jueves, 9 de mayo de 2013

Oz, un mundo de fantasía rutinaria y aparatosa y soporífera revisión del cuento

Información: Oz, un mundo de fantasía rutinaria - 20/03/2013 13:53:50

" Después de regresar a los orígenes con la reivindicable "Arrástrame al infierno" ("Drag Me to Hell", 2009) donde demostró que no ha perdido la rara habilidad de conjugar con acierto el terror y la comedia, y ver cómo la franquicia de su querido Spider-Man pasaba con éxito a las manos de otro realizador, Sam Raimi volvió a probar suerte en el Hollywood de las grandes producciones con "Oz: Un mundo de fantasía" ("Oz: The Great and Powerful", 2013), uno de los estrenos más potentes (comercialmente hablando) de los primeros meses de un año en el que nos quieren avasallar con propuestas fantásticas el pasado viernes llegó otra, "Jack el caza gigantes" ("Jack The Giant Slayer", Bryan Singer, 2013).
El nuevo trabajo de Raimi, un lujoso blockbuster en formato 3D para el estudio Walt Disney Pictures, parte de la popular obra de L. Frank Baum para proponer al espectador un viaje a los orígenes del mago de Oz. El espectáculo visual que permite un presupuesto de 200 millones de dólares, un realizador más que fiable al que conoce tanto el friki como el verdadero apasionado del séptimo arte, un atractivo reparto encabezado por James Franco, Mila Kunis, Rachel Weisz y Michelle Williams, unido a la deliciosa nostalgia que produce el recuerdo de la entrañable "El mago de Oz" ("The Wizard of Oz", Victor Fleming, 1939) son motivos suficientes para convencer a cualquiera de que "Oz, un mundo de fantasía" es un entretenimiento de primer nivel que justifica el precio de la entrada, el refresco gigante y el cubo de palomitas. Sí, yo también caí en esta elaborada trampa.
El comienzo es realmente prometedor. Nada original, pues repite el juego de la transición de colores que existía en el musical protagonizado por Judy Garland, pero el tramo inicial en Kansas es lo más divertido e inspirado que hay en esta precuela tragaperras orquestada por Raimi, cuya trama sitúa al espectador veinte años antes de los hechos que narra "El mago de Oz". Arranca presentando a Oscar Franco en un papel que Disney ofreció antes a Johnny Depp y Robert Downey Jr., el ilusionista de un circo ambulante en peligro de extinción. El protagonista es un embaucador y un mujeriego que sueña con seguir los pasos de sus mayores ídolos: Edison y Houdini. Los primeros minutos son esenciales para trazar al personaje, sus habilidades carisma, facilidad para el engaño, sus flaquezas egoísmo, inseguridad, sus esperanzas vivir aventuras, deslumbrar al mundo y sus miedos sobre todo, quedar atrapado en una vida corriente.
Tras un lío de faldas como mandan los cánones de las historias circenses, Oscar sube a un globo y por una de esas casualidades que pasan en el cine se cruza en el camino de un tornado. Convencido de su inminente muerte promete a ¿Dios? que será una buena persona si le da una segunda oportunidad, y después de un par de sustos con afilados trozos de madera Raimi deja su firma aprovechando el 3D el mago aparece milagrosamente en la tierra de Oz, donde esperan con ilusión la llegada de un salvador… en fin, lo de siempre. La nueva Oz bebe directamente de la inmortal fuente creada en 1939, a lo que se suman escenarios digitales cargados de plantas, construcciones y criaturas llamativas, que se perciben recicladas de otra reciente superproducción de Disney, "Alicia en el país de las maravillas" ("Alice in Wonderland", Tim Burton, 2010) estoy convencido de que los ejecutivos de Hollywood deben considerar a Raimi y Burton como básicamente el mismo bicho raro estimulado por la música de Danny Elfman.
De hecho, uno de los mayores defectos de "Oz, un mundo de fantasía" es que trata de asombrar al espectador con recursos gastados que han sido empleados hace poco; se nota demasiado que el estudio busca repetir el inmenso éxito de la última adaptación de Lewis Caroll, ahora con la saga creada por Baum. No es casual que ambas películas cuenten con diseños artísticos de Robert Stromberg y estén producidas por Joe Roth, que también estuvo implicado en otro producto con ideas y propósitos similares: "Blancanieves y la leyenda del cazador" ("Snow White and the Huntsman", Rupert Sanders, 2012). Que nadie me malinterprete, no soy tan ingenuo como para pensar que la Disney puso en manos de Raimi un generoso presupuesto para filmar algo novedoso y atrevido, pero tampoco esperaba que, salvo por un par de escenas la ya comentada y un susto al final, esta rutinaria aventura de acción tediosa y diálogos huecos podría haberla dirigido cualquier profesional dispuesto a homenajear (o plagiar, según se mire) el clásico de Fleming.
El guion de Mitchell Kapner y David Lindsay-Abaire se toma demasiado tiempo en subrayar el conflicto del héroe y retrasar su evolución pero no es capaz de sacar punta al encuentro de éste con las tres hechiceras no es cuestión de pedir "La brujas de Eastwick" ("The Witches of Eastwick", George Miller, 1987) pero qué menos que una pizca de rica metáfora y cachondeo adulto. Los personajes femeninos están muy desaprovechados y ellas responden con frialdad y sobreactuación mención especial a los vuelos de Weisz, el lifting digital de Kunis y el cargante discurso de Williams. Franco también está desdibujado y desorientado entre tanto fuego artificial en este soso e inofensivo relato destinado a (saquear las carteras de) todos los públicos. Y vender merchandising y generar secuelas, la primera de las cuales ya está en camino.
Más que "no recomendada para menores de 7 años", como señala el cartel español, yo diría que Oz, un mundo de fantasía" no es recomendable para mayores de 7 años. Desde luego, hay momentos eficaces sobre todo en los primeros minutos y la cartelera ofrece peores películas ¡faltaría más!, pero el conjunto es todo lo que uno detesta de Hollywood: un asombroso envoltorio vacío, una cadena de excusas mal planteadas para rellenar la pantalla con efectos visuales, una historia sin verdaderos personajes, sin ingenio, sin valentía, sin frescura, sin identidad, un producto que necesita a un espectador entregado y dócil que deje su mente en piloto automático durante dos horas y olvide lo que ha visto nada más levantarse de la butaca. Para que vuelva a pagar cuando salga la siguiente.
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Que opina usted? Blancanieves y la leyenda del cazador, aparatosa y soporífera revisión del cuento - 04/06/2012 11:00:00

" El pasado viernes llegó a las carteleras otra adaptación del cuento de Blancanieves, apenas dos meses después de la colorista y familiar versión de Tarsem Singh, "Blancanieves (Mirror, Mirror)". La segunda aproximación a este popular relato, fuente de la que ha bebido el cine desde principios del siglo pasado, es más ambiciosa y espectacular; la firma un debutante, Rupert Sanders, que ha apostado por un tono épico y oscuro. "Blancanieves y la leyenda del cazador" ("Snow White and the Huntsman") es el título de este nuevo blockbuster con el que Hollywood pretende devorar las taquillas de todo el mundo, una mecánica, aparatosa y soporífera aventura fantástica que busca asombrar con escenas aisladas cargadas de pirotecnia visual, confiando en que el espectador no prestará demasiada atención a las incoherencias de la historia y pasará por alto la nula credibilidad de sus protagonistas. Aunque todavía quedan meses por delante, la incluyo ya entre las peores películas de 2012, es un desastre.
Kristen Stewart, Charlize Theron y Chris Hemsworth son las estrellas y el gancho para la taquilla de esta superproducción de James Roth, responsable de otro vacío pero rentable espectáculo como fue "Alicia en el país de las maravillas" ("Alice in Wonderland"). La fallida película de Tim Burton parece haber sido uno de los referentes a la hora de crear el infumable batiburrillo de elementos que forman "Blancanieves y la leyenda del cazador", en la que también se reconocen rastros de "El señor de los anillos" ("The Lord of the Rings"), "Legend" o una de las series de moda, "Juego de tronos" ("Game of Thrones"). Da la sensación de que a los guionistas, Evan Daugherty, Hossein Amini y Evan Spiliotopoulos, se le encargó la elaboración de una serie de situaciones aisladas que dieran lugar a un llamativo tráiler. Piezas que permitieran imágenes recargadas con lujosos efectos visuales y relleno de minutos a base de convencionales peleas y batallas, filmadas con prisa y montadas de manera caótica para maquillar la torpe dirección de Sanders. En definitiva, uno de los mayores problemas de la película es que no funciona como bloque, no hay ritmo, progresión dramática ni una evolución creíble de los personajes, todo avanza a saltos, de manera forzada y arbitraria. Y así es difícil meterse en la historia.
Más aún cuando es sobradamente conocida por todos, aunque Daugherty, Amini y Spiliotopoulos han introducido numerosos cambios al enfoque tradicional del relato de Blancanieves, cuya más célebre adaptación es la de Walt Disney estrenada en 1937, para animar al público actual a descubrir esta nueva versión. La película de Sanders arranca con el trágico pasado de la protagonista, con la muerte de sus padres y la coronación de la malvada Ravenna, que encierra a su hijastra en una torre durante años, tiempo en el que el reino pierde toda su luz y su alegría para convertirse en un lugar tenebroso y moribundo. Ravenna necesita roba la vida a su alrededor para seguir siendo la mujer más bella. Pero un día, su espejo mágico dice que la más hermosa es Blancanieves, en cuyo físico y estado de ánimo no se notan las penurias que ha tenido que soportar desde su niñez (debe ser que los pajarillos, además de largos tornillos con los que defenderse, le proporcionaban comida y ayuda psicológica). Como es de esperar, la joven escapa y la reina envía al cazador para que la encuentre. Pero ha elegido a un hombre bueno, claro, que en lugar de cumplir órdenes ayudará a Blancanieves a recuperar el trono. Siete enanos y un ejército fiel a la legítima heredera se unirán a la causa.
"Blancanieves y la leyenda del cazador" es una de esas películas en las que a cada momento te preguntas "¿y esto a qué viene?". Es una montaña de disparates visuales y narrativos. Escenas como la de Ravenna bañándose en ¿leche?, el flashback de su infancia, las pesadillas en el bosque oscuro, el ataque del troll, la aparición del príncipe, el funeral con canción de uno de los enanos o la profecía metida con calzador son solo algunos apuntes de la incompetencia de los responsables de la película a la hora de crear un emocionante drama de acción y fantasía. Con todo, la película podría seguirse con un mínimo de interés si el reparto se creyera en algún momento lo que está haciendo, pero no es así. Stewart sigue haciendo lo de siempre, suspira mucho y va alternando la expresión entre asqueada y excitada, Hemsworth vuelve a repetir el papel de Thor (cambiando el martillo por hachas, faltaría más…), Sam Claflin es uno de los peores descubrimientos del cine comercial, realmente lamentable su escasa participación, y Theron es la única que se defiende, que logra algún momento de conexión entre la pantalla y el público, pero su personaje es tan absurdo que ni siquiera en el mejor momento de su carrera (ojo a "Young Adult") puede dotarlo de entidad. Ian McShane, Toby Jones, Ray Winstone, Nick Frost, Bob Hoskins, Johnny Harris y Eddie Marsan se limitan a pasear por bosques y castillos encarnando a unos sosos enanos cuya labor es poco menos que soltar frases supuestamente graciosas.
De las dos perspectivas de la misma historia, sale victoriosa la de Tarsem, sin ser brillante ni mucho menos. Y aunque le vaya peor comercialmente, su "Mirror Mirror" cumple con lo que promete. El cineasta de origen indio supo exprimir el lado más afable y jovial del cuento, lograr la implicación del reparto (Julia Roberts y Armie Hammer superan con creces a cualquier intérprete de esta otra versión) y ser fiel a su gusto estético, dejando en definitiva un producto efectivo, entretenido, honesto y único. Por su parte, Sanders falla en todos los frentes con "Blancanieves y la leyenda del cazador". Su película es un armatoste sin alma, sin identidad ni valor, es una vaga repetición de elementos y esquemas trillados, el simplón amago de historia se desmonta ya en el primer acto y los actores están nefastos, perdidos en este producto de marketing que no es más que un bonito envoltorio que promete mucho más de lo que ofrece. Del mediocre conjunto, solo rescato alguna escena de Theron, que lo intenta, los efectos visuales y la música de James Newton Howard, que alterna tramos rutinarios con otros más inspirados. En resumen, un título para olvidar.
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