miércoles, 20 de marzo de 2013

Holy Motors es una estimulante rareza y Drácula de Francis Ford Coppola

Información: Cannes 2012 | On the Road se queda en una bonita superficie, Holy Motors es una estimulante rareza - 23/05/2012 15:32:46

" Si ayer fue el día de Brad Pitt, hoy lo ha sido de Kristen Stewart. La estrella de la saga "Crepúsculo", para algunos una prometedora actriz (yo la encuentro bastante limitada aunque es joven y valiente, puede mejorar), es una de las protagonistas de "On the Road", lo nuevo de Walter Salles y uno de los 22 títulos que compiten este año por la Palma de Oro. La han acompañado el director y otros famosos compañeros de reparto, como Viggo Mortensen, pero la chica ha sido la más buscada por los medios en esta octava jornada del festival de Cannes. Otra visita que ha despertado mucha expectación ha sido la de la cantante Kylie Minogue, que tiene un breve papel en "Holy Motors", el último trabajo de Leos Carax, también en la sección oficial.
"On the Road"
Una de las películas más esperadas de la 65ª edición del festival (que me está pareciendo más flojo que el año pasado) era la adaptación largamente gestada de la obra cumbre de la Generación Beat, "On the Road", escrita por Jack Kerouac y editada en España bajo el título de "En el camino". Francis Ford Coppola y su hijo Roman figuran entre los productores del film, dirigido por Salles a partir de un guion de Jose Rivera; Gustavo Santaolalla pone la música y el reparto es espectacular (aunque algunos actores tienen poca participación). La historia gira en torno a Sal Paradise (seudónimo de Kerouac), un joven neoyorquino aspirante a escritor que tras la muerte de su padre conoce al impulsivo y carismático Dean Moriarty (en realidad, Neal Cassady). Juntos emprenderán un viaje en busca de libertad, diversión y experiencia que cambiará sus vidas, y que Sal usará como base para su primer libro. 55 años después de su publicación, nos llega la versión cinematográfica del influyente texto; por las reacciones del pase de prensa y lo que he estado oyendo por aquí, en el Palais, la sensación general es de decepción. Personalmente no me he llevado ningún chasco, es un relato muy cuidado visualmente, entretenido en su mayor parte y con buenas interpretaciones. No esperaba otra cosa viniendo del realizador brasileño.
Salles se confiesa como un gran admirador del libro "On the Road" y ha tratado de ser lo más fiel posible, buscando las localizaciones auténticas e incluyendo líneas escritas por Kerouac tanto con voz en off como escritas en la pantalla. El resultado es una adaptación plana y superficial, que no se adentra en las emociones y el punto de vista poético de las vivencias de Sal. No explotar la imagen, no busca metáforas, opta por lo fácil, agarrarse al texto. Así que cuenta lo que ocurre, expone lo exterior, y lo hace con delicadeza y corrección, pero no consigue plasmar el espíritu, el interior. La más humilde "Howl" triunfaba donde esta fracasa. También tropieza el director con el ritmo de la película, haciéndose difícil de seguir con interés todo el último tramo. En parte es culpa de su desacierto con el punto de vista, enfoca a demasiados personajes y le queda una narración fragmentada, descompensada, en lugar de mantenerse cerca del protagonista, pegarse a su mirada y su modo de captar el mundo. Se trataba, creo yo, de poner en imágenes las intensas experiencias y reflexiones de un individuo, una visión inspiradora de la vida, pero lo que hay es una sucesión de hermosas postales (Eric Gautier firma la fotografía) con muchachos guapos disfrutando del alcohol, las drogas y el sexo.
Algo que llama la atención, de manera positiva, es el tratamiento de las escenas sexuales. Están filmadas con sensibilidad e interpretadas de manera honesta y atrevida; sorprende ver a Kristen Stewart desnuda en varias ocasiones o protagonizando una morbosa escena de masturbación doble (a lo "Novecento"), no creo que muchas actrices con su edad y su estatus aceptaran cruzar ese umbral. Sam Riley no me convence como Sal/Jack, está algo desconectado y posa demasiado, pero tampoco le ayuda la puesta en escena Salles, poco inspirado reflejando la labor creativa del escritor (mejor tratada en la adaptación de "El almuerzo desnudo", otro clásico "beat" llevado al cine por Cronenberg). Garrett Hedlund fue otra buena decisión de casting, su interpretación es entregada y auténtica, nada que ver con su papel en la hueca "Tron: Legacy". Terrence Howard, Kirsten Dunst, Amy Adams, Steve Buscemi (tiene una de esas escenas que se quedan grabadas), Alice Braga y Viggo Mortensen (en la piel de William S. Burroughs) se dejan ver brevemente por la pantalla, enriqueciendo con su presencia y talento una película con mucho esfuerzo y muy buenas intenciones, pero carente de coraje e ingenio. No logra su objetivo y no se merece estar en el palmarés.
"Holy Motors"
El nuevo trabajo de Leos Carax es totalmente diferente a "On the Road". De hecho, no se parece a casi nada que yo recuerde, aunque me viene a la mente el cine más experimental de Takeshi Kitano, con ese humor del absurdo. Cuenta el realizador francés que "Holy Motors" nació como consecuencia del fracaso de varios proyectos, y es que su último largometraje, "Pola X", se estrenó hace ya trece años (también fue seleccionada para competir en Cannes). Al parecer, la producción de "Tokyo!", para la que dirigió un segmento (el personaje protagonista, señor Mierda, vuelve a aparecer aquí), le animó a realizar su quinto largometraje, que es una especie de cajón de sastre, una mezcla de ideas e imágenes de muy diversa índole. Hay, por ejemplo, una escena de sexo entre dos criaturas monstruosas animadas. Y no es lo más raro del film. No hay una trama corriente; un hombre, al que interpreta Denis Lavant, va participando en una serie de escenarios, sin aparente sentido ni orden, adoptando siempre una nueva identidad. La sensación de desconcierto se mantiene durante toda la película, que siempre gira hacia lo inesperado cuando uno cree que ya sabe lo que está pasando. Hay alguna pieza poco inspirada, y creo que sobra metraje, pero el conjunto es muy divertido y estimulante.
"Holy Motors" comienza con la imagen de un público dormido, o quizá muerto, en sus butacas. ¿Una crítica al acomodado espectador, una divertida amenaza, o simplemente algo sugerente y enigmático? Las preguntas solo acaban de empezar, y la mayoría no van a recibir respuesta, solo caben conjeturas, y la opción más acertada (pienso yo) es dejarse llevar sin buscar explicaciones, a ver qué pasa y qué se siente, qué queda. En la misma secuencia inicial, un prólogo, vemos al propio realizador en la pantalla, como un hombre que acaba de despertar en mitad de la noche y descubre una puerta escondida en la pared (una idea sacada de Kafka); al atravesarla, Carax llega a la sala que habíamos visto antes, con esos cuerpos desprovistos de vida. Tras esta misteriosa apertura, con cierto sabor a David Lynch, se nos presenta a Oscar (Lavant) saliendo de casa para ir al trabajo. Sube a una limusina y su chófer/secretaria le comunica que tiene programadas nueve citas. Ha leído informes y hablado con alguien por teléfono sobre cifras, y da la impresión de tener mucho dinero, así que la sorpresa es mayúscula cuando Oscar sale del vehículo disfrazado como un anciano mendigo, pidiendo monedas en la calle. Hasta once personas diferentes serán encarnadas por Oscar.
Uno de los escenarios es un oscuro estudio de grabación donde Oscar da vida a un actor al que capturan sus movimientos. En un momento dado, dispara a una pantalla verde subido a una cinta de correr cuya velocidad va en aumento. Carax ha comparado esta escena con esa famosa de "Tiempos modernos" en la que Chaplin queda atrapado entre los engranajes de la maquinaria que opera. Solo que la enorme maquinaria ha ido dejando paso a lo virtual, donde igualmente el trabajador puede quedar enredado y alienado. Según el autor, las grandes máquinas (como esa limusina/camerino donde se originan las transformaciones del protagonista) no son las únicas que están siendo sustituidas, también los seres humanos (nuestras emociones, nuestras relaciones) y los animales; a estas entidades se refiere con el título de "Holy Motors" ("motores sagrados"). Nos pregunta quién es y dónde queda el hogar del hombre (¿dentro del ordenador?, plantea Carax en una entrevista). Temas como la identidad, la vida, el arte y la fantasía (aquí entraría el cine) son tratados en esta singular y valiente película, con un protagonista que no sabría decir si es un alma, un intérprete o simplemente alguien que muestra un abanico de posibles alter egos. Quizá valga cualquier interpretación.
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Noticia, Vampiros de verdad: Drácula de Francis Ford Coppola - 27/11/2011 12:12:07

" He cruzado océanos de tiempo para encontrarte
Cuando medio mundo quedó encantado, y el otro medio no, con la vuelta de Francis Ford Coppola a la saga de "El padrino", el famoso director ganador de cinco Oscars sorprendió con su siguiente proyecto, una adaptación de la mítica novela de Bram Stoker sobre el más conocido de los vampiros literarios y cinematográficos. La última adaptación oficial databa de 1979 a cargo de John Badham, y atrás quedaban las exploraciones de la Hammer, con Terence Fisher y Christopher Lee a la cabeza, y también las míticas creaciones de Tod Browning y F.W. Murnau, amén de un buen número de apariciones en películas no tan conocidas hablamos de uno de los personajes de ficción más llevados a una pantalla de cine, por lo que volver a un personaje tan tratado era, cuanto menos, curioso. Todo el mundo estaba expectante por saber si Coppola repetiría un fracaso del estilo de "Corazonada" ("One From the Heart", 1982) con el que comparte el hecho de haber sido rodadas íntegramente en estudio o, por el contrario era un éxito.
"Drácula" ("Bram Stoker"s Dracula", 1992) terminó siendo uno de los más grandes éxitos de su director en una época en la que los avances en los efectos visuales empezaban a cobrar una gran importancia recordemos que esta película está filmada entre "Terminator 2: el juicio final" ("Terminator 2: Judgment Day", James Cameron, 1991) y "Parque jurásico" ("Jurassic Park", Steven Spielberg, 1993), que todavía tienen el listón muy alto al respecto. Coppola utilizó efectos bastante artesanales para así poder abaratar la producción, pues en Columbia no iban a dejar que se pasasen del presupuesto asignado, que al final quedó en unos 40 millones de dólares. El origen de la película se encuentra en el acuerdo que Winona Ryder y Coppola tenían por aquel entonces, debido a que la actriz no "pudo" protagonizar "El padrino, parte III" ("The Godfather, part III", 1990) fue sustituida por Sofia Coppola, para desgracia de muchos y el director acordó con ella que le presentase un guión interesante en el que ambos pudiesen colaborar. Lo que en un principio iba a ser una miniserie de televisión dirigida por Michael Apted, terminó siendo la película que hoy todos conocemos. Afortunadamente.
La controversia con esta película surgió a raíz de su título original, "Bram Stoker"s Dracula" a punto estuvo de titularse "Francis Ford Coppola"s Dracula", pero al propio director no le pareció una buena idea, y de las declaraciones de su guionista James V. Hart si echamos un vistazo a su currículum, comprobaremos que éste es el mejor trabajo de su carrera, que aseguraba haber realizado una escritura totalmente fiel a la obra de Stoker. Absolutamente falso. Y ahí empezaron los problemas, pues numerosos fanáticos del libro, amén de literatos varios y autores teatrales conocedores profundos del original, aprovecharon para sacar sus colmillos y atacar sin piedad al film de Coppola, sin caer en la cuenta ignorancia, lo llamo yo que el medio cinematográfico posee herramientas muy distintas a las de la literatura. Además del hecho de que una cosa es la promoción de un film, y otra bien distinta el film en sí, prueba patente de que muchos espectadores juzgan una obra cinematográfica por cómo se la han vendido y no por lo que la obra es o les ha sugerido.
James V. Hart habló de más al afirmar esa fidelidad, pues a la vista está que no es así. Sin embargo eso no invalida para nada la película, la cual presenta unas novedades con respecto al original que también suponen una sorpresa al compararla con cualquier otra adaptación del mítico vampiro. Para empezar tenemos un prólogo, realmente fascinante, en el que vemos el origen de Drácula y su amor por su Elisabeta, su partida a la batalla y posterior reniego de la Iglesia, a la que representó siendo un feroz guerrero. Un prólogo lleno de fuerza en el que Coppola deja clara la intencionalidad teatral del relato, filmando una sangrienta batalla como si de sombras chinescas se tratase. Gary Oldman en un papel para el que fueron considerados Andy Garcia, quien lo rechazó por el alto contenido sexual de la película, Gabriel Byrne, Armand Assante, Antonio Banderas, Viggo Mortensen y Jeremy Irons, quien a punto estuvo de iniciar rodaje, Winona Ryder y Anthony Hopkins que llega a realizar tres papeles en la película protagonizan este pequeño segmento en el que se subraya el carácter romántico y sangriento de la historia. Amor y sangre unidos en un fatídico destino.
Destino que compartirán los mismos personajes siglos después. Oldman da vida a un Drácula envejecido a punto de trasladarse a Londres, y Hopkins y Ryder a personajes que bien podrían ser la reencarnación de Elisabeta Mina Harker o del hombre que condena el suicidio de aquella Van Helsing. Tres líneas narrativas que terminan confluyendo cuando Drácula en Londres deja mortales rastros de su existencia. El encuentro entre Mina y un Drácula completamente rejuvenecido gracias al poder de la sangre muestran a un Coppola muy inspirado que rinde homenaje al nacimiento del cine, el cual curiosamente coincidió con la publicación de la novela de Stoker. Imágenes del conde, cuya presencia parece recordar al Corleone de la saga más conocida de su realizador, paseando por las calles londinenses al ritmo de los fotogramas de un viejo cinematógrafo, y el posterior encuentro con su amada reencarnada poseen una fuerza arrebatadora que se repite en la escena del lobo, momento en el que Mina queda completamente fascinada por el conde, o la escena de la absenta, de una sensualidad y erotismo muy marcados. Al fin y al cabo "Drácula" es una historia de amor y sexo.
Y siempre ha sido así, incluidas las versiones de Murnau, Browning o Fisher, a las que Coppola rinde sendos homenajes en diversos instantes del film. Pero esta vez se hace hincapié en el lado humano de Drácula, quien recordemos, fue humano una vez. Ese es otro de los aspectos que diferencian esta adaptación del resto. Drácula es un eterno enamorado entristecido, primero por la muerte de su amada, y luego enfurecido por el hecho de que la Iglesia, a la que tanto defendió, rechaza el alma de Elisabeta por haberse suicidado. Su maldición, provocada por él mismo, será vagar a través de los tiempos en busca de su amor perdido la frase que inicia este texto me parece una de las más bellas jamás pronunciadas en una película, por todo lo que encierra y por ser un ejemplo perfecto de síntesis, dejar muertes allá por donde pasa, encontrar a su amor, y con ello el perdón de Dios en un clímax lleno de lirismo. Nunca la muerte del vampiro más famoso de todos los tiempos estuvo tan cargada de belleza, y aunque los colores, y en parte los decorados, evocan a los mejores títulos de la Hammer, Coppola es capaz de crear algo nuevo con un material tan manido.
La música del polaco Wojciech Kilar, de gran épica en algunos momentos y terroríficamente íntima en otros, llena cada plano del film, y es capaz de transportarnos a esa especie de mundo onírico creado por Coppola, donde se funden cine, teatro y literatura con inusual equilibrio, algo que muy probablemente ha enfadado a los más puristas de cada arte. Nunca una actriz tan mediocre como Winona Ryder estuvo tan sensual y atractiva, Anthony Hopkins da vida a un Van Helsing tan temible como el conde Drácula, terriblemente conservador y puritano, y Gary Oldman hace la interpretación de su vida, logrando que sintamos al mismo tiempo fascinación y repulsión. Al respecto cabe citar la muy inteligente decisión de que Mina es la única, junto con el espectador, que ve al Drácula humano. El resto de personajes sólo lo ven como un viejo decrepito Keanu Reeves, sin duda lo peor del film, dando vida a Jonathan Harker, en su visita al castillo en Transilvania, y cuya estancia es una muy barroca pesadilla, o un monstruo, al que también da vida un Oldman lleno de maquillaje, obra y gracia de Greg Cannom.
Coppola se reunió con el equipo en su rancho, días antes de iniciar rodaje y entre otras cosas, obligó a los actores a una lectura de la obra de Stoker en voz alta, algo que les llevó dos días enteros. El famoso realizador quiso que sus intérpretes estuviesen perfectamente familiarizados con el material. El resultado, dejando a un lado alguna laguna narrativa arreglada por la voz en off de Hopkins como uno de los narradores, algo que nunca gustó demasiado a Coppola y el penoso trabajo de Reeves, es firme y por decirlo de alguna manera, vampirizador. Y he ahí uno de los grandes aciertos de Coppola realizador. Su puesta en escena logra una conexión única, y muy elegante, entre el poder vampirizador del cine la escena de las sombras chinescas antes comentada y su personaje. Porque ante todo no estamos ante el Drácula de Stoker, al cual sin duda reconocemos, sino ante el de Coppola, ante una reinterpretación del mito. Y nos ha seducido como lo haría el más grande de los vampiros, dejando claro que su existencia y su poder sólo tienen una razón de ser: el amor.
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