinguen, ya que muchos de los autores sitúan este final en un futuro tal vez cercano, tal vez lejano. Por ese motivo, han de inventar una sociedad mecanizada y avanzada en la que se producirán los apocalipsis. Muchas de estas veces, lo que provoca el exterminio viene también como consecuencia de este avance desmedido.
"Doce Monos" ("Twelve Monkeys", 1995, Terry Gilliam) "Terminator" ("The Terminator", 1984, James Cameron) o "Terminator 3: La rebelión de las máquinas" ("Terminator 3: Rise of the Machines", 2003, Jonathan Mostow) serían tres ejemplos de los muchos que hay. Si nos centramos el el tipo de viaje en el tiempo que plantean y que explicaba aquí, veremos que plantean un universo consistente ,la segunda de los Terminators no está incluida porque no responde a ese supuesto,, es decir, aquel que no muta a pesar de los cambios introducidos por los viajeros temporales hacia el pasado, ya que se considera que existe un bucle sin origen que indica que siempre viajaron.
Invasión alienígena
No son pocos los relatos que achacan el fin de la civilización a una invasión extraterrestre. Con la de estropicios que creamos nosotros mismos, tanto al planeta como los unos a los otros, cabría pensar que no haría falta que viniesen de fuera para aniquilarnos. Sin embargo, se hace y se seguirá haciendo porque resulta muy divertido. No hay que olvidar la otra tremenda ventaja en lo que se refiere a la corrección política: en este caso, el enemigo está muy claro, se puede tratar con saña y destrozarlo sin contemplaciones, pues nadie va a salir en su defensa ni a ponerse su parte.
Son numerosos los ejemplos que se pueden poner aquí: "Campo de batalla: la Tierra" ("Battlefield Earth", Roger Christian, 2000), "Independence Day" (Roland Emmerich, 1996), "Starship Troopers" (Paul Verhoeven, 1997), "La amenaza de Andrómeda" ("The Andromeda Strain", Robert Wise, 1971), "La guerra de los mundos" ("War of the Worlds", Steven Spielberg, 2005), "Skyline" (Colin Strause, Greg Staruse, 2010), o "Watchmen" (Zack Snyder, 2009). Mi intención era comentar cada una de las películas, pero sería demasiado extenso ir una por una en este apartado.
Amenaza nuclear
Al incluir la palabra "amenaza", estamos introduciendo un concepto que es interesante tener en cuenta al analizar estas películas. Quizá, cuando acabe la película, se cambie el destino y el fin del mundo no llegue a suceder. El mensaje difiere en gran medida si este final es evitable o inevitable. El tono de los films varía asimismo al añadir la opción de una salvación que seguro que depende de nosotros.
Las películas sobre holocaustos nucleares suelen ser coyunturales y pertenecer a la época de la guerra fría en la que se vivía bajo el yugo de "el botón" famoso. Tenemos en este subgénero films como "¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú" ("Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb", Stanley Kubrick , 1964), "2024: Apocalipsis nuclear (Un muchacho y su perro)" ("A boy and his Dog", L.Q. Jones, 1975) o "Cuando el viento sopla" ("When the Wind Blows", Jimmy T. Murakami, 1986), una de las películas más desoladoras que existen. Que se hiciesen en su momento con una idea muy de la época no significa que no hayan perdurado, ya que cuentan con valores intemporales y sirven de reflejo de su momento.
Perspectiva religiosa
No vamos a negar ahora el papel que tiene la religión en esta creencia del fin del mundo si hasta el término "Apocalipsis", con mayúscula y como nombre propio, proviene de la Biblia. El miedo a la muerte ha llevado a civilizaciones enteras a buscar la posibilidad de morar en otros lugares tras expirar en la Tierra. Pero el fin del mundo destruiría incluso esa esperanza. Algunas películas se han declarado más abiertamente religiosas a este respecto y otras han dejado este aspecto como un hálito subyacente. Otras simplemente lo toman como punto de partida para conocer la causa y de ahí construyen otra historia.
Numerosos son los films que podrían caber en este apartado, pero mencionemos solo algunos de ellos: "Dogma" (Kevin Smith, 1999), "El fin de los días" ("End of Days", Peter Hyams, 1999),"El libro de Eli" ("The Book of Eli", The Hughes Brothers, 2010), "Señales del futuro" ("Knowing", Alex Proyas, 2009). "El Incidente" ("The Happening", M. Night Shyamalan, 2008) vería la religión con un acercamiento panteísta: la naturaleza es Dios, por lo que también lo podríamos considerar ecologista, "Sunshine" (Danny Boyle, 2006) lo que hace es arremeter contra las creencias.
El enfoque dramático
Un poco a caballo con otros géneros, quizá el que más el de catástrofes, podemos encontrar algunas películas que se centran más en la tragedia humana e individual que deja atrás el suceso que en las grandes consecuencias mundiales. "Melancolía" ("Melancholia", Lars Von Trier, 2011), "La hora incógnita" (Mariano Ozores, 1963) o "Deep Impact" (Mimi Leder, 1998) son algunas de ellas. La causa suele ser una catástrofe natural, ya que no se buscan culpas o castigos que llevarían el film hacia otras lecturas. En un principio, para mí podría ser el enfoque que menos me interesaría y el ejemplo de "Deep Impact" lo confirmaría, pero lo cierto es que se pueden lograr hallazgos muy diferentes, como lo que hizo Von Trier.
"3 días" (Francisco Javier Gutiérrez, 2008) es el segundo ejemplo español y como corresponde con nuestra cultura cinematográfica, se centra, ante todo, en el drama. "Happy End" ("Les derniers jours du monde", Arnaud y Jean-Marie Larrieu, 2009") no es española, pero sus personajes vienen a nuestro país. "Buscando un amigo para el fin del mundo" ("Seeking a Friend for the End of the World", Lorene Scafaria, 2012) no se centra tanto en el drama, pero sí en la cuestión personal y, como la anterior, cuenta una historia de amor en momentos poco propicios para el enamoramiento.
It"s the End of the World as we know it
La Tierra no se ha destruido, no ha caído un meteorito demoledor de la raza humana, no ha "implosionado" el universo, pero sí se ha producido el final de la civilización: es el fin del mundo tal y como lo conocemos. La culpa de haber llegado a lo que se ha llegado se achaca en estas narraciones a la ambición desmedida, el consumismo, la deshumanización, etc… Estas películas, obviamente, son las más críticas socialmente. No solo eso, sino que la situación de hambre a la que hemos llegado, con casos reales de niños que viven entre ratas alimentándose de basura a pocos kilómetros de nuestras casas, no se aleja tanto de la atmósfera que las asolaba.
Dentro de este apartado podríamos incluir todas las post-apocalípticas, subgénero solo posible si la destrucción no es completa. "Hijos de los hombres" ("Children of Men", Alfonso Cuarón, 2006) sería un ejemplo perfecto, un reflejo majestuoso de la estética de un mundo no civilizado. "28 días después" ("28 Days Later…", Danny Boyle, 2002) explora más bien la posibilidad de llegar a eso, aún en los albores de ese posible renacimiento. La maravillosa "Wall-e" (Andrew Stanton, 2008), debido a que muestra un planeta Tierra comido por la basura y nos lleva a vivir a otros mundos, también me parece que podría entrar aquí.
"The Road (La carretera)" ("The Road", John Hillcoat, 2010), basada en la novela de Cormac McCarthy, nos habla de una civilización destruida y no nos da el motivo para que lo encontremos en lo que consideremos más podrido de nuestra actualidad. "Soy leyenda" ("I am Legend", Francis Lawrence, 2007), también basada en un libro, en este caso de Richard Matheson, nos sitúa en una post-civilización similar y da pie a esas imágenes desoladoras que mencionaba al inicio. De la misma idea beben tres series actuales o muy recientes: "Revolution", "Falling Skies" y "The Walking Dead".
Cuando el mundo se acabe… quedará Charlton Heston
En varios apartados, he estado dejando fuera de los ejemplos algunas películas que seguro que habéis echado de menos. Por ejemplo, en el de "Es el fin del mundo tal y como lo conocemos", se echaría en falta "Cuando el destino nos alcance" ("Soylent Green", Richard Fleischer, 1972). Me las estaba reservando porque hay un actor que merece un apartado para él solito, ya que ha protagonizado varios de estos films.
Por supuesto, hablamos de Charlton Heston, que casi se lo habría ganado con su papel protagonista en "El planeta de los simios" ("The Planet of the Apes", Franklin J. Schaffner, 1968) y su participación en la segunda ("Regreso al planeta de los simios, "Beneath the Planet of the Apes", Ted Post, 1970) ambas acopladas ,y lo que voy a añadir ahora es un spoiler, también a la idea de que el mundo no se ha acabado, pero sí la forma de vida que conocemos. "El último hombre… vivo" ("The Omega Man", Boris Sagal, 1971) es la adaptación anterior que se hizo de "Soy leyenda", por lo que de nuevo tenemos a Heston en una epopeya post-apocalíptica. Ya en 1964 se había adaptado en "El último hombre sobre la Tierra" ("The Last Man on Earth", Ubaldo Ragona), con Vincent Price.
No me queda más conclusión que la de esperar que en efecto las predicciones se hayan equivocado o que no pasen de aquí porque el tiempo invertido en este post no quiero que acabe filtrándose por las simas tectónicas ni desapareciendo en una luminosa explosión nuclear. Si salimos adelante, nos vemos en la próxima.
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Información: Críticas a la carta | American Psycho, de Mary Harron - 07/11/2012 5:46:50

" En ocasiones he mencionado en Blogdecine a "American Psycho", de Bret Easton Ellis, como ejemplo de novela que no se podría adaptar. Años después de leerla, me encontré con una película que confirmaba, en cierto modo ,que más adelante explico, mi suposición.
Cuando digo que me parecía inadaptable, no me refiero a que no haya forma de trasladarla al cine, pues siempre se puede hallar un camino para llevar cualquier idea a cualquier formato. Me refiero a adaptarla manteniendo los aspectos que la convierten en la obra que es, respetando, no ya su contenido, sino su espíritu. Situar en una gran pantalla las escenas descritas en el libro habría dado como fruto una película no autorizada en ningún circuito de exhibición comercial y, por lo tanto, la abocaría a un fracaso estrepitoso o a una distribución tan reducida que no compensaría su inversión de producción.
Las decisiones tomadas, por lo tanto para la adaptación homónima de 2000, dan como fruto un film con interés, pero que difícilmente se puede considerar derivado de la obra de la que surge. No estoy hablando de que el guion que firma su directora, Mary Harron, junto con Guinevere Turner no sea fiel al texto, pues sí lo reproduce a veces al dedillo, sino de modificaciones que traicionan las intenciones y el poder de impacto del original.
Fiel a la letra…
Una de las fórmulas para no perder la prosa de Ellis es introducirla a través de una voz en off que reproduce tal cual fragmentos del libro, proporcionando la única ventana para atisbar cómo es la obra literaria a espectadores que no la conocen. Estos textos, casi siempre referidos al cuidado personal masculino, sacados de contexto, pierden la efectividad y, a pesar de ello, dan lugar a algunas de las mejores escenas del film. Otra de las estrategias para respetar otro aspecto de su contenido es transformar aquellos párrafos que el autor dedicaba a opiniones sobre música en diálogos. Forma lícita y habitual para llevar lo literario a lo audiovisual, pero de nuevo, la repercusión no es la misma que la de encontrarte capítulos enteros dedicados a grupos musicales de la época.
Una vez abandonada esa intención abrumadora del autor, tal vez sería preferible alejarse todavía más de la base y perder este aspecto musical por completo. No supondría tal sacrilegio, pues en un seminario al que asistí, años antes de que existiese la película, escuché al propio Easton Ellis que los capítulos que hablan de música los había escrito para que los leyésemos por encima o incluso nos los saltásemos sin ningún problema. Los discursos sobre pop mantienen como único valor la definición del personaje ,en alguna ocasión, como con "Hip to be Square" ("está de moda ser un pijo"), se retrata toda la ambientación,, pero para ello son excesivamente verborreicos.
Escuchar estas canciones ligeras y ahora ya pasadas de moda podría funcionar como contrapunto sobre la violencia. Este recurso, que empleó Stanley Kubrick con una contundencia tremenda en "La naranja mecánica" ("The Clockwork Orange", 1971), aquí no tiene un resultado parejo. El film referido me sirve, además, como ejemplo de adaptación que en apariencia podría enfrentarse a dificultades similares, pues la novela de Anthony Burgess todavía es más innovadora y brutal que la de Ellis. Sin embargo, su resultado sí presenta, en mi opinión, un valor equivalente como obra cinematográfica, ya que las innovaciones literarias se sustituyen por hallazgos fílmicos.
…pero no al espíritu.
Las películas aspiran a un público más amplio que las novelas, por muy bestseller que sean estas, y quizá haya quien piense que las imágenes tienen más capacidad para afectar que las palabras ,afirmación a la que no me sumaría sin dedicarle mayor reflexión,. Por alguna de las dos o por las dos razones sumadas, las decisiones de Mary Harron o quizá de la productora para llevar a cabo esta adaptación pasaron por comerse casi toda la violencia que presentaba el libro.
Dejar los momentos más sangrientos en off o escamotearlos gracias a elipsis se podría considerar una forma elegante de mostrar sin mostrar. En cualquier otro caso sería esa mi valoración. No obstante, en este caso en concreto, dejar fuera la crueldad no supone simplemente rebajar una intensidad manteniendo el contenido, sino que es una renuncia a algo muy significativo. La novela de Eston Ellis no se marca por contener violencia. Su declaración de principios pasa por que esa violencia sea exactamente así de despiadada, desalmada y exagerada. Reducir su crueldad significa trastocar por completo las intenciones del autor.
La novela presentaba un final ambiguo y aquí el guion opta por una de las dos posibles lecturas, tal vez porque sus autoras lo prefieren o porque conseguir la misma ambigüedad les habría resultado difícil. De esa forma, todo lo que parecen momentos fuera de tono o inverosímiles queda justificado. Además, el elemento psicológico va más allá de presentar simplemente a un psicópata, pues esa duda enriquece la valoración. La crítica social que daba Ellis resulta, asimismo, reforzada por la conclusión de la película, que ofrece en su tramo final sus mejores minutos con diferencia.
"American Pycho" como película
No son pocos los valores que se aprecian en "American Pycho" si se analiza como obra independiente, ignorando su origen literario. El principal reside sin duda en el retrato de la superficialidad y el materialismo. A pesar de no estar transmitido de manera tan fascinante y única como en la novela, se capta sin ambages y provoca una clara reacción.
El tratamiento estético, llevado desde la decoración de los interiores, la elección de los exteriores y los encuadres y la fotografía ,planos amplios, vacíos, donde predomina el blanco, reflejan esa mente fría y hueca del protagonista, que reconoce que funciona ser un psicópata, incapaz de sentir emociones. Según va aumentando la temperatura del film al compás del acaloramiento del personaje, esa frialdad se va disipando y entramos con mayor facilidad en la historia. Cierto toque de comedia que introduce Harron ayuda a contemplar con naturalidad lo que podría parecer exagerado, aunque al mismo tiempo, nos aleja del personaje ante el que nos limitamos a observar, sin compartir con él nada: ni sus envidias, ni sus rabias, ni sus frustraciones.
Lo mejor de "American Psycho" es la interpretación de Christian Bale, quien se convierte enteramente en Patrick Bateman, uno de esos personajes cuyos nombres ya están en nuestro recuerdo, como si hubiesen existido de verdad. En su perfecto trabajo de los primeros compases observamos el absurdo de la ostentación, el complejo ante lo que no está a su alcance, la importancia desmedida a lo accesorio y un narcisismo recalcitrante. Durante el crescendo final que ya he señalado que me parece el tramo mejor de la película, Bale se transforma y su encarnación de psicópata va aumentando, sin perder nunca la credibilidad, hasta llegar a dar miedo. Esa duda psicológica que mencionaba se transmite perfectamente en el rostro desencajado de este joven actor que aquí confirmó de lo que era capaz.
Justin Theroux, Josh Lucas, Bill Sage o Jared Leto encarnan a algunos de sus amigos o enemigos ,en ese ambiente, es difícil distinguirlos, que, gracias a los trajes, la peluquería y la elección de gafas, se convierten en clones los unos de los otros, como la propia trama ya se encarga de remarcar. Willem Dafoe encarna a un detective que finge jugar a lo mismo que los chavales, pero desde la madurez, para prender en el protagonista la mecha que lo lanza a su desquicie como un cohete. Samantha Mathis y Reese Witherspoon dan otra cara de la misma moneda: las mujeres en ese mundo de apariencias y vacuidad. Chlo
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