
Interesante, 13 asesinatos y medio, la primera parodia del slasher - 07/05/2013 8:33:29
" "Psicosis" ("Psycho", Alfred Hitchcock, 1960) es una las obras maestras más indiscutibles de la historia del cine, pero también es muy responsable de la sobreutilización de la figura del psicópata en la gran pantalla. Pieza fundamental en la existencia del giallo, no pocos estudiosos la sitúan como la principal referencia a la hora de hablar del slasher, aunque otros tienen la audacia de remontarse a "Trece mujeres" ("Thirteen Women", George Archainbaud, 1932), un curioso thriller que, en mi opinión, muy poco tiene en común con el subgénero popularizado décadas después por títulos como "La noche de Halloween" ("Halloween", John Carpenter, 1978), "Viernes 13" ("Friday the 13th", Sean S. Cunningham, 1980) o "Pesadilla en Elm Street" ("A Nightmare on Elm Street", Wes Craven, 1984).Sin embargo, lo que ahora nos interesa no son exactamente los slashers. Imagino que recordaréis que hace unos días mencioné varias de las primeras películas que parodiaron este subgénero al hablaros de "Scary Movie 5" ("Scary MoVie", Malcolm D. Lee, 2013), pero a la hora de la verdad solamente una fue la primero en hacerlo. Esa película responde al título de "13 asesinatos y medio" ("Student Bodies", Mickey Rose, 1981) y ya os adelanto que, por desgracia, está muy lejos de poder ser considerada una de las mejores comedias paródicas de la historia del cine.
El nombre de Mickey Rose puede que no os diga gran cosa a la mayoría, pero si estáis siguiendo con atención el especial que mis compañeros Juan Luis y Pablo están dedicando al cine de Woody Allen, deberíais acordaros de su participación como guionista en títulos como "Toma el dinero y corre" ("Take the Money and Run", 1969) o "Bananas" (id, 1972). Al prescindir el cineasta neoyorkino de sus servicios, Rose centró su carrera en el mundo de la televisión, con escarceos esporádicos con la gran pantalla, siendo "13 asesinatos y medio" la única película que dirigió en una dilatada carrera que llegó definitivamente a su fin al fallecer el pasado 7 de abril.
Eso sí, la autoría de Mickey Rose es algo que conviene relativizar, ya que Michael Ritchie "El chico de oro" ("The Golden Child", 1986) aparece únicamente acreditado como productor cuando dirigió la cinta junto a Rose, y es que la película se rodó durante la huelga de guionistas que tuvo lugar en Hollywood durante tres meses de 1981 y firmarla podría haber jugado en su contra en el futuro. Por su parte, el principal responsable del libreto fue Jerry Belson "Always" (id, Steven Spielberg, 1989), pero ciertos problemas sindicales obligaron a dejarle fuera de los títulos de crédito. Este batiburrillo se traslada al resultado final de "13 asesinatos y medio", ya que consigue que una premisa muy prometedora acabe convirtiéndose en un espectáculo rutinario en el que nadie tiene muy claro qué es exactamente lo que quieren conseguir.
De más a (mucho) menos
El prólogo de "13 asesinatos y medio" es posiblemente lo mejor que se haya hecho en lo concerniente a parodiar al slasher en la gran pantalla. Mezclando elementos del arranque de "La noche de Halloween" y "Llama un extraño" ("When a Stranger Calls", Fred Walton, 1979) éste último una influencia directa del celebrado inicio de "Scream" (id, Wes Craven, 1996), su efectividad cómica es bastante peculiar, ya que se basa principalmente en los jadeos del asesino y la música de intriga propia de ese tipo de producciones, sin por ello olvidar la tan característica utilización del plano subjetivo desde el punto de vista del psicópata, algo que se mantendrá a lo largo de todo el metraje.
Sin embargo, su uso se desmarca de lo habitual, vinculando de forma expresa la composición de Gene Hobson con sus llamadas telefónicas y se exageran sus jadeos no es casualidad que se le conozca como The Breather para provocar la carcajada del espectador, alcanzando puntos de especial absurdez cuando el asesino vuelve a llamar su futurible víctima sólo para decir "he dicho" y ponerse a jadear. La guinda llega con la escena en la que The Breather tiene ante sí una mesa llena de armas contundentes para cometer su crimen y opta por elegir la más inesperada.
Por desgracia, el ingenio parece que se les agotó al hacer evolucionar los simpáticos avisos con texto sobreimpreso para iniciar un conteo de los trece asesinatos y medio que se cometen en la película, ya que todo vira hacia un slasher anodino y vulgar que encima ni siquiera ofrece algunos de los rasgos que permitieron a estas producciones dar pingües beneficios años atrás. Se agradece la honradez de "13 asesinatos y medio" a la hora de dejar claro que su existencia se debe únicamente a esto la película arranca con un aviso al respecto y más tarde hay una escena podéis verla un poco más arriba que incide abiertamente en ello. Son detalles estimables el momento en el que se repasan a los posibles sospechosos también lo es, pero están perdidos en una trama de asesinatos sin especial interés, con una preocupante escasez de gags y en la que solamente llama la atención los singulares utensilios utilizados para ejecutar a sus víctimas.
El reparto es particularmente anodino y la imposibilidad de mostrar al asesino impide dotarle de un toque icónico que ayude a ser recordado. Tampoco ayudan los, eso sí, escasos apuntes escatológicos, mucho menores a lo que nos ha acostumbrado en los últimos tiempos el cine de parodias, pero que llaman la atención dentro de la mediocridad reinante. Su cobardía final echando mano de uno de los recursos más lamentables con los que uno puede solucionar una historia también juega en su contra, consiguiendo una mínima redención con un último homenaje a una famosa película de terror, y es que el slasher no es el único motivo de mofa/homenaje en el caso que nos ocupa.
En definitiva, "13 asesinatos y medio" es una buena idea que no supieron desarrollar de forma conveniente. Un prometedor arranque y pequeños detalles aquí y allá no compensan la mediocridad imperante durante la mayor parte de su metraje, dejando así una notoria sensación de oportunidad perdida. No tardarían en llegar otras parodias del slasher, eso sí.
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Noticia, Especial Alfred Hitchcock en Blogdecine - 30/04/2013 12:43:06
" Si tantos cineastas, desde los más dotados hasta los más mediocres, observan atentamente los filmes de Hitchcock, es porque reconocen en ellos la existencia de un hombre y de una carrera asombrosos, de una obra que examinan con admiración o con envidia, con celos o con provecho, pero siempre con pasiónEsa frase fue pronunciada por el gran François Truffaut, y nos sirve para anunciar un especial que traerá cola. Alfred Hitchcock es probablemente el director más popular de la historia del cine, algo que sin duda despertó la envidia de muchos sobre todo de miembros de la Academia de Hollywood, que jamás le premiaron con un Oscar como director, aunque sí con el de consolación, el honorífico, y sin emabargo dejó unas cuantas obras maestras para la posteridad, algunas tan complejas que aún a día de hoy siguen fascinando como perlas adelantadas a cualquier tiempo, a cualquier época.
Servidor será el encargado de llevaros a lugares donde el crimen y las emociones a flor de piel serán los principales protagonistas. Con un matiz: me centraré únicamente en su etapa americana con la excepción de "Alarma en el expreso" ("The Lady Vanishes", 1938) que será con la que dé comienzo el especial. Os invito a acompañarme al mismísimo centro del suspense donde todo puede pasar. Y como comentario final, deciros que este especial y el de Paul Newman convergirán en un siniestro punto, aquel que demuestra lo difícil que es matar a un ser humano.
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Interesante, Cineasta Rafa Lara cree que México está listo para hacer grandes producciones - 29/04/2013 12:48:00
"Después de haber rodado la película más cara de la historia del cine mexicano, ""Cinco de Mayo: La Batalla"", el director Rafa Lara está convencido de que México está listo para hacer grandes y épicas producciones.Ver artículo...
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Que opina? Hay más cine ahí fuera (15-21 abril) - 21/04/2013 13:29:22
" El tiempo pasa volando y ya vuelve a ser domingo, ese día de la semana en el que desde Blogdecine os proponemos una serie de artículos que hemos encontrado a lo largo de la blogosfera que, por un aspecto u otro, complementan el exhaustivo trabajo que los editores de esta página hacemos a diario para teneros informados sobre el mundo del cine. En la selección de esta semana hay espacio para una reflexión sobre los blockbusters, un merecido reconocimiento a uno de los mejores actores secundarios de Hollywood de las últimas décadas y muchas más cosas que os invito a descubrir."The Amazing Spider-Man" es una película que Sony hizo básicamente para que los derechos cinematográficos del personaje no volvieran a Marvel, pero la jugada les salió bien y ésta se convirtió en un notable éxito de taquilla. La secuela ya está rodándose y en De fan a fan nos ponen solución a una de las grandes dudas: El look de Jamie Foxx como Electro, uno de sus más longevos archienemigos.
No tengo problemas en reconocer que el boxeo en sí mismo no me interesa lo más mínimo, pero el séptimo arte ha ofrecido cintas apasionantes ambientadas en ese mundillo. En Domingo de cine nos proponen un repaso a los motivos por los que ese deporte tiene tantísimo potencial cinematográfico.
Son muchos los actores que a lo largo de la historia del cine han quedado marcados por su eficacia a la hora de dar vida a personajes secundarios en casi todas las películas en las que han aparecido, aunque luego también hayan destacado con algún rol principal. El caso de Bill Paxton se ajusta a la perfección a esa descripción y mi compañero Alberto ha querido hacerle justicia en 1001 experiencias.
Muchas veces tendemos a simplificar sobremanera a la hora de hablar de los blockbusters, ya que se suelen aglutinar a todos ellos como un único ente cuando las diferencias entre ellos pueden ser perfectamente equiparables al día y la noche. En Miradas de cine han iniciado un exhaustivo repaso a este hecho que se extenderá a lo largo de varios artículos, siendo los blockbusters de Disney el punto de partida.
Aún reciente está la noticia del fallecimiento de Jesús Franco, un cineasta único que no necesariamente bueno en la historia del cine español. El propio Franco calificó a "Drácula 0.9" (id, Emilio Schargorodsky, 2012) como la mejor película que se había hecho en nuestro país en muchos años. En La abadía de Berzano encontraréis una extensa entrevista a Emilio Schargorodsky, director de la película y colaborador de Franco en muchos de sus últimos trabajos.
Os recuerdo que podéis hacernos llegar vuestras sugerencias para ser incluidas en esta sección a través del siguiente formulario de contacto. Nos vemos por aquí el próximo domingo.
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Que opina usted? James Cameron: Aliens, el regreso, el infierno se llama LV-426 - 10/04/2013 0:54:33
" En términos técnicos quizás sea bastante rudimentaria con respecto a las películas de ahora; pero creo que desde el punto de vista narrativo es tan buena como podré llegar a ser.Unas notas musicales etéreas acompañadas de la marcialidad de unos lejanos tambores dan paso a las fugaces voces de un coro. Un título sobreimpreso en pantalla. Referencias sonoras al adagio del "Gayane" de Khachaturian seguidas de evocadores compases en los metales. Una nave que se mece al ritmo de la música flotando en la vastedad del espacio. Planos interiores que exploran los detalles de la cápsula a la deriva. No hace falta continuar. Lo que sigue es historia viva no sólo del género de ciencia-ficción, sino del séptimo arte. Con su segundo o tercer, según se mire filme, James Cameron se asienta cómodamente en el stardom norteamericano como uno de los mejores realizadores que surgen en los ochenta. Pero el camino hasta el estreno de "Aliens, el regreso" ("Aliens", 1986) no ha sido fácil.
El testigo de Scott
Con todo lo que en estos últimos 34 años se ha dicho respecto a "Alien, el 8º pasajero" ("Alien", Ridley Scott, 1979) no creo necesario hacer mucho hincapié en la suma importancia que la cinta de Scott tiene en el proceso de maduración que un sesgo de la ciencia-ficción cinematográfica sufrió a raiz de la magistral "2001, una odisea en el espacio" ("2001, a space odissey", Stanley Kubrick, 1969) durante buena parte de los setenta el otro quedaría marcado por cierta saga galáctica que todos conocemos, trascendiendo los modelos de la serie B.
Anclado en un realismo que queda patente de forma indiscutible a lo largo de su metraje, el modelo asentado por Scott, que será imitado hasta la saciedad, no es el que Cameron quiere usar para su segunda parte, un filme cuyos primeros pasos se dan durante la preproducción de "Terminator" ("The terminator", 1984), con un tratamiento previo escrito en cuatro días por el cineasta canadiense que será puesto en espera por la Fox ya que, por aquél entonces, todavía no ve viable una secuela de la mítica producción.
Convencidos tan sólo un año más tarde tanto por el éxito de "Terminator" como por las noventa páginas que ha logrado escribir en esos nueve meses de paralización del rodaje de su primera cinta en los que también puliría las imperfecciones del guión de ésta y escribiría el de "Rambo: acorralado parte II" ("Rambo: First Blood Part II", George Pan Cosmatos, 1985), la Fox termina dando luz verde a un rodaje que supondrá una auténtica prueba de fuego para el realizador, demostrando Cameron en su bisoñez que ya era uno de esos pocos directores capaces de crecerse ante las adversidades que terminaron rodeando todos y cada uno de los aspectos de esta producción de modesto presupuesto 18,5 millones de dólares con la que su director romperá moldes.
Las constantes de Cameron
Hablando sobre "Terminator" apunté que Cameron ha ido sustentando la totalidad de su filmografía en una serie de constantes que, con mayor o menor intensidad, calan el mensaje que en última instancia pretende transmitir el director y guionista. Y si en su ópera prima dichas constantes pasaban por contar con el protagonismo de una fémina de fuerte carácter y marcar el desarrollo del relato con una historia de gran repercusión en la trama, en "Aliens" Cameron suma a estas dos un motivo que en "Avatar" (id, 2009) alcanzará su máximo exponente: el mal derivado de las corporaciones.
Establecida la heroína de la acción en la cinta de Scott una Sigourney Weaver por la que Cameron tuvo que pelear contra la Fox para conseguir su participación en el filme y que ya quería entonces que su personaje muriera al final y variando la historia de amor hacia una de carácter materno-filial en la que ahondaremos más tarde, "Aliens" postula muy temprano en el metraje su posición con respecto a lo que las corporaciones son capaces de hacer con tal de conseguir un "maldito porcentaje".
Para ello, el realizador se apoya tanto en el personaje de Burke, que dibuja de tal manera que nos cae antipático nada más verlo algo a lo que no es ajeno el espléndido trabajo que realiza Paul Reiser, como en los más que obvios paralelismos que se establecen entre la intervención de los marines en la colonia atados a los designios de la Weyland-Yutani y la Guerra de Vietnam derivada de los intereses de las corporaciones norteamericanas en Asia, una comparación que además incide en cómo los sistemas coloniales han sido a través de la historia el vehículo idóneo para desarrollar dichos intereses.
Con otros detalles del desarrollo de la acción subrayando los paralelismos anteriores la prepotencia de los marines con sus grandes armas siendo aplastada por una fuerza de tecnología muy inferior es otra clarísima referencia a Vietnam , y el firme propósito de firmar una secuela digna enfocada "más al terror que al horror", James Cameron concreta en "Aliens" el que quizás sea el filme más redondo de su trayectoria, acercándose cuando así lo necesita a la imaginería de su predecesora los primeros planos que vemos en el interior de la SULACO; la reproducción en el tercer y eliminado rollo de la cinta de la atmósfera del filme de Scott pero estableciendo al mismo tiempo toda una nueva iconografía que, en muchos casos, se sitúa por delante de la "Alien".
La tensión…al límite
Ya en "Terminator", Cameron se tomaba su tiempo para elevar la tensión en el respetable hasta la escena en el "Tech Noir", momento en el que por fin se muestra de forma clara quién es quién y secuencia a partir de la cual el ritmo de la cinta se mueve en continuo crescendo. En dicho título, la ruptura que establecía un antes y un después en el devenir de la acción tenía lugar transcurrida una media hora de metraje, un tiempo que, considerando como cánon el montaje del director de "Aliens" único que muestra las intenciones reales del realizador para con el filme se ve multiplicado aquí por dos.
No es hasta la hora y doce minutos de proyección que todo lo que el cineasta ha ido construyendo con una presentación de personajes ejemplar que será siendo marca de la casa de aquí en adelante y un planteamiento como secuela que funciona a la perfección, explota ante la atónita mirada de un espectador que, tras haber clavado las uñas en los reposabrazos, es transportado ahora por un mayestático espectáculo de adrenalina desatada.
Encarnado en una hora y veinticinco minutos articulados a través de cinco secuencias que ponen de relieve la absoluta y temprana maestría de Cameron a la hora de plantear y ejecutar secuencias de acción, es también en el rescate de los marines por parte de Ripley donde el personaje adopta su dimensión completa, jugando el cineasta a transferir el poder de aquél que lo tiene por naturaleza, el militar, a aquella que debe ostentarlo por las iniciativas que toma y las decisiones que adopta, creando de esta forma el guión a la perfecta heroína.
Hasta ese momento, el realizador ha jugado a placer con el espectador, estableciendo las necesarias relaciones con la mitología creada por Scott en la primera entrega de la saga a este respecto resulta muy llamativa la conexión que se establece entre los atuendos casuales de Parker y Brett con los personalizados complementos de los uniformes militares que lucen los marines, ambos orientados a romper con los estándares futuristas de la ciencia-ficción y cimentando, mediante dos de las escenas que no llegaron a las salas de cine, las constantes de su cine que aquí aparecen.
La primera de dicha escenas, eliminada a instancias de la Fox que justificó su sustracción para optimizar el número de pases diarios que la cinta podía tener en las salas sirve para contextualizar la fuerza con la que Ripley adoptará el papel materno con Newt; mientras que la segunda, que Cameron quitaría por petición de Gale Ann Hurd productora del filme y esposa en aquellos momentos del director, nos acerca a las ambiciones corporativas y sirve, además, de precisa explicación acerca de la aparición de los xenomorfos en la colonia.
Con la importancia que ambas tienen de cara a establecer firmemente el contexto en el que se mueve el guión, resulta incomprensible la afirmación de la Fox de que su desaparición así como la de la secuencia de las armas dron del montaje definitivo respondía a la notoria incapacidad de Cameron para arrancar la acción cuando, precisamente, el interés del cineasta se mueve en términos de establacer dos partes bien diferenciadas que, en perfecto equilibrio de tensión/acción, ayuden a componer un todo magistral en el que cada céntimo de dólar es exprimido al máximo en la pantalla.
¡¡Aléjate de ella…puerca!!
Volvamos para finalizar a esa hora y veinte minutos que deberían ser la envidia de cualquier filme de acción de tres al cuarto de los que se estrenan hoy en día, semana sí, semana también y que pasa por esas cinco secuencias que, decía antes, articulan la segunda y soberbia mitad de "Aliens".
Al adrenalínico rescate en el APC puntualizado de forma inmejorable, como el resto de la cinta, por el temazo compuesto por James Horner que sólo tuvo dos semanas para escribir la totalidad de una música que después fue destrozada en la mesa de montaje le sigue, con cierto respiro intermedio, la secuencia del ataque de los facehuggers en el laboratorio, fotografiada con precisión por un novato Adrian Biddle que saca un partido envidiable de la ambientación que aportan los aspersores de agua y las luces rojas de emergencia.
Tras éstas, el envite final sin descanso que comienza con el ataque de las hordas de aliens al cuartel general con la frenética huida por los túneles de ventilación una secuencia capaz de poner en jaque a los nervios del más pintado; sigue en la crispante incursión de una Ripley armada hasta los dientes en el nido de la reina alien, todo un dechado de virtudes desde el punto de vista narrativo con el que Cameron logra atenazar al público en su butaca, y culmina en el enfrentamiento final entre las dos madres de la historia.
Con un montaje soberbio que Ray Lovejoy colaborador de Kubrick en "2001" y "El resplandor" ("The shining", 1980) entregó tras dos días encerrado en el estudio de edición, la lucha que Cameron pone en pie, y que comienza con una de las frases más míticas de la historia del cine, es la conclusión idónea a una película ejemplar: en una esquina, el exoesqueleto depurado de aquél que ya vierámos en su "Xenogénesis"; en la otra, el espectacular diseño de la reina; en el centro, un cineasta que no necesita nada más para revestir el enfrentamiento de un espectacular tono épico derivado de la significancia que la escena reviste tanto para Ripley, como para un público que en el mejor de los casos habrá invertido cuatro horas y media las dos de "Alien" y las dos y media del montaje definitivo de ésta de su vida para asistir al que sin lugar a dudas era el cierre perfecto de una saga que nunca hubo de continuar.
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Noticia, Jesús Franco (1930-2013) - 02/04/2013 7:26:49
" Jesús Franco Manera nació en Madrid, el doce de mayo de 1930. Era más conocido como Jess Franco o Jess Frank. Falleció en Málaga, el dos de abril de 2013, es decir, hoy mismo. Fue, principalmente, director de cine. También, en menor medida, guionista y músico. Su vida, uno está tentado con las descripciones, fue también una gran película o una magnífica biografía que están todavía por rodarse y escribirse.Franco tocaba jazz en algunos garitos, de aquí y de allí, sea Madrid o sea París. Escribió novelas baratas bajo el seudónimo de David Kuhnne. Luego compuso para las películas, fundamentalmente las españolas, en estado de precariedad debido al franquismo restrictivo bajo el que empezaban a emerger talentos singulares. Luego, en los años cincuenta, fue ayudante de dirección de gentes como Juan Antonio Bardem, nada menos. Luego logró adentrarse en el cine con su primera película "Tenemos 18 años" (id, 1959) y empezó una carrera que abarca la cifra tremenda de 199 películas.
En los años sesenta, trabajó con Orson Welles en varias de sus películas, entre ellas su versión del Quijote de Cervantes cuyo montaje (de calamitosa recepción crítica) supervisó para el estado en la famosa Expo de Sevilla del 92. Desde entonces, y cada vez con menos distribución en España, Jesús Franco rodó películas sin parar, de todo tipo, abundando en aquellas que eran experimentales, cada vez más alejadas de la estructura y más cercanas al jazz, forma liberadora que nunca dejó de abrazar toda su vida.
Se sumergía en las convenciones del horror, la ciencia ficción, el erotismo, el relato criminal y el relato detectivesco, pero rara vez las seguía a rajatabla o con fines laudatorios. Su amplio desinterés por hacer un cine convencional, genérico, le convirtió en una figura de culto cuyo reconocimiento llegó tardíamente y siempre de circuitos de cinefilia más heterodoxa y de programas más insólitos.
Cuando Quentin Tarantino usa uno de sus temas en la banda sonora de "Jackie Brown" (id, 1997) se pudo comprobar un pequeño resurgir en el espectador por su cine, pero nunca gozó de un estatus fílmico estable. Lo cual es, si somos honestos, del todo razonable. No resulta extraño que hayan sido gentes como Tarantino o Edgar Wright, cineastas cuya educación cinematográfica es libertaria y punk, los que hayan recordado hoy a Franco. Ellos, ajenos al prejuicio desde el academicismo, han concebido el cine como maquinaria de placer.
Porque el lugar de Franco debía ser incómodo. Decía hoy en twitter Claudio Rancio que "con Franco nunca se sabe donde acaba la libertad y comienza la negligencia. Tampoco importa demasiado". Y es absolutamente cierto. Es muy difícil obviar que el trabajo de Franco ha sido siempre con la incomodidad y desde la periferia. ¿Quién puede reivindicar el delirio europeo lleno de hermosas imágenes, vampiras y banda sonora psicodélica de "Vampyros Lesbos" (id, 1971) sin comprender el singular arrebato de Soledad Miranda o del cine más allá de una concepción estética o narrativa dominante? Pocos, indudablemente. Álex Mendíbil ha intentado hacerlo en el Franconomicon, acercamiento radical y absolutamente nuevo as u obra, hecho desde el conocimiento y la defensa sin tapujos o disculpas, pero tampoco desde el antiintelectualismo. Seguramente desde nuestro idioma y nuestro país, donde Franco tuvo siempre un lugar menos relevante que en otros sitios donde el cine más bizarro y extraño ha encontrado ya estudiosos y otros amparos, este será el punto de partida para entender su obra o sus constantes.
Aunque le salieron discípulos, como Pedro Temboury, eran ya distintos. La raigambre de placer que dejó Franco muere con él.: su idea del cine era tan apegada a la belleza y a la irregularidad, tan absolutamente insólita que hoy no solamente muere un hombre sino que se cierra una manera muy especial y rompedora de hacer cine. No me parece sorprendente que Jean-Luc Godard fuera su director favorito de la historia del cine. Reconoció en su contemporáneo, tan distinto en propósitos y en trayectos, otra alma que buscaba la libertad en la escritura en imágenes.
Algunos títulos de Franco, para mi imprescindibles.: "Gritos en la noche" (id, 1962), "Lucky, el Intrépido" (1967), "Eugénie" (id, 1974) y "El sádico de Notre-Dame" (L"eventreur de Notre-Dame1 1979). Renuncian todas a ser lo que pretenden en principio y alcanzan grados diversos y extraños de placer, belleza y diversión. Porque Franco era el cine y también sus actores: Christopher Lee, Lina Romay, Howard Vernon, Antonio Mayans….y sobre todos ellos, la hechizante y genial Soledad Miranda. ¿Y para qué hacía ese cine, siempre en los límites (del videoensayo, de la serie Z, de la serie B, del género de explotación)?
Para vivir, para seguir viviendo, para rodar, para no rodar de menos, para montar y para desmontar, para alimentarse y para alimentar, para crear imágenes inolvidables y horas perdidas. No era solamente una cuestión de lenguaje o magisterio, era una obra que no puede entenderse sin comprender como esa vida se hizo toda de la magnitud de lo alcanzado película tras película, sin descanso.
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