Interesante, Memorias de un zombie adolescente, los muertos amantes - 18/04/2013 8:46:05
" Muchos cinéfilos se quejaron con ganas de la moda pasajera que hubo por el vampirismo con motivo del salto al cine de las célebres novelas de Stephenie Meyer. El estreno de "La saga Crepúsculo: Amanecer. Parte 2" ("The Twilight Saga: Breaking Dawn. Part II", Bill Condon, 2012) prácticamente ha puesto punto final a esa veta, pero el caso del cine de zombies es bien distinto. No sabría decir con exactitud cuál fue la obra que disparó la popularidad de este tipo de historias, pero lo cierto es que en estos últimos años se han estrenado una gran cantidad de películas protagonizadas por muertos vivientes, una de las series televisivas de mayor éxito también gira alrededor de ellos y la cantidad de literatura centrada en estos personajes crece prácticamente a cada minuto que pasa.Las aproximaciones del siglo XXI al cine de zombies han sido de lo más diversas, pero yo he de reconocer una debilidad especial por aquellas cintas que optaban por una visión más cómica de estas fascinantes criaturas. "Zombies Party" ("Shaun of the Dead", Edgar Wright, 2004), "Fido" (id, Andrew Currie, 2006), "Planet Terror" (id., Robert Rodriguez, 2007) o "Bienvenidos a Zombieland" ("Zombieland", Ruben Flescher, 2009) son títulos a los que guardo especial cariño, por lo que el estreno de "Memorias de un zombie adolescente" ("Warm Bodies", Jonathan Levine, 2013) parecía una oportunidad de oro para pasar un gran rato en el cine. Sin embargo, el bagaje final es menos satisfactorio que el de los cuatro largometrajes mencionados con anterioridad.
El efectivo humor de "Memorias de un zombie adolescente"
La campaña promocional ya dejaba bien claro que estábamos ante una película en la que el humor jugaría un papel fundamental, y eso se nota sobremanera en su arranque. Un zombie con capacidad para razonar, algo que se nos muestra a través de una utilización constante de la voz en off. Este es un recurso bastante peligroso, ya que puede hacer caer a una película en una espiral de redundancias o absurdeces como sucedió recientemente en el caso de "The Host La huésped" ("The Host", Andrew Niccol, 2013) o simplemente abusar de la descripción de lo que ya podemos ver en pantalla, pero no es el caso.
En "Memorias de un zombie adolescente" el trabajo de traducir títulos al español otra cosa no, pero inventiva requiere mucha se opta por simultanear las reflexiones de R con gags o diferentes apuntes cómicos. No es que Jonathan Levine, que también se ha encargado de adaptar la novela original de Isaac Marion, descubra la pólvora con su uso de la voz en off pero sí evita sus males más habituales, ya que sabe jugar con las limitaciones habituales de los muertos vivientes para hablar y no comete el error de extenderlo de forma indiscriminada al resto de zombies.
Nicholas Hoult también consigue ser más expresivo de lo habitual en estos personajes y que él mismo, que no pudo ser más insustancial en "Jack el caza gigantes" ("Jack the Giant Slayer", Bryan Singer, 2013), en especial en la escena en la que básicamente con su mirada ha de mostrar la fascinación que siente hacia Julie, la joven con la que iniciará una peculiar relación. El otro gran punto de apoyo cómico de "Memorias de un zombie adolescente" son las interacciones entre R y M efectivo Rob Corddry, aunque éstas no tardan en perder peso en beneficio de una trama romántica cuyo interés va deteriorándose a medida que avanza.
El corazón de los muertos vivientes
Equiparar la relación entre R y Julie a la de Bella Swan y Edward Cullen en La saga Crepúsculo sería bastante injusto, ya que la segunda adolecía de una alarmante falta de naturalidad, algo que empeoraba aún más por la mecánica actuación de Kristen Stewart y Robert Pattinson. Sin embargo, y teniendo en cuenta sus peculiaridades, en la trama romántica protagonizada por Nicholas Hoult y Teresa Palmer sí se demuestra más atención a los detalles la repugnancia y el miedo inicial hacia el zombie está ahí y tarda en desaparecer que hacen que uno pueda encontrar verosímil un disparate como el que se nos propone.
El problema no está realmente ahí aunque es una trama que va cayendo en un tópico detrás de otro según va progresando, sino en que la historia va perdiendo comicidad y centrándose en detalles más serios, queriendo buscar una trascendencia que no le sienta nada bien a la película. Levine no duda en echar mano de ciertos flashbacks para ello, en los cuales se nota su formación previa en el cine independiente, siendo éste el principal elemento que deja ver quién está detrás de "Memorias de un zombie adolescente". Por lo demás, una puesta en escena perfectamente intercambiable sin que perdiéramos nada con especial interés.
El tramo final de la película es donde más patentes son sus fallos, ya que el humor desaparece por completo seguramente, con la excepción de momentos puntuales con Rob Corddry como protagonista, la sesión de maquillaje para hacer pasar por humano a R es la última secuencia que pueda arrancar alguna carcajada al espectador y todo se convierte en una historia más de supervivencia. El añadido de que no estamos ante unos zombies tradicionales, pues la relación entre R y Julie ha desatado algo en ellos, es una trama muy mal perfilada y que produce una grave sensación de insatisfacción en el espectador, ya que no vale todo a la hora de alterar la mitología habitual de este tipo de criatura.
No me olvido de otros detalles como lo terriblemente desaprovechado que está John Malkovich en un personaje que parece pensado para brillar en ese tramo final donde la seriedad triunfa sobre lo cómico, pero a la hora de la verdad apenas tiene relevancia incluso entonces. Algunos trucajes visuales el "salto al vacío" también delatan las limitaciones presupuestarias con las que ha tenido que lidiar Levine, siendo lo peor que "Memorias de un zombie adolescente" pierda toda personalidad para convertirse en un espectáculo rutinario en el que jamás consigue dotar de fuerza alguna a sus esfuerzos dramáticos.
En definitiva, "Memorias de un zombie adolescente" funciona razonablemente bien cuando optar por ser una simpática comedia en la que germina una improbable relación romántica entre una bella humana tampoco aporta mucho más Teresa Palmer y un zombie no especialmente perjudicado que hay que conseguir que las adolescentes puedan verlo con buenos ojos, pero pierde mucho interés cuando opta por el drama y fracasa estrepitosamente con su giro final. Con todo, nunca llega a hacerse aburrida, el mínimo que hay que exigir a cualquier película. Algo es algo.
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Es Noticia, Los últimos días, náufragos del futuro - 03/04/2013 11:52:25
" Tal como está el panorama, resulta esperanzador que una película como "Los últimos días" (Álex y David Pastor, 2013) esté ahí fuera, compitiendo en las carteleras con los todopoderosas producciones norteamericanas. Tanto por disputar los puestos altos de la taquilla con títulos como "G.I. Joe: La venganza" ("G.I. Joe: Retaliation", Jon Chu, 2013) o "The Host: La huésped" ("The Host", Andrew Niccol, 2013) como por su inusual propuesta dentro de nuestra cinematografía. No todos los días tenemos la oportunidad de ir al cine a ver una ambiciosa aventura de género fantástico producida en España.Por eso, me habría encantado defender este segundo largometraje de los hermanos Pastor, pero ha sido una de las mayores decepciones que me he llevado últimamente en una sala de cine. Su elaborado envoltorio esconde un entretenimiento fallido, un drama inverosímil y un espectáculo sin impacto, un producto que sabe a prefabricado, sin esa emoción humana que intenta revindicar. Podría matizar sus defectos y magnificar sus virtudes, pero no lo haré por dos motivos: primero, sería injusto para los trabajos verdaderamente valiosos, y segundo, no deseo generar desconfianza en los posibles espectadores (ese pensamiento tan común de "la ponen bien porque es española"). "Los últimos días" es un tropiezo concreto que no debe salpicar al género ni al cine nacional.
Tras debutar con una producción estadounidense, la efectiva "Infectados" ("Carriers", 2009), Álex y David Pastor pudieron filmar su segunda película en España con un presupuesto de 5 millones de euros y actores tan conocidos como Quim Gutiérrez, José Coronado y Marta Etura. Era una ocasión inmejorable para confirmar el talento de estos hermanos y volver a demostrar una vez más que los profesionales de este país pueden suplir con ingenio lo que en otro sitio resuelven con montones de millones de dólares. Sin embargo, viendo "Los últimos días" tuve la sensación de que los cineastas perdieron la perspectiva y se conformaron con una prometedora premisa, con potencial comercial, sin llegar a profundizar en ella y explorar sus posibilidades.
Nuestro propio apocalipsis
Como ya hicieran en su ópera prima, los hermanos Pastor recurren a la excusa de una potente y misteriosa epidemia que ha devastado el planeta. Pero esta vez y se supone que ahí reside parte del atractivo del film la historia transcurre en España, más concretamente en una Barcelona post-apocalíptica. No obstante, más allá del idioma, los nombres y las retocadas postales de la ciudad, "Los últimos días" podría haber tenido lugar en cualquier otra parte. Los personajes centrales son Marc (Gutiérrez) y Enrique (Coronado), que a pesar de sus diferencias se ven obligados a hacerse compañía al más puro estilo "buddy movie" para poder cumplir con sus respectivas misiones: Marc busca a su novia, Julia (Etura), mientras que Enrique… bueno, ya lo descubriréis es un objetivo tan forzado que creo que no lo adivinaréis nunca (y no, no es comprar yogures).
La trama principal, Marc y Enrique avanzando cansina y repetitivamente por las entrañas de una ciudad abandonada y condenada, se ve interrumpida por una serie de flashbacks que aportan información sobre los personajes habría quedado mejor en conversaciones durante el viaje y aclaran qué ocurrió antes de la catástrofe. Los síntomas de la enfermedad. Que podría haber sido cualquier cosa, es lo de menos, y a los Pastor les parece buena idea la agorafobia colectiva. La gente tiene miedo a salir a la calle. Como concepto no está mal; en pantalla resulta ridículo. Cuentan los realizadores que el proyecto surgió mientras montaban "Infectados" en Nueva York. Al mirar por la ventana vieron edificios que les parecieron islas, llenas de gente concentrada en sus respectivas pantallas. Así se les ocurrió tratar la pérdida de humanidad que conlleva el progreso.
Pánico increíble
Y la idea es interesante. No es un tema precisamente nuevo pero es algo que sigue preocupando y sobre lo que todos hemos reflexionado alguna vez. Cada vez es menos raro ver a personas (incluso en pareja) prestando más atención al teléfono móvil que a lo que les rodea. Y muchos de nosotros nos hemos llevado horas y horas enchufados a un videojuego. Pero en algún momento necesitas salir a la calle. Y las redes sociales son entretenidas pero no sustituyen una (auténtica) reunión de amigos. La comodidad y los miedos cotidianos tienen un límite. Ahí falla la propuesta de los Pastor, nunca hacen creíble la amenaza que representa el exterior (que en el caso de Marc parece ser también pánico al compromiso). En el interior de los túneles y las viviendas hay otros peligros, como la desesperación por la supervivencia, pero no se saca partido, hay un par de escenas donde lo que importa es la acción más convencional, sin que se sienta verdadero riesgo.
En general, uno percibe que los Pastor se preocuparon más por los aspectos técnicos y la arriesgada planificación de determinadas secuencias que por la narración, plagada de lugares comunes, diálogos impostados y obvias referencias cinematográficas los directores pretenden parecerse a Spielberg y Shyamalan, además de reciclar imágenes que recuerdan a las adaptaciones de "Soy leyenda" y "La carretera". Tampoco reciben mucha ayuda del reparto, ni siquiera Coronado consigue hacer creíble sus escenas. Todo se siente artificial, dispuesto fríamente para intentar provocar situaciones emocionantes, subrayadas por una agotadora música de Fernando Velázquez. La valentía, la intención y el esfuerzo merecen aplausos, pero no el resultado final, que no es más que un torpe sucedáneo del cine palomitero que realizan con más medios en Estados Unidos.
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Información: El callejón del ridículo - 28/02/2013 14:37:05
" El cine de género español lleva años gozando de buena salud. Quizá no arrasen en taquilla, pero van saliendo películas muy estimables que además tienen un alcance internacional mucho mayor que la abrumadora mayoría del resto de producciones de nuestro país. El problema es que esto suele circunscribirse al primero o segundo trabajo tras las cámaras de sus directores, teniendo después que esperar lo indecible , Miguel Ángel Vivas tardó ocho años en poder hacer un nuevo largometraje y el resultado fue la estupenda "Secuestrados" (2010)- , saltando a otros géneros , Juan Antonio Bayona pasando de "El orfanato" (2007) a "Lo imposible" (2012)- o marcharse fuera de nuestro país para poder seguir haciendo cine a su gusto , el caso de F. Javier Gutiérrez tras "3 días" (2008), su estimulante ópera prima- . Por desgracia, también se hacen películas que merecen muy poco la pena, y "El callejón" (Antonio Trashorras, 2011) es un buen ejemplo de ello.Una de las primeras cosas que me gustaría aclarar es que uno de los errores habituales en el cine de género es dejarse llevar por los tópicos y encima hacerlo mal. Ya os puedo adelantar que ése no es el caso de "El callejón", pero el problema es que hacer algo , más o menos- diferente no es algo necesariamente bueno y los experimentos pueden acabar muy mal. La cinta que nos ocupa opta por desconcertar al espectador ya durante sus créditos iniciales, donde podemos ver a Ana de Armas bailando de forma psicodélica, en una decisión que, sabiendo de antemano su excusa argumental, me trajo a la mente algunos pseudogiallos que también recurrían a soluciones de este tipo, aunque, por regla general, incluidos dentro de la propia película para desesperación del espectador.
Lo más parecido que recuerdo en el caso español es la merecidamente ignota "El asesino de muñecas" (Miguel Madrid, 1975) y su número musical salido de la nada a mitad de metraje. Sin embargo, aquí hay una explicación convincente: Rosa , nombre del personaje de Ana de Armas- estaba haciendo una prueba como actriz para poder dejar su trabajo como limpiadora y conseguir un trabajo más acorde a sus aspiraciones.
Salvado el desconcierto inicial, Trashorras no tarda en llevar la acción a una pequeña lavandería situada en un siniestro callejón, pues Rosa ha de hacer la colada y la lavadora de casa se ha estropeado, algo que sucede en paralelo a su decisión de mandar a la porra a esa especie de novio que tiene. Es entonces cuando "El callejón" adopta el tono visual que marcará el resto del relato: Una oscuridad relativa, ya que el tono rojizo , ¿un adelanto de una posible orgía sangrienta?-, con algunos matices de azul y verde, vence a la negrura tradicional, consiguiendo así una curiosa atmósfera que, eso sí, no tarda mucho en agotar toda su efectividad, ya que la sensación de suspense nunca llega a coger suficiente fuerza. Un desconocido con aspecto sospechoso asusta a nuestra protagonista, pero un joven acude al rescate e inician una amigable conversación. Trashorras quiere que nos encariñemos de la protagonista por su naturalidad
Las complicaciones no tardan en llegar, ya que un psicópata amenaza con acabar con su vida, iniciándose así el típico juego entre el gato y el ratón con ella entrando y saliendo de la lavandería en función de la circunstancia puntual con la que Antonio Trashorras, también autor del libreto, nos quiera engatusar para conseguir prolongar una situación estirada hasta tal punto que consigue que uno desconecte de lo que se nos está contando. Que Rosa muera o sobreviva nos da igual y la redención tampoco llega por el lado del psicópata, ya que es un personaje tópico y anodino. "El callejón" ya revela ahí que hubiera sido mucho mejor dejarlo todo en un mediometraje resultón, pues apenas dura 75 minutos con todas las reiteraciones que sólo consiguen cargarse el ritmo del relato , el recurso estético de la pantalla dividida tampoco aporta nada de especial interés- , pero lo peor aún está por llegar.
Trashorras, correcto en la puesta en escena , el ambiente opresivo que busca jamás llega a resultar asfixiante, pero la película no falla realmente por ahí más allá de un uso algo discutible de los flashbacks- , decide que todo lo anterior no era suficientemente excitante e introduce un giro de guión no ya tramposo, sino que consigue que "El callejón" se adentre peligrosamente en lo ridículo, ya que la incredulidad es la única reacción comprensible ante lo que se nos propone. Cierto que recupera el ritmo perdido, pero se suceden acontecimientos difícilmente justificables, se cae en errores visuales , de maquillaje- y nada funciona por mucho que Trashorras intente darle un sentido a lo que hemos visto en la escena final.
Habrá quien piense que la presencia de Ana de Armas , el resto de personajes no pasan de ser meros accesorios en los engranajes ideados por Trashorras- es otro de los baluartes de mi espacio aprecio hacia "El callejón", pero la pobre chica bastante tiene con sostener la película lo mejor que puede hasta que la imperiosa necesidad de Trashorras por hacer algo diferente se convierte en el gran enemigo de la película. Poco importa que sea algo novedoso o visto en infinidad de ocasiones en comparación con hacerlo con acierto y talento, y eso no sucede en esta ocasión.
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Que opina? Añorando estrenos: El ídolo de barro de Mark Robson - 25/01/2013 16:34:48
" "El ídolo de barro" ("Champion", mark Robson, 1949) es una película que tranquilamente podríamos haber incluido en el ciclo de cine negro (Film Noir), no porque pertenezca a dicho género, sino porque adopta en un drama pugilístico las formas y elementos del mismo. Al fin y al cabo, su director, Mark Robson director de films tan excelentes como "Más dura será la caída" ("The Harder They Fall, 1956), una visión crepuscular del boxeo, "Desde la terraza" ("From the Terrace", 1960) o la hitchcockiana "El premio" ("The Prize", 1963) provenía de ser montador de la RKO uno de los estudios que más producción hizo sobre cine negro y participar en producciones de terror auspiciadas por el famoso Val Lewton. Y "El ídolo de barro" parece en sus instantes más intensos un film de terror.Pero el film de Robson es además una de las cintas más famosas que existen sobre boxeo, al lado de films como "Toro salvaje" ("Raging Bull", Martin Scorsese, 1980) o incluso "Rocky" (id, John G. Avildsen, 1976). Continuaba la senda iniciada por largometrajes como "Kid Galahad" (id, Michael Curtiz, 1937) o "Ciudad de conquista" ("City of Conquest", Anatole Litvak, 1940), en su vertiente más amable por así decirlo, o "Nadie puede vencerme" ("The Set-Up", Robert Wise, 1949) o "Cuerpo y alma" ("Body and Soul", Robert Rossen, 1947), en una vertiente mucho más dura. "El ídolo de barro" podría considerarse una mezcla de ambos estilos, por un lado un mero espectáculo cinematográfico, lo cual ya es bastante, y por otro, una incisiva visión sobre el éxito y la caída, a mayor gloria eso sí, de sus estrella principal, Kirk Douglas.
(From here to the end, Spoilers) El inicio del film ya parece sacado de una cinta de cine negro. El oscuro pasillo que lleva al boxeador (Douglas) al ring al combate más decisivo de su vida nos señala el estado anímico del personaje, y Robson, mediante el uso del flashback elemento muy usado en el Film Noir nos explica todo lo que ha acontecido hasta llerar a ese punto. Así vemos como Midge y Connie Kirk Douglas y Arthur Kennedy, precisamente en un rol parecido al que desempeñó en la citada "Ciudad de conquista" son dos hermanos sin un centavo en el bolsillo que viajan para hacerse cargo con un negocio que han comprado a un desconocido. En el periplo se encontrarán con un boxeadoer profesional que invita a Midge a ganrse un dinero boxeando, llamado la atención de un veterano mánager al que le encanta, como él mismo dice, "ver a los chicos en acción".
Dicho tramo sirve para enfrentar los distintos caracteres de ambos hermanos, uno leal y bondadoso, y el otro que se deja llevar por el egoísmo aún a riesgo de dañar a quien más le quiere sólo por conseguir dinero. Tras comprobar que el negocio que les habían vendido era un timol, se dignan a trabajar en el restaurante fregando platos y sirviendo a los clientes. Pero el interés de Midge en toda cuanta mujer se le cruza por delante le hace tener una historia de amor con la hija del dueño por la cual es obligado a casarse con ella. Dicho punto en la trama no está bien insertado en la misma, y exagera un poco el carácter de desconfianza de Midge además de provocar un previsible triángulo amoroso, quien no duda en huir de allí y abrirse camino a través del boxeo, mundillo en el que logrará hacerse un nombre y de paso pisotear a todo cuantos le rodean, incluido su hermano y un manager que era algo así como un padre. Ese será el inicio de la caída del Golem creado por el propio Midge.
La secuencias de boxeo, y también las de entrenamiento, muestran a un Kirk Douglas en plena forma. Las escenas de boxeo están realizadas con contundencia, y en una se produce algo inaudito para la época, la repetición a cámara lenta de uno de los combates, y que sin duda sirvieron de inspiración a Scorsese para su mítico film en blanco y negro. Además, Robson deja para el último combate toda la violencia que el deporte en sí es capaz de mostrar; toda una set piece donde las sombras van avalanzándose sobre Midge, quien a esas alturas se convierte en un monstruo físico por culpa de los golpes recibidos en el combate. Llama la atención del trabajo fotográfico de Franz Planer, de quien hace poco hablamos por su trabajo para Robert Siodmak.
El final no es nada complaciente y es en cierto sentido una parábola sobre los peligros de la ambición. Una crónica sobre el ascenso al éxito y la fama, y el descenso hasta la mismísima locura y muerte. En definitiva, todo lo que sube tiene que bajar, y en esa caída, destruye todo cuanto una vez se ha querido o necesitado. Un melodrama por todo lo alto, que salvando ese tramo medio, que flojea por forzado, se alza como una de las mejores muestras sobre el boxeo, y mostrando la falta de escrúpulos que hay a ciertos niveles sociales. Douglas ya había irrumpido con fuerza en el séptimo arte, y aquí nos dejó una entregada interpretación, quizá demasiado intensa, de un pobre desgraciado que llegó a lo más alto y perdió lo más importante.
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Noticia, El cuerpo, Hitchcock se revuelve en su tumba - 23/12/2012 11:31:29
" Soy el primero en salir en defensa del cine español siempre que sale el troll de turno diciendo que todas las películas que se hacen en este país son igual de malas. Soy especialmente vehemente cuando se trata de una producción de género, ya que salen algunas muy buenas de cuando en cuando , el año pasado llegué a nombrar a una como la mejor película estrenada en 2011-, pero lo que nunca haré será defender un largometraje por el mero hecho de ser español. ¿El motivo? Pues que también se hacen grandes bodrios o simplemente películas que no merecen la pena, siendo éste el caso de "El cuerpo" (Oriol Paulo, 2012), cinta que llegó este pasado viernes 21 de diciembre a los cines de toda España.No es ésta la primera vez que os hablo de "El cuerpo", pues ya os comenté mis dudas sobre su resultado final coincidiendo con la aparición de su último avance. La buena noticia es que ha acabado siendo mejor que la espantosa "XP 3D" (Sergi Vizcaíno, 2011), la propuesta de similares características de cine español que se estrenó también a finales de año, pero no lo suficiente para dejar de ser una mala película. Lo que está claro es que el principal causante de que todo se desmorone a su paso es el guión escrito por Oriol Paulo, cuyo único trabajo destacado en el cine , cuenta con sobrada experiencia en la televisión- hasta ahora había sido el libreto de "Los ojos de Julia" (Guillem Morales, 2010), un interesante acercamiento tardío al giallo que si funcionaba era más por la puesta en escena de su director que por el discreto trabajo de Paulo.
Sin embargo, ese era un punto habitual en los giallos de los años de gloria del subgénero , la primera mitad de los 70 del siglo pasado-, estando el guión de Paulo muy lejos de encontrarse entre los peores. Lo curioso es que Paulo ha querido seguir por esa línea, pero remontándose a la figura de un director clave para la proliferación posterior del giallo: Alfred Hitchcock, uno de los mejores realizadores de la historia, destacando sobre todo sus trabajos en el campo del suspense, siendo "Psicosis" (Psycho, 1960) la gran influencia sobre dicho subgénero. Hubo hasta varios casos que adoptaban el recurso de que el aparente protagonista moría sobre la mitad de la película , "La cola del escorpión" (La Coda Dello Scorpione, Sergio Martino, 1971), pero eso no es lo que ahora nos interesa, sino el hecho de que Paulo fracasa estrepitosamente a la hora de trazar un guión digno del cine del mago del suspense , aunque por momentos también trae a la memoria otras cintas como la notable "Las diabólicas" (Les Diaboliques, H. G. Clouzot, 1955)- .
Uno de los grandes males que asola al cine de género es la aparente necesidad de muchos por contar con un giro final que ponga todo patas arriba causando un gran impacto en un espectador que no se veía venir lo que acaba sucediendo. No tengo nada en contra de ello cuando los responsables de la película han ido dejando pistas a lo largo de la película, algo que puede traducirse en un desenlace un tanto previsible , tal y como pasaba en la reivindicable "Sinister" (Scott Derrickson, 2012)-, pero la sorpresa por la sorpresa es uno de los grandes cánceres que puede acabar destruyendo obras relativamente estimulantes hasta ese momento. El caso de "El cuerpo" cae de lleno en este último grupo , aunque sin ser para nada gran cosa hasta que llega el último acto-, ya que su disparatado giro final deja bien claro que Paulo no ha sido honesto con el espectador y ha creado todas las dudas posibles para que nadie se espere lo que acaba sucediendo, consiguiendo así que no tenga ningún tipo de sentido y tenga que echar mano de flashbacks que caen de lleno en el absurdo para intentar atarlo todo. Este tramposo recurso es lo que termina por destruirla, pero no es el único punto débil de la misma.
Hay que reconocer que si una cosa merece la pena salvar de "El cuerpo", eso es el trabajo de Paulo tras las cámaras, ya que sabe aprovechar la ambientación dentro de un instituto anatómico forense y el buen trabajo de Óscar Faura en el apartado fotográfico para que la película se caracterice por una elegancia visual que le hace a uno pensar más en un solvente thriller americano que una producción española relativamente modesta. Sin embargo, la inexperiencia de Paulo hace acto de presencia en determinados momentos faltos de inspiración o con tendencia a la reiteración , esos planos acusatorios hacia el personaje de Hugo Silva- o pequeñas torpezas en los saltos temporales para añadir riqueza a la acción presente. Fallos más comprensibles en una ópera prima e intrascendentes en comparación a los del guión del propio Paulo, donde imperan los lugares comunes, las soluciones de baratillo , el protagonista refugiándose en una sala aprovechando un despiste de sus vigilantes-, homenajes mal conseguidos a Hitchcock y unos personajes tan poco estimulantes que resulta imposible implicarse con ellos.
Los cuatro protagonistas , el resto son meros personajes de relleno que poco aportan más allá de ser necesarios en momentos puntuales- padecen del mal de una descripción deslavazada, aunque no afecta en igual medida al trabajo de los cuatro actores. La que peor parada sale es Aura Garrido, actriz por la que no siento especial simpatía, pero que aquí no tiene la oportunidad de hacer gran cosa al estar en casi todo momento bastante desconectada de la trama principal y sus apariciones acaban resultando cansinas por no ayudar en nada a que la historia realmente progrese. Muy alabado fue el trabajo de José Coronado en "No habrá paz para los malvados" (Enrique Urbizu, 2011), pero todo el talento, carisma y garra que demostraba allí quedan aquí reducidos a tópicos cansinos, un look que roza el ridículo y una actuación del montón.
Hugo Silva y Belén Rueda dan vida a un matrimonio recientemente extinguido por la muerte de la segunda, pero es la relación entre ambos la que vertebra el relato, ya que el primero ha encontrado una forma de acabar con la vida de la segunda que no deja rastro alguno. El crimen perfecto, uno de los ejes del cine de Hitchcock al igual que la persecución del falso culpable, algo que sucede aquí porque todo el mundo acaba creyendo que Silva ha robado el cadáver de su esposa para deshacerse de algún tipo de prueba inculpatoria. El problema es que Silva no logra esquivar las limitaciones de su personaje a la hora de darle una mayor complejidad dramática, limitándose en ocasiones a poner cara de circunstancias o alterar levemente su tono de voz, según esté más tranquilo o los nervios estén haciendo mella en él. Mejor parada sale Rueda, consciente de que tiene un papel para divertirse como mujer despótica que quiere que todo funcione a su manera, algo que la protagonista de "El orfanato" (Juan Antonio Bayona, 2007) sabe aprovechar en una interpretación que oscila entre lo dominante, chulesco y seductor, con una clara preponderancia de los dos primeros.
En definitiva, "El cuerpo" tiene un guión tan endeble y repleto de giros de tuerca poco verosímiles , el desenlace oscila entre lo vergonzoso y lo risible- que acaba destruyendo toda posibilidad de poder convertirse en una película salvable, hiriendo de gravedad también a la credibilidad de un cuarteto protagonista que no está suficientemente bien aprovechado. Oriol Paulo compensa parcialmente su libreto con una puesta en escena que, pese a ciertos errores de bulto, invita a tener cierto optimismo sobre su futuro, pero antes de nada que deje sus guiones en manos de gente más capacitada para ello.
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Noticia, Blancanieves y la leyenda del cazador, épica insustancial - 01/06/2012 14:00:59
" Creo que todos vimos "Blancanieves y los siete enanitos" en algún momento de nuestra infancia y, obviamente, es una historia que, quien más quien menos, todos recordamos: La malvada madrastra que odia a la protagonista, la cual logra huir y encuentra refugio con los siete enanitos del título, lo cual no impide que su madrastra la localice y logre que Blancanieves coma una manzana envenenada, pero sin conseguir matarla. No sigo más por si realmente queda alguien que no conozca la historia, pero el resto creo que os acordaréis de lo que pasa. Si bien no se encuentra entre mis títulos favoritos de Disney, hay que reconocer que es una adaptación sencilla pero efectiva del relato de los hermanos Grimm, pero también que adaptarla de nuevo en imagen real (habiendo además algún caso previo) era una idea no especialmente prometedora.Por si fuera poco, van a ser tres las versiones que veamos con apenas meses de diferencia, ya que hace poco se estrenó "Blancanieves (Mirror, Mirror)", una versión más ligera y colorista que, pese a contar con la presencia de Julia Roberts, tenía un presupuesto contenido que evitó que su tibio resultado comercial la hiciese merecedora de la palabra fracaso. A finales de año será la adaptación española de Pablo Berger la que nos llegue, una visión muy minoritaria que parece que se alejará bastante del cuento de hadas, sirviendo como prueba el hecho de que los enanitos serán una troupe de toreros. Sin embargo, la que hoy llega a nuestros cines es "Blancanieves y la leyenda del cazador" ("Snow White and the Huntsman"), superproducción de presupuesto desmesurado (unos 200 millones de dólares ha costado) que apuesta por la épica como sello distintivo.
El director de "Blancanieves y la leyenda del cazador"
Algo que me está llamando bastante la atención en los últimos tiempos es que Hollywood no parece tener problemas a la hora de confiar grandes producciones a directores debutantes, ya sea técnicamente por haber rodado anteriormente cintas de animación como Brad Bird (que con su debut en ese campo se marcó el mejor blockbuster del año pasado) o Andrew Stanton (que la pifió pero bien con "John Carter") o casos en los que sencillamente es el primer largometraje del director, quedando siempre la duda de hasta qué punto ha tenido libertad a la hora de hacer su labor (el caso de David Fincher con "Alien 3" no trae recuerdos muy halagüeños), así que el hecho de confiar una película como ésta al debutante Rupert Sanders era un arma de doble filo: ¿Apuesta por un prestigioso realizador publicitario y dejar que de rienda suelta a su inventiva visual o tener a alguien fácilmente maleable? La cosa se queda en un punto relativamente intermedio.
Es obvio que con un presupuesto tan holgado era más sencillo conseguir un apartado visual que diera empaque al conjunto, pero no por ello hay que dejar de reconocer el mérito de Sanders al conseguir un delicado equilibrio en un (ligero) toque oscuro en la fotografía de la película sin que se ello se oponga a la búsqueda de un preciosismo visual que realce una historia tan previsible que por ahí pocas sorpresas uno se va a encontrar. Eso sí, no esperéis ninguna escena majestuosa en este apartado, ya que la más daba a ello (el momento confirmación de que Blancanieves está destinada a ser la gran salvadora de todos) falla en este punto, quizá por lo poco atractivo del diseño de algunas criaturas (las hadas) o tal vez simplemente porque la escena no llega a transmitir nada al espectador. En cambio, sí que tiene fuerza el troll que aparece en determinado momento (curiosamente, la película empeora de forma acusada tras su aparición) pese a no contar con mucha presencia real en pantalla.
Llegan las pegas
Además, es de agradecer que el uso de la cámara lenta sea más comedido de lo habitual, porque hace ya tiempo que perdió su efectividad para transmitir más emoción a determinadas situaciones. Sanders sí que la utiliza y no llega a conseguir nunca su objetivo, quizá consciente de ello limita mucho su presencia. Por lo demás, las pegas relevantes provienen de un guión del que surgen la mayor parte (por no decir casi todos) de los problemas de la película. Lo cierto es que "Blancanieves y la leyenda del cazador" tiene unos primeros 30-40 minutos esperanzadores, desde el prólogo intentando replicar las introducciones de los cuentos de hadas para explicar cómo comenzó el reinado de terror de la malvada madrastra de la protagonista hasta el desarrollo de sus métodos para salvaguardar su belleza. Uno podría pensar que eso debe mucho al notable trabajo de Charlize Theron, muy convincente como la malvada Ravenna (aunque cierto flashback que meten de la nada en cierto momento queda un tanto cutre en términos narrativos), pero no es del todo cierto.
Sí, el trabajo de Kristen Stewart no es nada del otro mundo (aunque es mejor a sus "actuaciones" en La Saga Crepúsculo), pero el guión no ayuda lo más mínimo al describirla como una heroína que parece sorprenderse de su destino, algo que se desarrolla de forma un tanto torpe. Además, salvo en determinado momento, mantiene la misma cara inexpresiva de ella, aunque esforzándose un poquito más (insuficiente para que nos la creamos como representación de la pureza y la bondad) por eso de que esta vez no se depende de un triángulo amoroso. Y es que la película tiene la opción de dar peso a uno de esos, pero lo evita en todo momento, ya que lo que interesa es la eterna lucha entre el bien y el mal, mientras que el resto (todos los personajes masculinos) no son más que un accesorio para encaminar la historia hacia el inevitable enfrentamiento final.
Ya he comentado el escaso peso de los hombres en la película, ya que no deja de ser una lucha de poder entre dos mujeres, las cuales hacen y deshacen a su antojo por mucho que, por ejemplo, se quiera dar mucha relevancia al personaje del cazador que interpreta Chris Hemsworth (al que pronto veremos tanto en la secuela de "Thor" ya en rodaje como en la ya anunciada "Los Vengadores 2"). Y es que Hemsworth demuestra su valía como héroe de acción (yo ya estoy algo cansado de tanto superhéroe, la verdad), mostrando suficiente carisma para salvar un personaje al que le pasa lo mismo que a la película: Buen arranque y luego se diluye entre tonterías, reiteraciones, decisiones absurdas y sacrificio de todo en aras de potenciar a Blancanieves. Aún peor es el caso de Sam Clafin como William, el amor de infancia de la protagonista, y es que es un personaje tan desdibujado y carente de entidad que resulta imposible decir nada destacable de él más allá de su habilidad con el arco. Y Clafin tampoco hace nada para mejorarlo.
Un gran logro de la película es la integración de actores como Ian McShane, Bob Hoskins, Toby Jones o Nick Frost como los enanos, ya que no desentonan lo más mínimo en lo visual y en cuanto a lo interpretativo demuestran todos su solvencia habitual. El otro personaje relevante por comentar es Finn, el hermano de la reina/villano-secundario/albino chalado al que da vida con acierto el poco conocido Sam Spruell. No deja de ser otro relleno masculino, pero al menos la película incide levemente en su sufrimiento por estar a la sombra de la reina y su maldad de baratillo sirve para salvar a la cinta del aburrimiento total en algunos momentos.
Conclusiones
En definitiva, "Blancanieves y la leyenda del cazador" es una aproximación épica, en la línea de "El señor de los anillos", a la historia que ya todos conocemos, pero que, tras un comienzo prometedor, acaba resultando cansina salvo por algún chispazo ocasional (la primera aparición de los enanos). Además, Kristen Stewart no da la talla como heroína de la función, pero Charlize Theron resulta muy convincente como villana y Chris Hemsworth cumple correctamente con un personaje al que no me importaría ver en nuevas aventuras. Eso sí, al final lo que queda es una historia de reconquista de terreno perdido que no ha conseguido enganchar al espectador, por lo que ni siquiera la batalla final resulta suficientemente impresionante para compensar el tremendo bajón de interés entre (poco después de) la fuga de la protagonista y el comienzo del último acto. No llega a ser una mala película, pero sí muy decepcionante para lo que podía haber dado de sí.
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