lunes, 6 de mayo de 2013

A quemarropa, de John Boorman y Mientras duermes, miedo a lo conocido

Información: Críticas a la carta | A quemarropa, de John Boorman - 23/02/2013 8:51:50

" La década de los sesenta fue, para el cine, una época de transición, de relevo generacional y de búsqueda de nuevas potencialidades narrativas y técnicas. En ese aspecto, "A quemarropa" ("Point Blank", John Boorman, 1967), es un film de su tiempo. El clima contestatario que se vivía en aquel momento en Estados Unidos, se extrapoló ,como no podía ser de otra manera, a la naturaleza de los nuevos films que aparecían. La crisis de los grandes estudios, el asentamiento de la televisión, así como la necesidad de evolución genérica, dieron una mayor libertad creativa tanto a directores como a guionistas. Al mismo tiempo, se hizo cada vez más palpable la influencia del cine europeo que, con sus marcados aires renovadores, se convirtió en un referente para toda la industria cinematográfica.
De este modo, una nueva generación de creadores fueron tentados desde Hollywood, que padecía de la rigidez de tiempos más gloriosos. El cambio necesitaba de todo el potencial de directores europeos como Peter Yates, Roman Polanski, Milos Forman, Karel Reisz o John Boorman. Ellos fueron algunos de los realizadores que desembarcaron en la meca del cine, en medio de un convulso panorama internacional.
Con la Guerra Fría como telón de fondo, la Guerra del Vietnam y la inminente desaparición de los preceptos de censura que habían imperado hasta el momento, la violencia se abrió paso en el cine a golpe de fotograma. De ello se nutre "A quemarropa", que muestra la agresividad de una nueva versión del sector criminal, con unos renovados personajes que recuerdan más a unos ejecutivos que velan por los intereses de sus corporaciones, en este caso, de la esquiva "organización".
El film noir, como vía expresiva y de estilización visual, fue uno de los géneros que experimentó una mayor transformación durante esta época. Si bien se considera, estrictamente, a "Sed de mal" ("Touch of Evil", Orson Welles, 1958) como la última película de cine negro, muchas de sus características esenciales fueron transformándose y adaptándose a una nueva estética y a una evidente tendencia iconoclasta por parte de los cineastas del momento. Este film de John Boorman, junto con "Bullit" ("Bullitt", Peter Yates, 1968) posteriormente o, de modo más evidente, "Código del hampa" ("The Killers", Don Siegel, 1964), son claros e ineludibles referentes de esta evolución. El neo-noir, que entronca también con el thriller, fue el término con el que se clasificaron estas películas y que sirvió para encumbrar un estilo que, periódicamente, vuelve a aplicarse.
Durante el rodaje en Inglaterra de "Doce del patíbulo" ("The Dirty Dozen", Robert Aldrich, 1967), Lee Marvin entró en contacto con John Boorman, entonces un director británico en ciernes. Éste había trabajado previamente para la BBC y había realizado la película "Catch Us If You Can" (id, John Boorman, 1965) al servicio del grupo pop The Dave Clark Five, en un intento de emular el éxito de "¡Qué noche la de aquel día!" ("A Hard Day"s Night", Richard Lester, 1964). Este realizador llegó a Hollywood, pues, con todo el poso de las vanguardias, auténtica revolución a nivel pictórico, musical y literario. En el cine era la francesa Nouvelle vague, la que encabezaba esta renovación. Su huella en "A quemarropa" es manifiesta, para un film que se observa, con el paso del tiempo, como un experimento o ejercicio estilístico, en el que la historia es justamente un vehículo y no una finalidad.
La cinta toma como base la novela The Hunter escrita por Donald E. Westlake, cuyo pseudónimo fue Richard Stark. Ésta fue la excusa para que Marvin y Boorman pudieran colaborar, algo que mutuamente deseaban y en lo que ambos pusieron mucho empeño. Su trama gira entorno a Walker, al que da vida Lee Marvin, un individuo que busca venganza después de ser traicionado por su entonces amigo y su mujer. La interpretación de Marvin en esta cinta, supone un acto total de deshumanización. Cuál autómata, ejecuta su particular vendetta desprovisto de expresión, como sucede también con el resto de personajes que representan los arquetipos más reconocibles del género del que toman forma. Destacan Angie Dickinson, con quien Marvin ya coincidió en "Código del hampa", así como John Vernon, Carroll O"Connor y Keenan Wynn, como sus principales antagonistas.
Un inicio delirante repleto de continuos y oníricos flashbacks, marca el desarrollo circular de una trama que empieza donde termina, en Alcatraz. Ésta fue la primera película que se rodó dicha prisión, después de su cierre definitivo como centro penitenciario en 1963. El ritmo del frenético montaje inicial, obra del veterano Henry Berman, va pausándose a medida que se manifiesta la futilidad de la venganza del protagonista. No en vano, el personaje de Lee Marvin es el que lleva a la muerte a aquéllos que persigue, pero en ningún caso, irónicamente, es él quien la consuma.
El sexo y el erotismo, por otro lado, también son representados con brusquedad y desapego. Existe un triángulo de relaciones, en más de un sentido. En estas escenas, el ritmo es entrecortado, interrumpido, frustrado. La pistola se convierte en una buscada analogía, como otra forma más de expresión de la violencia que impera en la película.
Los verdaderos personajes son el color y el sonido, en una cinta que persigue claramente el efectismo. El primero está presente no sólo en el entorno y en la iluminación, sino en el vestuario de los protagonistas, que parecen adaptarse a cada escenario, a cada situación. El desarrollo del argumento es también un desarrollo del cromatismo. Su valor sensorial aporta mucho más a la trama que los propios diálogos. Los verdes y los grises al principio, las tonalidades ocres más sensuales con la aparición de Angie Dickinson, pasando por el rojo del apartamento de Mal Reese ,interpretado por John Vernon, como preludio de la violencia que le sobreviene al personaje. Estas transiciones no sólo afectan al espacio sino también al propio Walker, que modifica su vestuario a medida que avanza su periplo.
El uso del sonido, concebido también como elemento transgresor y de ruptura con su utilización clásica, supone una alteración constante del ritmo de la película. El sonido ambiente es repetitivo, estridente y crispado, así como la actuación musical del film en la que el intérprete no canta, más bien chilla. La banda sonora fue obra de Johnny Mandel y es uno de los recursos más singulares de "A quemarropa". Todo ello confiere a la cinta una atmósfera de convulsión, de Fuente Artículo

Que opina usted? Mientras duermes, miedo a lo conocido - 11/10/2011 5:18:49

" Siguiendo con el cine que se está adelantando en el Festival de cine Fantástico y de Terror de Catalunya en Sitges, nos centramos ahora en el film de Balagueró "Mientras duermes", que llegará a las pantallas este mismo viernes. Protagonizado por Luis Tosar y Marta Etura y con intervenciones de Alberto San Juan, Iris Almeida, Pep Tosar, Petra Martínez y Margarita Rosed, el film ofrece como aliciente clave la interpretación impecable de su actor principal en el papel de un conserje de finca urbana que, a pesar de aparentar una amabilidad y una normalidad totales, mantiene una peculiar relación con los propietarios e inquilinos y esconde un secreto muy perjudicial para quienes ignoran la amenaza que habita unos pisos más abajo.
El director escoge una historia minimalista para construir a su alrededor y opta por una narración de baja intensidad porque no quiere que, en este caso, su terror se base en los sustos o en la facilidad de las imágenes truculentas y terroríficas. Si bien esto es loable como intención, también es más difícil que la consecución sea efectiva. Para ello, resulta fundamental crear una atmósfera que mantenga la tensión y no es que el director haga un mal trabajo al respecto, ya la atmósfera está ahí, pero no con intranquilidad suficiente como para suplir el poco alcance de un guion que se queda corto a lao hora de explotar los conceptos de partida.
Jaume Balagueró consigue encuadres bien situados para regalarnos planos vistosos y la fotografía nos adentra muy bien en ese mundo, contribuyendo a la atmósfera más que cualquier otro aspecto del film. La localización del edificio modernista de Barcelona es tan espectacular que todo lo retratado se muestra agradecido.
El montaje tiende a ser invisible durante la mayoría del metraje y solamente se deja ver en algunas ocasiones, haciendo cortes discontinuos ,que algunos conocen como jump cuts, o distorsionando el ratio de fotogramas por segundo. Estas variaciones, más que marcar una mayor tensión o recalcar las escenas de violencia, como probablemente era su propósito, en mi opinión se salen de la tónica general de forma demasiado brusca. De hacerse, deberían haberse repartido por toda la película. Del montador habría sido también la labor de dotar de mayor tensión al conjunto y quizá de aligerar un arranque más oneroso de lo deseable.
Terror cotidiano
El terror sobrenatural o de ciencia ficción, por mucho que nos haga estremecernos en la sala, no nos mantendrá inquietos más allá de la proyección, con pánico de que la situación se reproduzca en nuestras vidas. La ventaja del miedo a lo cotidiano, que en primera instancia podría sonar menos impactante, estaría en lograr contagiarlo hasta al más pintado. A eso juega esta película, ya que tanto el tema de la violación de la intimidad como la psicopatía ajena producen inquietud sin más que pensar en ellas. Pero la cinta no va más allá de lo que estas nociones asustan por sí solas. Personalmente, no sentí temor ni por un instante y no creo que sea solo porque no soy una persona sugestionable. Me costaría creer que ninguna espectadora haya mirado bajo su cama la noche que vio "Mientras duermes". Cierto es que podría no transmitir ese temor y funcionar a pesar de ello, pues hay muchas más cosas que ofrecer y el miedo es casi el efecto más facilón. Quienes rechazan los sobresaltos agradecerán que no se dé ninguno.
El thriller de reciente estreno "La víctima perfecta" parte de un argumento sumamente similar y guarda numerosas concomitancias con "Mientras duermes". Si bien en aquella el mayor problema era la ausencia de atmósfera y aquí ese aspecto está más logrado, comparte con la de la Hammer la falta de ganas de ir más allá con la historia y el poco aprovechamiento de unas ideas de partida que, aunque no sean rompedoras, tienen mucho que aportar. En ninguna de las dos fui capaz de ver a un verdadero psicópata en los personajes principales. En la estadounidense puede que a causa del actor elegido, cosa que no sucede en esta, ya que Luis Tosar dota a su personaje de matices e inquietud, pero en el guion de Alberto Marini falta algo para terminar de creerse a este ser dañado.
De Balagueró me gustó mucho "Los sin nombre", pero en sus siguientes propuestas nunca he encontrado una satisfacción total, salvo con la que comparte con Paco Plaza, "[REC]". "Darkness" se me antojó una cinta fallida y que probablemente era el fruto de una serie de vaivenes en su concepción, pues en ella se percibían idas y venidas de unas historias a otras y un montón de elementos que no llegaban a cuajar. Aquí no hablaría de film fallido, ya que creo que está bien contado, nunca se va de las manos y no pierde el camino hacia el fin que persigue. Si algo le ocurre es que se queda en poco, pero no está mal hecha ni cae en fallos evidentes.
Conclusión
Dado que la atmósfera se demuestra imprescindible para sostener muchos minutos en los que apenas sucede nada, esta debería ser aún más angustiosa ,quizá a otros espectadores sí les haya creado la tensión requerida y les haya mantenido atrapados,. "Mientras duermes" tiene muchos aspectos encomiables, más en sus intenciones que en su resultado y no es en absoluto un mal trabajo, aunque no termine de resultar redonda. Según se va acercando al final, va cobrando intensidad hasta finalizar con elementos muy interesantes, que pueden compensar el lento arranque e imprimir una grata imagen del conjunto.
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