Es Noticia, La gran estafa americana, sutiles conexiones - 23/02/2014 3:58:00
" Un par de estafadores de poca monta Irving Rosenfeld (Christian Bale) y Sidney Presser (Amy Adams) son atrapados por un frenético y neurótico agente del FBI, Richard DiMaso (Bradley Cooper). Éste les propone atrapar a Carmine Polito (Jeremy Renner), el popular alcalde de Camden, Nueva Jersey, al que pretenden dar caza con una estafa que pruebe sus conexiones con la mafia y la corrupción.Partiendo de unos hechos reales, la operación ABSCAM, y un libreto escrito por Eric Warren Singer, esta es la mejor (y la más eficiente) de todas las películas que ha escrito y dirigido David O"Russell. El guión de Singer, en la lista negra de guiones de 2010, fue reescrito en un tono más cómico por un O"Russell felizmente preocupado por darle a la película un aspecto ligero.
"La gran estafa americana" (American Hustle, 2013) es una película suntuosa, muy bien dirigida, escrita, montada e interpretada, con banda sonora naturalmente repleta de temazos, pues la acción transcurre en los años setenta, y una efectividad tremebunda. Sin embargo, no es esa la razón por la cual me ha parecido ésta una apuesta madura, compleja, matizada. A mi compañero Sergio le agradó con moderación.
Me resulta curioso como la película contaba con todos mis prejuicios y bien está que una película derribe unos cuantos, o al menos los necesarios. Suspicaz ante O"Russell, un buen director artesanal antes que un autor, pensaba que "El Lobo de Wall Street" (The Wolf of Wall Street, 2013) iba a ser la película del año frente a una versión, más o menos eficaz, de un thriller setentero.
Ha sido al contrario. Ambas son películas, curiosamente, sobre estafadores y O"Russell roba (voz en off, narración desde puntos de vista) algunas maneras narrativas a Martin Scorsese, pero ninguno de sus usos. Scorsese quiere que pensemos que un estafador, que no tuvo apenas poder real en Wall Street como determinan los hechos, es todos los estafadores frente a nosotros: audiencia estúpida, complacida y de repente revelada. Las historias de Scorsese, incluso las irónicas, son historias de redención, de ascenso y caída y posible absolución.
En medio de una situación tan compleja como la que propone el crédito en Wall Street opta por jactanciosas y sentenciosas frases sobre el presente. Curiosamente, O"Russell hace todo lo contrario: su relato de estafadores es un relato bastante verosímil de cómo nos relacionamos frente al Poder y de cómo algunas conciencias pueden tratar de llevar una vida, y los precios que deben pagar.
El guión de O"Russell establece demasiadas conexiones sutiles para que su tono de comedia nos libre de sospechar de la profundidad de su mirada. Se permite varias audacias, como una narración inicial en la que combina varios puntos de vista y una modélica construcción de secuencias, al ritmo de la música, usando temazos de la época, como los de Electric Light Orchestra o Donna Summer, o recurriendo a la sensualidad de Duke Ellington. Irving Rosenfeld, el antihéroe al que da vida un estupendo, locuaz y francamente esperpéntico Christian Bale, es un superviviente nato. En medio de los engaños, comienza a buscar la verdad.
O, dicho de otra manera, vivir sin mentiras. Pero es demasiado tarde. Su amistad con Carmine Polito (Jeremy Renner) se llenará de matices. Porque la película distingue entre grados de corrupción, tal es la madurez del cineasta O"Russell. El alcalde de Camden se ensucia las manos con el fin de crear puestos de trabajos para sus conciudadanos: El sistema no es justo, pero ¿hasta qué punto es injusto alguien que se salta esas reglas para ayudar a quienes lo han votado?
¿Y qué decir de DiMaso, el agente encarnado por un adecuadamente histriónico Bradley Cooper? Es patético. Desea locamente a la compañera de Rosenfeld. Es excesivo y grandilocuente. Pero al final, fracasa. La distancia entre O"Russell y Scorsese es la distancia que recorre el agente DiMaso al entrar a un restaurante y pasar de una sala, repleta de mafiosos felices y bebedores, a otra oscura, en la que aparece, qué otro actor podía ser, Robert DeNiro, en el papel de un verdadero y poderoso representante de la mafia.
La película entonces monta una distancia del todo inquietante. Entre los dos estafadores y el mafioso. Una persona realmente poderosa y amenazadora, no necesita alzar la voz, pues ha vivido el tiempo suficiente para saber cómo manejar a la gente.
Y de ahí, al amargo y lúcido final. La traición, uno de los temas más interesantemente abordados por la película, se convierte en una decisión ética: la traición para seguir viviendo, la traición para poder vivir en paz, lejos de uno mismo. Y, al mismo tiempo, la traición delata de quienes somos voz: de uno u otro amo.
La película es pesimista, pero no lo parece.: no caerán los corrompidos y verdaderamente poderosos, caerán los peones, los fáciles, condenables y sensacionalistas hombres de medio pelo a cuyos matices no atenderemos, incrédulos, necesitados de adjetivos y carnaza. Y desaparecerán, claro, los policías que una vez trataron de hacer tambalear el sistema.
Este estudio de personajes, que ofrece también una magnífica interpretación cómica de Jennifer Lawrence, tiene muchas cosas que decir, entre ellas un interesante personaje femenino, encarnado por una Amy Adams polisémica y magnífica, en cuyas dudas se escribe la sustancia misma del destino de dos hombres y de su identidad.
Pero lo que la película de O"Russell asegura, y con no poco humor, es que la vida mancha y no lo hace porque existan burdos payasos riendo a nuestra costa.: lo hace porque tendremos que sobrevivir, al viento, a la traición, a nosotros mismos. Por eso mismo, es una de las películas de Hollywood más inteligentes de los últimos tiempos, porque en su mirada espera que seamos nosotros quienes establezcamos las sutiles conexiones.
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La noticia La gran estafa americana, sutiles conexiones fue publicada originalmente en Blogdecine por Pablo Muñoz.
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Noticia, Project X, supersalidos resacosos - 09/06/2012 13:03:45
" A veces queda la sensación de que el sistema de estrenos en USA es bastante rígido en cuanto a las películas que pueden tener cierto éxito, ya que, obviamente, las productoras van a potenciar más aquellas cintas en las que se han dejado una buena cantidad de dinero. No obstante, existen dos géneros en los que resulta más sencillo lanzar una película pequeñita y que ésta se convierta en un gran éxito: El cine de terror y la comedia. En la primera categoría podemos encontrar casos tan sonados como "Saw" o "Paranormal Activity", pero también cintas que han causado algo menos ruido pero de gran rentabilidad como la reciente "The Possesion". Sin embargo, lo que ahora nos interesa es lo segundo, ya que hoy ha llegado a los cines españoles "Project X", una de las grandes sorpresas de este año al recaudar casi cinco veces su presupuesto sólo en territorio norteamericano.Una de las claves para entender el éxito de "Project X" hay que buscarlo en el hecho de esquivar la mojigatería y aceptar abiertamente su condición de película para adultos en USA a la hora de abusar de forma reiterada de los desnudos femeninos, ya que uno hasta pierde la cuenta de la cantidad de tetas que llegan a aparecer en pantalla. Sin embargo, eso de por sí resulta insuficiente, ya que es algo que cualquiera podría hacer por cuatro duros, entrando aquí la clave de contar con Todd Phillips, director de "Resacón en Las Vegas" (una de las cintas más representativas de comedia con un gran éxito inesperado sobre el papel), como productor, algo que, sin duda, ha ayudado a que contase con una difusión mucho mayor de la que habitualmente hubiese recibido. ¿Realmente lo merecía? Comercialmente ya ha quedado claro que sí, pero la respuesta es un no rotundo a nivel artístico o, si lo preferís así, como mero producto de entretenimiento.
Una cosa bastante obvia a poco que se preste algo de atención a la campaña de promoción de "Project X" es que se busca vincularla de forma directa con "Resacón en Las Vegas", pero eso acaba siendo realidad sólo en parte. ¿Qué quiero decir? Pues que podemos hablar de dos mitades diferenciadas a la hora de comentar la película: Un comienzo que echa sus raíces más en películas como "Supersalidos" y luego, una vez comenzada la fiesta, un despiporre que quiere parecerse a la cinta protagonizada por Bradley Cooper. El problema es que es una comedia con un contenido humorístico muy limitado, siendo más importantes las locuras que pasen en la fiesta a absolutamente cualquier otro elemento utilizado. Tampoco es mucho mejor la cosa en el arranque, donde cualquier aspecto reflexivo sobre la adolescencia y la necesidad vital de dejar de ser un pringado adquiere tintes un tanto irrelevantes.
Quizá el punto más oscuro de la función sea el guión de Matt Drake y Michael Bacall porque parece que confíen la capacidad de disfrute de lo que cuentan en la capacidad del espectador para abstraerse y ver la película como si se estuviese borracho y así se aceptase hechos inconexos, burradas absurdas o, sencillamente, un salidismo en el que todo está justificado. Para dar más verosimilitud a lo que vemos, el debutante Nima Nourizadeh opta por un uso y abuso de la cámara en mano como si todo estuviese grabado por uno de los asistentes a la fiesta en cuestión. El resultado es un batiburrillo en el que no termina de quedar claro si es más importante que los protagonistas adquieran la popularidad que ansían obtener a través de la descontrolada fiesta o la sucesión de fantasías adolescentes hechas realidad que van sucediéndose en pantalla.
Aquí es donde entra en escena una ruptura con lo que entenderíamos como narrativa tradicional en beneficio del despiporre festivo. Lo cierto es que, al menos sobre el papel, es una buena idea si el objetivo fuera retratar la adolescencia actual a modo de cortometraje, pero su capacidad de funcionar como entretenimiento resulta nula. La cosa intenta salvarse a través de elementos de menor importancia como las canciones que integran la banda sonora, pero llega un punto en el que si desconectas de lo que se ve en pantalla (como fue mi caso), "Project X" se convierte en una experiencia soporífera en la que el gran deseo de uno es que llegue a su final de una vez, algo especialmente grave si tenemos en cuenta que ni siquiera llega a los 90 minutos de metraje.
Es una tarea un tanto fatua hablar del reparto cuando su importancia se limita al desconocido trío protagonista, adolescentes salidos, chicas enseñando sus tetas y algún adulto ocasional para que lo que se ve en pantalla intente funcionar más como un intento de retrato de la adolescencia actual. Sin embargo, es en los tres personajes principales interpretados por Thomas Mann, Oliver Cooper y Jonathan Daniel Brown donde la película obtiene un mínimo de entidad a la hora de mostrarnos lo que puede afectar la popularidad a la personalidad de un adolescente. No es que se profundice apenas en eso (queda casi reducido a algunas bromas en el tramo final), pero al menos transmiten cierta naturalidad durante la mayor parte de la función. Y ya, porque el descontrol y la falta de objetivos claros es la base de la función, algo que se nota demasiado.
En definitiva, "Project X" es una mamarrachada que viene a querer ser una libre combinación de "Supersalidos" y "Resacón en Las Vegas" con un aspecto más realista (de ahí el uso de la cámara en mano y el look visual más próximo a una de esas producciones de found footage que tanto abundan últimamente), pero que ni funciona como comedia ni resulta de interés como cinta de corte verista. El resultado final es una tontería de mucho cuidado que incluso se permite juguetear con la idea de la no necesidad de la narrativa convencional en producciones de este estilo, pero lo hace de forma tan nefasta que acaba resultando un error más que sumar a la lista de fallos. Y es que es una película que simplemente no merece la pena ni para pasar el rato en una tarde de aburrimiento.
Otra Crítica en Blogdecine: Proyecto X, todo en una noche
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